• 23/05/2025 00:00

Foro China-CELAC oportunidades y desafíos

La creciente presencia de China en América Latina no es reciente, pero sí se ha intensificado y diversificado en los últimos 25 años, a través de comercio, inversión y tratados estratégicos.

El Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (CEEAP) analiza el proceso de la gobernanza global destacando la importancia estratégica de la IV Reunión Ministerial del Foro China-CELAC realizada en Beijing el pasado 13 de mayo. Además de las perspectivas sobre las oportunidades y los retos de la relación entre América Latina y China, el compromiso con la independencia, la autosuficiencia y los esfuerzos colectivos para forjar la unidad regional.

El presidente de China, Xi Jinping, inauguró la Cuarta Reunión Ministerial del Foro China-Celac con un anuncio decisivo: la creación de cinco programas estratégicos de cooperación con los países de América Latina y el Caribe, junto con un crédito de 66.000 millones de yuanes para impulsar el desarrollo regional.

“En un mundo en constante cambio, donde los riesgos se entrelazan, China apuesta por la unidad, la cooperación y el respeto mutuo”, declaró Xi Jinping ante los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva; de Chile, Gabriel Boric, y de Colombia, Gustavo Petro, además de 17 cancilleres y demás representantes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

El líder chino hizo un llamado a los gobiernos latinoamericanos a “rechazar las injerencias externas” y a promover una mayor autonomía regional. Asimismo, criticó las guerras comerciales y el hegemonismo, asegurando que “el acoso solo lleva al aislamiento”.

Xi reiteró su interés por fortalecer los lazos en sectores como comercio, infraestructura, tecnología y energía, en el marco de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Subrayó que esta plataforma ya ha facilitado más de 200 proyectos en la región, incluyendo el puerto de Chancay en Perú, calificado como un “corredor estratégico” entre ambos países.

El presidente Xi Jinping concluyó en que “La mayor alegría de la vida reside en encontrar espíritus afines”. Reafirmó que China será un aliado estratégico para la región y llamó a “escribir juntos un nuevo capítulo de cooperación y futuro compartido”.

Con ese objetivo, el presidente Xi Jinping ofreció nuevas líneas de crédito y exención de visado a América Latina. “Para respaldar el desarrollo de los países latinoamericanos y caribeños, China suministrará 66.000 millones de yuanes (9.200 millones de dólares) en créditos”, aseguró el mandatario asiático.

Importante destacar que el año pasado, el segundo socio comercial de la región alcanzó el volumen comercial entre ambas regiones con 518.467 millones de dólares en 2024 y en la última década Beijing impulsó 268 obras de infraestructura en América Latina y el Caribe, creando un millón de empleos.

La cooperación entre China y la región se ha convertido en un caso ejemplar de la cooperación Sur-Sur en alta tecnología, y la inauguración del Puerto de Chancay del Perú ha abierto un nuevo corredor terrestre-marítimo entre Asia y la región. China ya tiene firmados Tratados de Libre Comercio con Chile, el Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua.

En resumen, el Foro China-CELAC representa para China una plataforma clave de su política exterior hacia América Latina, con un enfoque que combina pragmatismo económico, diplomacia cultural y ambición geoestratégica. Para la región, el reto es doble: articular una visión conjunta que le permita negociar en mejores condiciones y evitar caer en nuevas formas de dependencia.

La creciente presencia de China en América Latina no es reciente, pero sí se ha intensificado y diversificado en los últimos 25 años, a través de comercio, inversión y tratados estratégicos. Países como Chile y Perú tienen vínculos comerciales consolidados con China, particularmente en sectores como minería y energía, y la IFR formaliza y amplía esas relaciones. 20 países de CELAC han suscrito memorandos de entendimiento para integrarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que amplía la proyección de la estrategia global china en el hemisferio occidental.

El Foro China-CELAC plantea oportunidades y desafíos. Por un lado, abre un espacio para diversificar las relaciones internacionales y por el otro acceder a financiamiento e inversiones sin las condiciones políticas que suelen imponer organismos multilaterales occidentales.

A lo largo de una década del mecanismo se han logrado la firma de tratados de libre comercio con Chile, Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua, más las negociaciones con Honduras y El Salvador. El establecimiento de acuerdos de exención de visa con siete países de la CELAC, así como la inauguración de rutas de carga aérea desde Wuhan, Guangzhou y Shenzhen hacia la Ciudad de México.

