• 16/04/2022 00:00

El fin del globalismo

“[...] para entender el desarrollo de esas fobias es menester entender la conformación sostenida del Estado ruso; ella fue progresiva bajo un patrón expansivo no colonial y llevó a unificar bajo el nombre de Rusia a “Todas las Rusias”...”

La suspensión de Rusia en la Comisión de Derechos Humanos preludia la partición de la ONU. Esta partición que auguramos se ha de tornar necesaria, porque ese organismo, instalado en Lake Success, dentro de la jurisdicción de Nueva York, parecía en un inicio una graciosa concesión de EE. UU. para el funcionamiento de la ONU, fundada como consecuencia de los acuerdos finales de la II Guerra Mundial; no obstante, esa gentil concesión resultó ser un presente griego, ya que desde el inicio los hospederos impusieron una agenda favorable a sus intereses, empezando por la guerra de Corea.

La división, por ahora virtual, de la ONU ha principiado por la rajadura de la Comisión de DDHH, la que, luego, ha de seguir acentuándose por la inoperancia persistente de la ONU y luego seguirá la partición.

La sede formal no puede seguir siendo Nueva York y debe salir del continente americano, ya que este está muy condicionado por su categorización de “patio trasero” o “delantero” de EE. UU. No nos hagamos ilusiones con el sueño bolivariano de Panamá como Anfictionía Universal, ya que en esa línea de pensamiento Panamá es impensable, por el retroceso en su proceso de liberación de la tutela estadounidense.

La sede deberá trasladares a un lugar equidistante de Europa, África y Asia. Algunos piensan en la isla de Malta o Chipre, para darle a Europa un último y elegante asidero para escapar de la tutela estadounidense.

En ese nuevo campo de encuentro diplomático, podrán las naciones enfocar las necesidades inherentes a la lucha entre los conceptos de globalismo y multilocalismos que, lejos de comportarse como una diatriba conceptual, se trasladan al campo de los hechos, mediante tensiones, guerras y alianzas interexcluyentes. El globalismo es el campo dibujado por las empresas monopólicas, es el campo teórico y de acción marcado por los grandes monopolios, mientras que el multilocalismo es el campo donde las naciones confluyen hacia polos antimonopólicos.

¿Para qué sirve realmente una Europa unida? Para eliminar fronteras a los productos transnacionales, fundamentalmente de EE. UU. Las empresas locales de cada país europeo se han enanizado.

La fobia antirrusa es atribuible inicialmente a los ingleses, quienes se jugaron por entero contra la naciente Rusia Soviética; luego EE. UU., como buenos discípulos de los ingleses, reciben esa fobia y la instalan en el corazón de su política internacional. En la actualidad, por extensión, esa fobia se traslada a los países de la llamada angloesfera: EE. UU., Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelandia. Tal vez el más destacado exponente y fundador de esa fobia sea Churchill, quien incorporó esa llama antirrusa a su planteamiento político internacional, ya sea en las primeras etapas de la Revolución bolchevique, siguiéndola mediante sus maniobras pactistas con los hitlerianos para encauzarlos contra Rusia, o ya sea en la convocatoria antisoviética del discurso de Fulton en 1949.

Pero, para entender el desarrollo de esas fobias es menester entender la conformación sostenida del Estado ruso; ella fue progresiva bajo un patrón expansivo no colonial y llevó a unificar bajo el nombre de Rusia a “Todas las Rusias”: ello comprende a Ucrania, que, en parte, estaba bajo el dominio polaco lituano.

El título de emperador fue adoptado en relación con la victoria en la Guerra del Norte contra Suecia y fue una adaptación del título real bajo el sistema de títulos adoptados en Europa. El prefijo “Toda Rusia” o “Toda Rus” era usado en los títulos de los gobernantes rusos.

El título de “emperador de toda Rusia” fue creado bajo el reinado de Pedro I. Después de la victoria en la Gran Guerra del Norte, en septiembre del año 1721, los nobles y clérigos presentaron a Pedro el título de emperador de Rusia; el Estado ruso, en consecuencia, se conoció desde entonces como el Imperio ruso.

Para aquellos tiempos Ucrania no constituía una unidad separada, ya que la parte occidental estaba bajo el domino de los polaco-lituanos y la parte oriental formaba parte natural del Imperio ruso. La parte meridional estaba aún bajo la autoridad de los otomanos. Por lo anterior se concluye que la estadidad independiente de Ucrania es una construcción artificiosa. Lo anterior ha llevado a algunos a sostener que el actual conflicto de Ucrania no deja de ser una guerra civil en el interior de la Gran Rusia, la cual se da entre el Estado nacional progresista y dignamente constituido en el norte y la parte sur sometida a la presión centrífuga de los grupos disociadores que no han dejado de hacerse presente: desde la Guerra Civil de los tiempos bolcheviques con las pretensiones separatistas del atamán Petliura, y sus sucesores colaboradores de Hitler como Bandiera, los cuales son continuados por los actuales grupos disociadores que invocan a otra guerra mundial.

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