• 22/02/2015 01:00

David Ocalagán y su gran legado a los panameños

Un mensaje electrónico transmitido por el Dr. José Calderón, presidente de la Fundación por el Panamá que Queremos, confirmó el deceso

Un mensaje electrónico transmitido por el Dr. José Calderón, presidente de la Fundación por el Panamá que Queremos, confirmó el deceso del dirigente popular David Ocalagán, valiente amigo, patriota y excelente padre de familia, quien durante varios años reivindicó el derecho a la Salud de la población y asumió la defensa tenaz de los pacientes con insuficiencia renal.

La noticia del fallecimiento me llenó de tristeza. Conocí a David cuando se desempeñaba como subdirector del Instituto Militar General Tomás Herrera, en la recuperada base de Río Hato, en un período definido por la reafirmación de la soberanía de Panamá sobre su territorio y el desmantelamiento de las estacas colonialistas.

David había ingresado en las academias militares y se unió a las filas castrenses, inspirado por el ejemplo de su padre, el mayor Domingo Ocalagán, seguidor del ideario del desaparecido general Omar Torrijos y exresponsable de la desaparecida Digedecom, que generó la autogestión en las comunidades en la década de 1970.

El amigo desaparecido integró las unidades especiales de las desarticuladas Fuerzas de Defensa y fue dado de baja con el rango de teniente, tras haber enfrentado a las tropas aerotransportadas que invadieron a Panamá el 20 de Diciembre de 1989.

Pese al duro aislamiento ordenado en su contra por intereses antinacionales, jamás claudicó. Marchó e hizo causa común con sindicalistas, ecologistas y líderes de organizaciones de la sociedad civil en la tarea de construir un país justo, soberano y solidario, en contra de la corrupción y la política del despojo.

Su último mensaje remitido a mi correo electrónico instaba a exigir el derecho de la población al acceso a medicamentos de calidad. Asimismo, envió un video con el discurso de Severn Suzuki, la niña canadiense que a los 12 años de edad estremeció la Cumbre de Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, al reclamar a los países industrializados el fin del modelo de consumo y derroche a escala global.

David fue enérgico y firme en sus acciones cotidianas, pero jamás escuché en sus intervenciones una palabra discordante. Era un estratega y un ávido lector que infundía respeto al hablar. Siempre se refirió con orgullo de ‘Los Tomasitos’ (egresados del Instituto Militar General Tomás Herrera), muchos de ellos oficiales activos en la Policía Nacional o profesionales que ocupan puestos distinguidos en el ámbito estatal o en el sector privado.

En su hogar, junto a su abnegada esposa, predicó humanismo, dignidad, rectitud, honradez, cortesía, justicia, equidad y esperanza. Vivió con la alegría de tener una hija y un hijo dedicados al estudio, al análisis de los fenómenos económicos y sociales, y a la búsqueda de la verdad colectiva. Su lucha tesonera es un legado para todos.

PERIODISTA

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