En la Declaración de Beijing se reitera la determinación de buscar la paz, el desarrollo y la cooperación. También se renueva el Plan de Acción para la cooperación en áreas prioritarias 2025-2027, entre las que destacan la ciencia y tecnología, economía y comercio, infraestructura, agricultura, industria, energía, minería y la colaboración bajo el marco de la Franja y la Ruta.

Esta plataforma ha sido clave para impulsar el desarrollo de relaciones multilaterales en múltiples niveles entre ambas partes, lo que contribuirá a la progresiva transformación en la gobernanza global, la salvaguardia de la paz y la estabilidad internacionales, confirmando que aún es posible articular una agenda regional más cohesionada.

En este contexto, la administración estadounidense se muestra alérgica a toda agenda que promueva la defensa del multilateralismo, la reforma del orden internacional y la construcción de una voz regional. Por ello redobla la presión sobre los países latinoamericanos para que tomen distancia con China, receloso de las implicaciones para la seguridad tecnológica, militar y estratégica que supone la creciente presencia comercial en su llamado Patio Trasero como califica la región.

Ante este dilema existencial, América Latina incluyendo a Panamá se encuentra entre dos potencias en pugna, lo que genera tensiones, pero también la oportunidad de buscar alianzas fuera de esa lógica binaria. Por consiguiente, el interés regional se orienta en afianzar relaciones con socios confiables que ofrezcan garantías de cooperación y continuidad, tal como promueve China.

Una diplomacia preventiva plantea la necesidad de evitar reacciones geopolíticas innecesarias no implica ceder bajo amenazas concesiones onerosas a la soberanía e independencia, tal como se dio con el abandono abrupto de Panamá en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), un mensaje persuasivo hacia los socios de China en la región. Para complementar esta decisión precipitada se firmó en abril pasado un Memoradum de Entendimiento con concesiones lesivas a la soberanía nacional, mientras consigna temores infundados sobre la presencia maligna de China en el Canal.

La desesperación en diplomacia es mala consejera, porque en la dinámica de las relaciones internacionales las potencias pueden llegar a entendimientos, como en efecto sucedió con el reciente acuerdo entre Beijing y Washington, que, en un optimismo cauteloso, firmaron una tregua que suspenderá parte de sus aranceles durante 90 días. La reunión de alto nivel sobre asuntos económicos y comerciales celebrada recientemente en Ginebra, Suiza, ambas partes buscan desescalar las tensiones de la guerra comercial.

Resulta poco afortunado, que en esta importante reunión de CELAC, no haya sido prioridad en la política exterior panameña, un escenario donde se dieron cita tres presidentes latinoamericanos, cancilleres y vice cancilleres, Panamá fue el único país que se hizo representar por su embajador acreditado Miguel Lecaro. Un mensaje desalentador, que no se compadece con el país anfitrión de un foro, que busca encaminar la cooperación, en momentos de turbulencia por la guerra arancelaria.

Lamentablemente, Panamá que ostenta un cargo no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, elección fundamentada en el principio de representación geográfica, podría ser consecuente con ese respaldo regional apoyando iniciativas que favorecen la cooperación con la segunda potencia mundial, en vez de jugar en ligas menores como apéndices de intereses foráneos.

Un país que se precie de ser centro convergente del comercio regional, que se adhirió al principio de una sola China en el propósito de favorecer un desarrollo acorde con sus realidades nacionales, está obligado a defender la soberanía e independencia nacional rechazando interferencias externas en la elección de socios estratégicos, que son importantes usuarios del Canal.

“En los años 60 del siglo pasado, en distintos lugares de China convocaron manifestaciones populares masivas para solidarizarse con el pueblo panameño en su lucha por recuperar la soberanía sobre el Canal”, afirmó el presidente Xi Jinping en su discurso inaugural, lo cual mostró clara condescendencia con la lucha patriótica de autodeterminación de Panamá. Una generosa y meritoria alusión solidaria al emblemático episodio de enero de 1964, que no puede interpretarse como una influencia maligna de China.

China merece gestos más amistosos ante semejantes desagravios, la diplomacia preventiva debe fomentar la neutralidad y el respeto mutuo, a través de relaciones estables de cooperación, no solo con Estados Unidos, sino con todos los socios estratégicos confiables que respeten la dignidad nacional.

Consecuentemente, el próximo 17 de junio se cumplirá el octavo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre China y Panamá, una oportunidad para reafirmar los vínculos históricos, culturales, políticos y comerciales entre nuestros pueblos.

*El autor es presidente del Centro de Estudios Estratégicos Asiáticos de Panamá (CEEAP).
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