• 13/07/2020 00:00

Aún estamos a tiempo para frenar esa escalada de casos y defunciones por COVID-19

La semana pasada el virus siguió golpeándonos fuertemente. Superamos los 7000 casos nuevos y más de 170 defunciones en el período. Esas cifras superan de lejos las reportadas para cualquier semana previa y nos colocan entre los primeros lugares de América en cuanto a casos y defunciones reportadas por 100 mil habitantes.

La semana pasada el virus siguió golpeándonos fuertemente. Superamos los 7000 casos nuevos y más de 170 defunciones en el período. Esas cifras superan de lejos las reportadas para cualquier semana previa y nos colocan entre los primeros lugares de América en cuanto a casos y defunciones reportadas por 100 mil habitantes. Ese aumento progresivo de casos y defunciones ha desencadenado un intenso debate nacional en redes y medios de comunicación, en el cual, unos proponen volver a la cuarentena total, como medida heroica para salvar la vida de miles de panameños en el corto plazo; mientras otros, proponen seguir avanzando para recuperar la economía y el país. Como si no fueran suficientes esas estadísticas; los modelos matemáticos disponibles predicen que, si seguimos con ese aumento exponencial de casos y defunciones, terminaremos el año con más de 200 000 casos confirmados por laboratorio y cerca de 3500defunciones.

Sin embargo, frente a la propuesta de una nueva cuarentena, es obligatorio tener presente que el confinamiento no será igualmente llevadero para todos los panameños, y habrá que tomar medidas para facilitarles la vida a los cientos de miles que viven en condiciones de pobreza; que no son asalariados, no les llega un salario mensual, aunque estén encerrados, sufren más, pues carecen de los ingresos para atender las necesidades más básicas, y ya no podrán salir a la calle a ganarse el sustento para poder atender esa necesidades básicas.

Lo que vamos a conseguir con una cuarentena es una parálisis productiva, muy probablemente irreversible, que golpeará principalmente a los sectores más pobres. Y no hay Gobierno en este planeta capaz de garantizar un permanente plan de ayudas, en dinero y alimentos, para las personas de menores ingresos. Esa población no acatará la cuarentena, tendremos privaciones de diversa intensidad, generando hambre, ansiedad, sufrimiento, y un estallido social con el potencial de causar más muertes que la propia epidemia.

Y no podemos olvidar que, “hagamos lo que hagamos”, los casos van a seguir aumentando hasta que se acaben los susceptibles o haya una vacuna. Como nos recuerda Jonathan Smith, profesor de Epidemiología de Enfermedades Infecciosas y Salud Global en la Universidad de Yale: “estamos al inicio del trayecto de esta epidemia. Eso significa que incluso con las medidas de distanciamiento físico, veremos aumentar los casos y las muertes en las semanas que vienen. Esto puede llevar a alguna gente a pensar que las medidas no están funcionando. Lo están. Pueden parecer inútiles. No lo son. Usted se sentirá desanimado. Bien. Eso es normal en un caos. Pero esta es la trayectoria normal de una epidemia. Mantenga la calma. No es que estemos fallando, sino que el enemigo al que estamos enfrentando es muy bueno en lo que hace”. Se necesita que todos nos mantengamos firmes, cumpliendo con nuestra parte, hasta que la epidemia comience a remitir.

Por eso, si cerramos las provincias, no vamos a ver ningún resultado, pues las personas se contagiaron en estos días y por los 14 días que se cierre, se van a seguir haciendo positivas. Entonces, no veremos resultados positivos por el cierre y la población, que ya está al borde de la explosión social, se va a poner peor. Y cuando abramos, vuelve y se reinicia el ciclo. Como si fuera poco, si el Estado sigue perdiendo ingresos, porque no hay recaudación de impuestos, va a llegar un momento en el que no habrá dinero para comprar los equipos de protección personal, los ventiladores, medicinas, etc. Mucho menos para pagar los salarios, y garantizar el bono solidario.

A pesar de este panorama, yo soy de los que opina que todavía estamos a tiempo para frenar esa escalada de casos y defunciones por COVID-19, siempre y cuando nos mantengamos enfocados y cada uno cumpla responsablemente con su parte. Por ejemplo: hay que seguir esforzándonos por llegar a las 4000 pruebas diarias; sumar mucha más gente al rastreo de casos y contactos; garantizar (obligar) el aislamiento en hoteles de todos los que no tengan las condiciones en casa; habilitar por lo menos 1000 camas adicionales con sus equipos.

Considero además que llegó la hora de proceder a la contratación de los profesionales especializados que hagan falta, aprovechando la oferta internacional disponible de recursos humanos con formación y experiencia demostrada. No tenemos suficientes médicos y enfermeras especializados en las áreas críticas. Además, nuestros médicos y enfermeras están al borde del colapso por agotamiento, y no van a soportar el aumento de casos sostenidos que tenemos y mantendremos. No menos importante es que el Gobierno garantice la contratación adicional de médicos generales nacionales para apoyar la atención en el primer nivel, en los hoteles-hospitales, y el proceso de rastreo y aislamiento de casos y contactos.

Al final, lo más importante en este momento, es que, sea lo que sea que se haga, tiene que acompañarse de una muy buena y transparente comunicación, capaz de recuperar la confianza de la población para que participe convencida en su cuidado personal y en el control social de la epidemia.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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