• 02/02/2011 01:00

Huir o renunciar

L o que rechazó durante meses ahora lo busca desesperado como una tabla de salvación para aferrarse al poder. El primer ministro italian...

L o que rechazó durante meses ahora lo busca desesperado como una tabla de salvación para aferrarse al poder. El primer ministro italiano Silvio Berlusconi pidió el lunes la colaboración de la oposición para superar lo que ha sido su criatura: la peor crisis política, institucional, social, económica y moral de la postguerra. El llamado de Berlusconi llegó a destiempo y ha sido interpretado por la oposición como propaganda de pésima calidad. Se produjo en momentos en que el jefe del gobierno italiano –incapaz de llegar al final de su mandato en el 2013– ha perdido toda credibilidad y se enfrenta a la disyuntiva de renunciar para enfrentar la justicia o escapar del país.

En Italia, como alternativa, se está conformando una cruzada con las fuerzas políticas y sociales ante una verdadera emergencia democrática que asfixia al país. La sociedad italiana no es un burdel, debe recuperar la dignidad devastada y sanear el ambiente ante el tóxico inoculado por el primer ministro.

De acuerdo a medios de prensa e investigaciones judiciales Berlusconi entró en la política hace 17 años para evitar ser condenado por sus vínculos con la mafia siciliana y para multiplicar su fortuna. Con Berlusconi se inauguró en Italia la era del empresario que manipula la política para sus fines, que compra conciencias, partidos políticos, medios de comunicación y que atemoriza y chantajea a sus oponentes.

Italia ha asistido en todo ese tiempo a la concentración sin precedentes del poder en manos de un solo hombre y a una confusión total entre lo privado y lo público. Sus dos primeros gobiernos erosionaron las instituciones democráticas, acabaron envueltos en una corrupción desenfrenada, conflicto de intereses y los vicios de un personaje con delirios de emperador. Berlusconi tiene el insuperable registro de ser el político italiano más juzgado de la historia con 16 juicios, cuatro en curso, tres absoluciones y nueve salvados por indultos o leyes hechas a su medida.

Lo que se desconocía era su etapa de sultán, desnudada después de su tercera asunción al poder en mayo del 2008, con un harén pagado en buena parte con dineros del fisco. Harta de ser humillada en público su esposa Verónica Lario, le pidió el divorcio en el 2009 y lo acusó de maniático sexual y de frecuentar menores de edad. Lo demás ha sido la madre de todos los escándalos y de todas las investigaciones judiciales.

Los fiscales de Milán le han puesto el apodo de ‘El Sultán de Arcore’, en referencia a la lujosa residencia donde escenificaba sus orgías. Descubrieron un edificio, construido por Berlusconi con dineros que se sospechan ilícitos, en el que residían 14 jovencitas que conformaban parte de su harén.

El voluminoso expediente de los fiscales incluye vídeos, fotografías, grabaciones de conversaciones telefónicas y declaraciones de testigos directos que pre-figuran la culpabilidad de Berlusconi. Lo más escandaloso han sido las revelaciones de sus relaciones con una menor de edad marroquí a la que ofreció $5.5 millones para comprar su silencio, a parte de $600 mil entregados en efectivo, según información que reposa en el expediente. En cuestión de meses Berlusconi regaló $3.5 millones en efectivo y joyas a sus amantes, algunas de las cuales fueron nombradas en puestos públicos.

Los fiscales de Milán, con Ilda Boccassini al frente –la fiscal más prestigiosa de Italia y la que ha dedicado la mitad de sus 30 años de vida profesional a documentar los nexos de Berlusconi con la mafia– están convencidos de que tienen las pruebas plenas para acusar al primer ministro de prostitución de menores y abuso de poder en el ejercicio del cargo. Esas acusaciones pueden significarle 15 años de cárcel.

Se ha comprobado que Berlusconi sabía que estaba consumando relaciones sexuales con menores de edad por cuyos favores pagaba directamente o a través de proxenetas. Los fiscales descubrieron una cuenta bancaria secreta a través de la cual Berlusconi pagaba algunas jovencitas que asistían a las orgías en sus diferentes residencias. Los fiscales luchan a brazo partido contra el enorme aparato político y abogados de un personaje que redujo el papel de las mujeres a meros cuerpos que manipula y luego desecha como un cadáver.

Los analistas opinan que se está cayendo por donde nunca habría pensado que lo haría. Es una revuelta de palacio, pero de la parte más escondida e inaccesible: el harén. El peligro no estaba afuera, no eran los jueces ni los tribunales. Estaba en casa. Eran las mujeres explotadas y degradadas por Belusconi.

*PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO

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