• 28/05/2020 11:44

¿Por qué el gobierno suspenderá la 'Cuarentena'?

“No andamos buscando la verdad agradable, andamos buscando la verdad patriótica”, Omar Torrijos Herrera

El gobierno ha anunciado que a partir del 1 de junio del presente año, paralelamente, al inicio de la apertura del “segundo bloque” de la actividad empresarial, también será suspendida la “cuarentena” a la que ha sido sometida la población. Habrán transcurrido 67 días desde que fue decretada; sin embargo importantes sectores de la población se oponen a esta última disposición y otra parte significativa de las personas no tienen claridad del porqué de la medida.

Según versiones periodísticas el “buen gobierno” adoptará la práctica anunciada porque hay "un índice bajo de propagación de contagio, la capacidad instalada del sistema de Salud y la cantidad de pruebas diarias que se realizan permiten dar estos pasos”. En realidad las autoridades han esbozado la “verdad agradable”. En el presente escrito intento buscar la verdad “patriótica” o las reales motivaciones que han llevado al régimen a la toma de tan trascendental decisión.

Las medidas de mitigación de la propagación de la COVID-19 por el “virus de la muerte” -SART- CoV-2- en el istmo de Panamá, incluyendo la restricción de la movilidad de las personas, fue básicamente para evitar que la epidemia pudiera rebasar la capacidad sanitaria instalada y los médicos se vieran abocados a decidir quién muere ¿El joven o el geronte? De modo que no es exactamente cierto que hay “un índice bajo de propagación del contagio”, ni tampoco es verdad que “la cantidad de pruebas diarias que se realizan permiten dar estos pasos”. Al contrario, los cuatro (4) últimos días el contagio ha aumentado significativamente, más de mil contagiados (1,180 personas contagiadas) que representa, aproximadamente, el 10% del total arrojado por la pandemia en Panamá. Igualmente, el número de pruebas continúa siendo muy bajo y no alcanza a la población asintomática.

¿Cuál es la “verdad patriótica”?

Sencillamente, el “buen gobierno” no ha tenido la “voluntad política” de acompañar las decisiones sanitarias, con las disposiciones socioeconómicas pertinentes, capaces de hacer sostenible la “cuarentena”, por ejemplo, el establecimiento de la moratoria bancaria y la transferencia de dinero a la personas contenidas y con limitaciones económicas, ajustado al precio de la canasta básica de alimentos, como un mínimo de sostenibilidad en el tiempo, mediante normativa legal, es decir, el encerramiento con hambre y sin dinero suficiente para mitigarla, es insostenible. En consecuencia, el régimen pro empresarial, tenía dos alternativas: O, prorrateaba entre todos el precio de la crisis –incluyendo a sus aliados más cercanos, los empresarios- o, tomaba la decisión, como en efecto se propone hacer, de suprimir las restricciones de movilidad absoluta de las personas. En pocas palabras, la “cuarentena” con el bono miserable de 80 balboas mensuales y las “bolsitas” de comida de “pan para hoy y hambre para mañana”, definitivamente era inviable. Lamentablemente, el señor presidente, se inclinó a favor del 1% más rico en detrimento del 99% más desposeído. Ni siquiera recordó que alcanzó su condición de “primer obrero” de la patria con el 33% de los votantes.

En conclusión, no estamos ante los “restos del naufragio” del “buen gobierno”, pero desde luego la “peste” ha desnudado su limitación e inclinación por los usureros, mostrándolo incapaz de asegurar algo tan básico como la propia vida y el bienestar de las mayorías nacionales. De manera que “la suerte -de los panameños de a pie- está echada”. Paradójicamente, el “buen gobierno”, también deja de tratar al pueblo como “rebaño” o súbditos, en consecuencia nos corresponde actuar como ciudadanos responsables. El “bicho del demonio” llegó, está aquí y continuará acechando nuestra existencia. Por tal motivo se impone como condición ineludible la SOLIDARIDAD CIUDADANA que significa, en lo sucesivo, no perder de vista -al salir a trabajar o a realizar cualquier tipo de diligencia- el distanciamiento físico y los hábitos sanitarios personales, los cuales se convierten en el “salvoconducto” de mi VIDA, de la coexistencia de mi familia y mis allegados, del prójimo o de mis conciudadanos. ¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es Abogado y analista político. 
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