• 18/06/2022 00:00

Ficción sin ciencia

En el Panamá posible, personas interesadas en aportar al desarrollo nacional se postulan para llenar los múltiples puestos de elección, según sus capacidades y aptitudes.

En el Panamá posible, personas interesadas en aportar al desarrollo nacional se postulan para llenar los múltiples puestos de elección, según sus capacidades y aptitudes.

Poco les importa el salario que devenguen en esos puestos, ya que su interés principal es para con la ciudadanía que los elige.  Tienen responsabilidad social, y un buen nombre que mantener.  Su mayor premio sería que luego de terminar su período de gestión, la historia los recuerde como promotores de grandes cambios que beneficiaron a tal, o a cual comunidad.

Sus nombres jamás aparecen en las obras que se pagaron con los dineros del Estado, pues sería un delito.  Además, la población los recuerda siempre con mucho agradecimiento por su entrega.

No necesitan jugar sucio, porque tienen valores.  El crimen se ve como lo que es, y no constituiría jamás un punto de apoyo para catapultarse al poder, ya que los votantes jamás elegirían delincuentes.

En este país de esperanza y desarrollo, la burocracia ha sido eliminada por completo. No existen las botellas, logrando que las entidades gubernamentales sean un modelo de organización, compitiendo en resultados con la empresa privada.  Es un verdadero placer realizar los trámites en el Registro Público y en los Municipios.  Todas las placas de los vehículos se entregan a tiempo, y mucho tiene que ver con que los usuarios cambiaron de mentalidad, acabando con la mora y el atraso en sus pagos.  Los miembros de la Autoridad del Tráfico son personas respetables, a los que la ciudadanía apoya para que puedan brindar un mejor servicio.

Los tranques han disminuido casi en su totalidad. Es un resultado directo de la práctica del manejo cortés que se implementó hace unos años.  Los reportes ciudadanos de conductores irresponsables, y su rápida sanción por parte de las autoridades terminó por sacar del sistema a los malos conductores.

Sucedió lo mismo con taxistas, conductores de buses y camiones.  Ahora para poder recibir una licencia profesional deben no sólo aprobar una capacitación paga por las prestatarias de un año, sino que deben mantener sus licencias sin sanciones, como garantía de un manejo excelente.  Luego de recibir su certificado, y mantenerlo limpio por un año, el Estado les confiere un cupo de manera gratuita.  Nadie acapara cupos en el país.  Un cupo, un profesional del volante.

Las pruebas con las que se mide el nivel educativo jamás habían reflejado resultados tan altos.  Somos los ciudadanos que reciben la mejor educación de toda América.  La purga que se realizó hace unos años sacó del sistema a los educadores que no estuvieran actualizados. Los que permanecen dentro del sistema atienden siempre a las capacitaciones que se les brinda, y revisan frecuentemente su capacidad.  Solo los mejores educan a los mejores.

En el ramo de la construcción se ha avanzado muchísimo.  Las empresas corruptas fueron vetadas de toda actividad en el país, con lo que las obras tardías, incompletas, o mal gestionadas son cosa del pasado.  Solo profesionales certificados supervisan y ejecutan los proyectos en los que se invierte el dinero de todos.

Las recaudaciones de impuestos han llenado las arcas del Estado, pues ahora todos pagan a tiempo sus tributos.  Da gusto aportar cuando se ve de manera tan palpable en qué, y dónde se invierten los fondos estatales.  La transparencia logró convencer a la ciudadanía.

En salud, somos la envidia del mundo.  Se acabaron los negociados que hacían que los medicamentos costaran hasta diez veces más aquí que en otros países vecinos.  La Seguridad Social se estabilizó al eliminar las empresas que evadían los pagos correspondientes.  Toda junta de directivos que estuvo enquistada en el sistema, haciéndolo inoperante y obsoleto fue desmantelada.  Ahora se gestiona con la décima parte del personal, copiando un modelo de un país de primer mundo en el cual se cultivan tulipanes.  Ya no hay que hacer largas filas de noche y de madrugada para recibir una cita. Ahora todo se hace por teléfono y computadora. Lo mejor ha sido el servicio a domicilio. Todo es tan moderno que ahora te llevan la salud hasta tu casa, si no puedes movilizarte con comodidad.

En la asamblea de diputados se crean leyes que nos benefician a todos. Luego de que se eliminara la vieja Constitución, se hizo una completamente nueva. Todos los miembros de partidos políticos, funcionarios de elección o por designación que hubieran cometido delitos fueron condenados. Eso fue hace unos años.

Ahora sólo se necesitan 25 diputados quienes sesionan todos los días desde las 8:00 a.m. El que no asiste, no cobra. No tienen choferes ni beneficios. Ganan bastante bien, así que pagan todas sus responsabilidades, igual que el resto de la población. Tampoco existen las planillas ocultas, ni las rebuscas, que tanto daño causaron al país en los tiempos del oscurantismo reciente, como se conoce a la época en que hubo delincuentes en el poder.

Todo juez y abogado que con sus obras perpetrara, defendiera o que ocultara actos de corrupción cumple una larga condena. El sistema judicial era una cloaca, pero eso se acabó.

Ahora, con los ahorros que genera el hecho de que nadie se apropia del dinero del Estado, el desarrollo llega a todos lados, en carreteras de concreto. Ya no hay áreas de difícil acceso, ni desigualdad. Todos valemos lo mismo. Todos somos importantes. Nadie está por encima de la Ley.

El crimen disminuyó, la pobreza se erradicó, y la ignorancia perdió la batalla.

Le agradezco su tiempo, amigo lector, por permitirme desahogarme en estas líneas.

Si bien son ficción sin ciencia por ahora, bien podría ser Panamá en un futuro no tan lejano.

Tan sólo hace falta que los que creemos en un mejor país dejemos de mirar hacia otro lado, y digamos las vainas como son.  Fuera lo malo.  ¡Viva Panamá!

Dios nos guíe.

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