• 08/11/2017 01:02

Hay que ser congruentes y no hipócritas

El pasado domingo 5 de noviembre, como es habitual, fui junto a mi esposa a misa y al escuchar el Evangelio sentí que me estaban hablando de Panamá

El pasado domingo 5 de noviembre, como es habitual, fui junto a mi esposa a misa y al escuchar el Evangelio sentí que me estaban hablando de Panamá.

Relata el Evangelio el momento en que Jesús dijo a las multitudes y a sus discípulos: ‘En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros'...'.

¿Por qué pensé en Panamá? La cátedra a la que se refería la Biblia son las normas, leyes o reglas establecidas para la convivencia en la sociedad, en el hogar, en la empresa en la que trabajamos. Los escribas y fariseos son los políticos en Gobierno u oposición, las autoridades y hasta nosotros mismos como padres o en la empresa donde laboramos.

Jesús se refería a personas que, a pesar de su autoridad y liderazgo, eran unos perfectos hipócritas, ya que decían una cosa y hacían otra. Bueno así, hay mucha gente que usted la ve aparentando una cosa frente a la población, frente a sus colaboradores, frente a la sociedad y hasta de su familia y en el fondo es todo lo contrario.

Este pasaje bíblico nos invita a ser congruentes en nuestra vida diaria, tomando en cuenta que congruencia es la correspondencia entre lo que hablamos y lo que hacemos. La persona congruente actúa según su propia escala de valores.

Cada cinco años vemos políticos cuyo único propósito es llegar al poder y prometen lo que sea con tal de lograrlo, abrazan gente, cargan niños, asumen todo tipo de compromisos y luego de lograr el objetivo sacan a relucir su verdadera personalidad, totalmente distinta a la que vendieron en campaña.

Lo mismo sucede en nuestras casas con los padres que predican una cosa a sus hijos y luego hacen todo lo contrario sin saber que nuestras acciones valen más que las palabras. ¿Cómo puedes esperar que tus hijos no tomen licor si a cada rato te ven llegar borracho a casa? ¿Qué puedes esperar de un hijo que escucha a sus padres diciendo vulgaridades o del que ve a sus padres irrespetando las señales de tránsito?

Si queremos un país nuevo, tenemos que dejar de ser hipócritas y actuar coherentemente.

Nada más traigo a colación algunos ejemplos recientes que ponen de manifiesto la incongruencia de nuestra sociedad. Lo sucedido a la diputada Zulay Rodríguez cuando un grupo minúsculo de personas la abucheó por participar en una actividad donde se convocó a toda la sociedad sin distingos de ninguna naturaleza. Nos guste o no Zulay Rodríguez, ella o cualquier otra persona, tenía todo el derecho de participar en la actividad.

Por otro lado, los ataques de que fue víctima la dirigente de Movin, Annette Planells, luego del incidente ocurrido a la diputada Rodríguez en la protesta de la semana pasada fue cruel. No tengo duda de que fue orquestado por quienes adversan a Planells por lo sucedido a la diputada Rodríguez.

Debe quedar claro que la protesta de calle 50 no tenía una cabeza; muy por el contrario, fue convocada por distintos sectores de la sociedad y resultó muy positiva.

Otro hecho que me vino a la mente cuando el cura hablaba de incongruencias fue el gesto poco cortés del aspirante a candidato presidencial Gerardo Solis, quien evitó saludar al presidente de la República en un evento en Colón el 5 de noviembre. ¿Eso es lo que Solís, quien ha ocupado altos cargos en este país, quiere legarle a las actuales y futuras generaciones? No se trata de Juan Carlos Varela, se trata de la majestad del cargo y eso merece respeto, sea quien sea el mandatario de la nación.

Empecemos a actuar con congruencia, si queremos que la gente recupere la confianza en la clase política, en la familia y en las instituciones.

Señores, no sigamos promoviendo este tipo de conductas, pues todo esto, tarde o temprano, puede producir una explosión social con gravísimas repercusiones para todos. Mi homenaje hoy, más que nunca, a dos hombres calificados como caballeros de la política: Raúl ‘Lul' Arango y Raúl ‘Beby' Arango.

PERIODISTA

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