• 15/05/2016 02:00

Despidiendo a un hombre de fierro

Mientras me encontraba fuera de la ciudad, el pasado viernes 29 de abril, recibí un mensaje por WhatsApp de mi fraternal amigo

Mientras me encontraba fuera de la ciudad, el pasado viernes 29 de abril, recibí un mensaje por WhatsApp de mi fraternal amigo Manuel González Ruiz, que decía: ‘¿Dónde andas?, murió Pepe Fierro '.

A partir de ese momento, recibí un número impensable de llamadas y mensajes para confirmarme tan lamentable suceso, ya que quienes me conocen sabían de la amistad entrañable y de los lazos afectivos que nos unieron por muchos años. A lo largo del tiempo, compartí con Pepe la afición por la lectura, el gusto por el buen vino, largas tertulias sobre política, literatura, temas de Gobierno, sin excluir las obligadas referencias a nuestras familias.

Nunca supimos cómo calificar nuestra relación afectiva, si se trataba de los nexos que unen a un padre con su hijo o de una relación entre hermanos con ligera diferencia en sus edades.

A Pepe le dispensé un gran aprecio, respeto y admiración. Por encima de todo, la inmensa gratitud hacia una persona bondadosa y desprendida que me brindó grandes oportunidades que contribuyeron a mi realización personal y profesional. Pepe me distinguió como segundo hombre al mando cuando ocupó importantes cargos públicos como director ejecutivo del Idaan, ministro de la Presidencia, y también como abogado consultor de sus empresas. Pero, sobre todo, como consejero y confidente, cuando la vida le reclamó la presencia de un amigo fiel y solidario.

Más allá de las obligadas consideraciones sobre nuestra amistad, dedico un pequeño espacio de esta reflexión para destacar su trayectoria pública y privada, la cual estoy seguro servirá de ejemplo a las presentes y futuras generaciones de panameños.

José Fierro fue un destacado profesional de la Ingeniería Civil, egresado de la Universidad de Panamá, con especialidad en Ingeniería Sanitaria de la Universidad de Berkeley, California. En su desempeño profesional de la Ingeniería hizo grandes aportes en materia de urbanismo, agua potable y saneamiento, alcanzando la calificación de autoridad y referente obligado en esa materia.

Pepe fue un hombre de gran vocación por el servicio público. A lo largo de su vida fungió como director del Acueducto de Panamá, viceministro de Vivienda, director ejecutivo del Idaan en varias oportunidades y ministro de la Presidencia, cargos que ejerció con eficiencia, transparencia y honestidad probada.

A propósito de estas calificaciones, en el acto de toma de posesión de un cargo para el cual fui designado, avisté la figura familiar de Pepe, quien llegó para acompañarme. Concluido el evento se me acercó para manifestarme: ‘Eduardo, este es un acto muy importante para tu futuro y tu vida profesional, que me llena de satisfacción y orgullo. Me complace estar contigo en un momento tan especial '.

Ese era Pepe y así era conmigo.

Motivado por su presencia no esperada, al hacer uso de la palabra me sentí animado a referirme a su trayectoria, añadiendo a mi discurso, de manera improvisada, una frase que lo conmovió profundamente y que valoró por el resto de su vida. ‘Actuaré en el ejercicio de este cargo —resalté— con la misma transparencia y honestidad de mi mentor y amigo, el ingeniero José Fierro, de quien aprendí a cruzar el pantano sin ensuciarse el vestido '.

Pepe no fue un político profesional pero si un conocedor y practicante de la política. Supo sobreponer su compromiso profesional y sus valores éticos y ciudadanos sobre cualquier manifestación o compromiso del quehacer político.

Por esto y muchas cosas más, despedimos con respeto y mucho pesar a un gran amigo, a un hombre de fierro, que ni el agua ni el viento o el sol pudieron corroer.

DIRECTOR GENERAL DE LA CAPAC.

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