• 13/08/2015 02:00

El síndrome de Hybris y cómo hacer para afrontarlo

Advierte un intemporal refrán que el poder no corrompe, desenmascara. 

Advierte un intemporal refrán que el poder no corrompe, desenmascara. Todos hemos vivido la dramática experiencia de ver cambios sustantivos en el comportamiento de amigos, conocidos e incluso familiares al ser investidos con una posición, rango o cargo que les brindan total o cierto manto de autoridad.

El otrora reservado y cauto amigo de repente se nos presenta con voz grave, frases cortas y caminar amplio e intimidante. ¿Qué paso? ¿Por qué el antiguo calmo y tranquilo compañero ahora se nos muestra con más resolución que Stalin o el mismo Hitler? Puede que incluso nos preguntemos si nuestro amigo en realidad ahora se nos reveló en esencia o si, por el contrario, no es más que una simple pantalla.

El connotado neurólogo David Owen nos describe el denominado síndrome de Hybris, un cuadro sintomático que camina entre el narcisismo y la paranoia, y que se presenta en hombres y mujeres quienes, por la investidura del cargo que ocupan, empiezan a considerar sus juicios y pensamientos como superiores e indignos de ser sometidos al cuestionamiento o examen por parte de la razón humana corriente.

Dado que en virtud de su cargo, estas personas tienen la facultad de tomar decisiones y están en muchos casos a la cabeza de la pirámide organizacional o social, son con frecuencia alabadas y ponderadas excelsamente de modo constante por el resto de los colaboradores o asociados, y esto, sumado a la creciente valoración, tanto ideacional como conductual de la propia suficiencia, consolidan en el sujeto la imagen de gobernador de gobernadores o visionario supremo.

Tenemos entonces a una persona que al decidir ya no lo hará por la justeza de sus razones o por lo que la experiencia sugiere o impone, sino que lo hará pensando en lo que a su juicio elevado y preclaro es necesario e impostergable. ¡Que aparezcan las estatuas y edificaciones que celebren los nombres!

¿Qué hacer para no ser víctima de este síndrome?

Si usted asume un puesto de mando o poder, recuerde siempre que el resto de los mortales también, al igual que usted, posee un cerebro y que funciona. Jamás haga caso ciego a las frases aduladoras que nunca dejaran de estar y procure siempre, además, tener un sano equilibro entre su vida familiar, profesional y el necesario descanso.

Este síndrome anida en las necesidades de aprobación y aplauso que todos tenemos. Si observa este cuadro en su jefe, camine con cuidado.

PSICÓLOGO DE UDELAS.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus