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- 30/04/2014 02:00
Final de una larga y costosa jornada
No creo que haya muchos que lamenten el final de la campaña electoral en pocas horas. El atosigamiento de cuñas en televisión y radio, de pancartas en postes y calles ha convertido la ciudad capital —por no incluir al resto de ciudades y pueblos del interior— en un muestrario de la evidente falta de cultura demostrada durante esta campaña. Anuncios que invitan a votar porque ‘soy tu amigo’ o porque ‘soy el que es’, son dignos de un análisis psicosocial, que dejaría mal parado al candidato y comprobaría la baja opinión sobre los votantes que tiene quien pida su voto con razones tan absurdas y huecas.
Siempre se había pedido una campaña de propuestas claras y justificadas. No solo cuáles se proponen, sino el cómo lograr las metas prometidas. Se auguró una campaña limpia; en cambio, se montó una campaña sucia, manchando reputaciones con calumnias y bochinches malsanos, esparcidos especialmente en las redes sociales.
Siempre se tuvo la esperanza de que, siguiendo la conducta imparcial del gobierno desde el advenimiento de la Nueva Democracia, las autoridades nacionales y municipales se abstendrían de participar en la contienda, directa o indirectamente, manteniendo sus manos fuera de ella, sin apoyar candidaturas de su preferencia ni estorbar las que les desagradaran.
Siempre abrigamos la esperanza de que no se utilizaran recursos del Estado, pagados con nuestros impuestos, para favorecer con costosos obsequios y donativos a precandidatos y candidatos del partido de gobierno. Añadiendo sal a la herida, hemos tenido que soportar el cinismo inaudito de ver cómo, con las caras más duras que nos avergüenzan por su desfachatez, se justifican esos regalos como si provinieran de donantes privados y del bolsillo de amigos del candidato. Si, en vías de discusión, aceptáramos tales justificaciones, surgiría de inmediato la pregunta: ¿qué razones tiene un empresario para ser tan generoso con un candidato? El problema es que ninguna autoridad hace nada y todas se limitan a echar los cuestionamientos en sacos rotos.
La campaña ha sido larga y costosa para todos: partidos políticos, candidatos y ciudadanos. Los diputados actuales ignoraron y desecharon las recomendaciones que les formuló la Comisión Nacional de Reformas Electorales en el 2010, para acortar el período de campaña, limitar los gastos y contribuciones, dar mayor transparencia a las donaciones de dineros y recursos.
El resultado de esa negativa es la barahúnda en que nos hemos visto sumidos desde el año pasado, que no contribuye en lo más mínimo a hacer más democrático, limpio y justo el proceso electoral. Sin duda es el resultado deseado por los diputados que desecharon las sesudas reformas electorales recomendadas, luego de un exhaustivo proceso de consultas y análisis durante meses bajo la coordinación del Tribunal Electoral.
Deberíamos hacer público e identificar el nombre de todos esos Honorables Padres de la Patria que son los responsables de tan triste, largo y caro espectáculo. Solo queda esperar que el proceso se realice el próximo domingo en estricta paz, que seamos competidores felices, porque podemos ejercer el sufragio en libertad. Que al final se cuenten los votos con estricta disciplina y orden. Que los perdedores concedan el triunfo tan pronto como sus posibilidades se desvanezcan. Que quienes emerjan victoriosos demuestren magnanimidad en el triunfo, saluden como hermanos a los perdedores e inviten a todo el pueblo panameño a unir fuerzas con un solo propósito: proteger la libertad que disfrutamos y redoblar esfuerzos por engrandecer la nación que amamos.
Y también que los nuevos diputados accedan a mejorar las reglas de la campaña electoral para prohibir los excesos vergonzosos que hemos sufrido.
EXDIPUTADA