• 16/07/2019 02:01

Impacto socioeconómico de la deserción escolar

En este contexto, es preciso prestar atención al alarmante incremento de la deserción escolar en Educación Premedia y Media. 

B enjamin Franklin (1706 - 1790) solía decir ‘No fracasé, encontré 100 maneras de hacerlo mal' y ‘Algunas personas mueren a los 25 años de edad y los entierran a los 75', reflejo de su enorme pasión por experimentar y aprender. Franklin no estaba a favor de la educación tradicional, sino que creía en los nuevos métodos de experimentación y aprendizaje dirigidos por los estudiantes, a través de la experiencia individual, porque la personalidad está formada por el entorno de cada uno.

Más de 200 años después de su muerte, el debate sobre la inefectividad de la educación tradicional continúa a nivel mundial, acelerado por la cada vez mayor influencia de la tecnología, y cobra particular relevancia en Panamá, el sexto país más desigual del mundo, cuyo sistema educativo ha estado históricamente divorciado de su realidad laboral.

En este contexto, es preciso prestar atención al alarmante incremento de la deserción escolar en Educación Premedia y Media. Entre el 2008 y 2018 el Estado panameño invirtió más de $15.5 mil millones en Educación y la economía generó 446 681 nuevos empleos. Pero el número de Graduandos en Educación Media solo aumentó 7 % y hubo 50 % más de desertores. Hace 10 años se graduaba 1 de cada 2 estudiantes que iniciaba Primer Ciclo, hoy es 1 de 3, mientras que antes los jóvenes menores de 30 años obtenían 1 de cada 4 nuevos empleos, hoy es 1 de 13.

La quintuplicación de los nuevos estudiantes a Educación Premedia y Media (15-19 años) durante el período 2009-2014, el aumento en la deserción y el hecho de que 95 % de los Graduandos humildes busca trabajo, ocasionó un marcado aumento de jóvenes ingresando prematuramente a un mercado laboral sin la capacidad para absorberlos, al tiempo que se redujeron los espacios laborales para esta población.

La proporción de jóvenes buscando trabajo es hoy mayor que nunca. El número de ellos (as) que ingresó a la Población Económicamente Activa (PEA) entre el 2014 y 2019 (53 480) fue muy superior al aumento registrado en los 10 años anteriores (2004-2014) juntos (36 732), al tiempo que los empleos juveniles generados en la última década (31 211), fueron menos de la mitad de los creados en el quinquenio anterior (71 992).

Anualmente unos 13 mil adolescentes desertores y la mayoría de los nuevos bachilleres de escasos recursos comienzan a buscar una manera de ganarse la vida, incursionando prematuramente en un mercado laboral para cual no están preparados, ‘condenados' a una vida de precariedad, temporalidad e informalidad laboral, así como a trabajos manuales, repetitivos y mal remunerados, que les dificultan construir un proyecto de vida como plataforma para lograr movilidad social. Peor aún, trabajos potencialmente automatizables a corto o mediano plazo.

En los últimos 10 años, el empleo juvenil creció 36 puntos porcentuales por debajo de la expansión del empleo adulto (7 % vs 43 %), inclusive menos que su crecimiento poblacional (16 %).

Las repercusiones de este fenómeno concurrente con el ‘boom' que ha vivido el país son enormes, incluida la pérdida de competitividad de nuestra mano de obra, creciente alienación social y delincuencia, que se triplicó en la última década, según los resultados de las Encuestas de Victimización que se realizan anualmente. Hoy se comenten más de 630 mil delitos por año, es decir, 1.2 por minuto.

En los últimos cinco años se generaron más Ninis de 15 a 29 años (23 951) que empleos juveniles (22 273). Los jóvenes de 15 a 29 años son un tercio de la población en edad productiva y 60 % de quienes buscan trabajo, pero solo se benefician del 7 % del crecimiento del empleo en la última década, aportan el 61 % de los desempleados del país, 1 de cada 4 de ellos no trabaja ni estudia (Nini), representan 57 % de la población penitenciaria y se ven involucrados en 2 de cada 3 detenciones que hace la Policía Nacional.

Más aún, 83 % de los jóvenes humildes siente que sus perspectivas laborales no han mejorado, somos el país latinoamericano con la mayor proporción de adolescentes que ve la educación como una ‘pérdida de tiempo' y enfrentamos la peor crisis de empleo juvenil de la historia.

Debemos despertar en los jóvenes la pasión por educarse y aprender, lo cual amerita el replanteamiento de los métodos de enseñanza. Como decía el mismo Benjamin Franklin, ‘Dime y lo olvidaré, enséñame y lo recordaré, involúcrame y lo aprenderé'. El reto es grande, no hay tiempo que perder.

ASESOR EMPRESARIAL.

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