• 13/10/2023 00:00

Menos filtros, más decencia

Vivimos en una época oscura, en donde reinan los antivalores. Y no es un error que nos veamos inmersos en estas circunstancias

La humanidad acusa uno de sus puntos más bajos en la historia. Se le ha cedido demasiado espacio a la estupidez y ahora, pagamos las consecuencias. Hordas de inútiles deben ser sostenidos por aquellos que sí aportamos a la sociedad. Al quitarle la etiqueta de obligatorio al dar la cara frente a las consecuencias de nuestras acciones, permitimos que todo se fuera al traste.

Conferimos humanidad a los animales, mientras negamos la humanidad del milagro de la concepción humana. Equiparamos la locura con la cordura al decir que nacimos en un cuerpo equivocado. La homosexualidad siempre existió. La diferencia de lo que vemos en la actualidad, contrastando con lo que era, es un tinte de demencia pervertida que quieren vender como inclinaciones. Violar niños no es amor. Es una aberración. Mutilar niños no es empoderamiento, es un crimen.

En algún momento reciente, permitimos que se romantizara la inmoralidad, pues para la débil humanidad actual, la verdad resulta muy dura. Vaya, vaya. La verdad siempre es dura para aquel que miente.

En la vorágine de Sodoma y Gomorra, han querido involucrar a las personas gay, pero los gay no pertenecen a la horda demente. Una persona gay es un ciudadano que aporta a la sociedad. Tiene trabajo, es muy creativo, y respeta a las demás personas, igual que los demás ciudadanos de bien. Muchos son emprendedores. Pero lo más importante, mantienen su vida íntima privada.

Limitar lo íntimo a la privacidad es una de las bases morales de la sociedad. Y eso aplica a todos, heterosexuales y homosexuales. Nadie debe estar metiéndose mano en la calle. ¿Qué es eso? No se puede forzar a nadie a que vea qué hago con mi pareja. Es decencia básica: pudor. Llevar esas imágenes forzadas a los demás está mal. Pero querer atragantar a nuestra niñez con esa basura, eso es criminal. Hay que estar loco para querer normalizar la locura. Pero ¿qué se puede esperar de alguien que ayer decía ser un perro-jirafa rosado, y hoy dice que es una niña de 6 años, siendo un hombre biológico de 40 años? Absurdo e inaceptable.

Los gobiernos han permitido cosificar a las personas, y han suavizado la inmoralidad. Los abogados se han prestado, siempre gustosos, a perpetuar y justificar los peores comportamientos. Cobran cuantiosas sumas por defender a los criminales. Fundamentan su accionar en el derecho, más no así en la justicia.

Los pueblos tenemos una memoria muy corta. Olvidamos que lo que está sucediendo actualmente es responsabilidad directa de aquellos que han estado en el poder. Sin importar el color de sus banderas, todos los que estuvieron actuaron igual. Son lo mismo.

Hoy, desesperados, buscan mezclas cada vez más absurdas, queriendo venderse como la fórmula ganadora para las próximas elecciones. Tras insultarse, desacreditarse, y hacer el mismo circo con diferentes actores, hoy se abrazan “por el bien de todos”. Esa frase en sí no es falsa, solo está incompleta. La frase completa es “hoy se abrazan por el bien de todos sus copartidarios”. Solo piensan en seguir viviendo del Estado, cual parásitos que chupan dinero público.

Pero no podemos perder la perspectiva de las cosas. Tenemos que recordar que estos políticos de siempre son los que, so pretexto de ganar votos, han permitido que hombres desfilen con las nalgas al aire frente a nuestra niñez. Son los mismos que han permitido que los delincuentes y megacriminales se salgan con la suya, al punto de que parte de nuestra oferta electoral pareciera una lista de los más buscados por alguna de las entidades de las tres letras.

La debilidad humana exige que se le ponga filtros a las verdades de la vida, y los políticos de siempre no decepcionan en ese sentido. “Es que no son coimas, son donaciones”. “Esa empresa hizo todas sus obras con chanchullos, menos en las que yo me vi involucrado”. “Robé, y qué”. “Participé de ese gobierno, y defendí a su líder, pero ahora cambié de parecer”. “Han pasado cinco años, pero ahora sí vamos a resolver”. Todas estas frases son una confesión de parte; son la mentira que desean perpetuar.

Las entidades públicas están podridas con gente que no cumple los requisitos de sus puestos, haciendo ineficiente y costoso todo trámite legal que debe cumplir la ciudadanía honesta. Botellas y bribones con malas actitudes maltratan al pueblo que paga sus salarios.

Vivimos en una época oscura, en donde reinan los antivalores. Y no es un error que nos veamos inmersos en estas circunstancias. Una sociedad en la que pretender es más importante que ser, es el resultado directo de un plan de control social. Una población ignorante y absurda es fácil de controlar. Cada gobierno que hemos tenido por los últimos 50 años ha aportado en el retroceso social que vemos hoy. Mientras los panameños no conseguimos medicinas, por las cuales pagamos por adelantado, en el Seguro Social, nuestros politicuchos de siempre viajan en primera clase, con toda su familia, cortesía de nuestros impuestos. Mientras el círculo del poder se enriquece, el país se hunde en deuda.

Es hora de que empecemos a exigir menos filtros y más realidad. Cárcel para el ladrón, y castigo para los delincuentes, no candidaturas ni nombramientos. Que devuelvan lo que nos han robado, no que hagan acuerdos de pena.

Panameño, si quieres seguir viviendo de filtros, vota por los de siempre, que no quieren que nada cambie. Ojalá y reaccionemos para rescatar nuestro país, y el futuro de nuestros hijos.

Necesitamos líderes y no parásitos. Necesitamos decencia.

Dios nos guíe.

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