Nuestro Panamá viene enfrentando, durante muchos lustros, diferentes dilemas que se entremezclan con las numerosas incertidumbres, mientras a nivel nacional la situación social ha empeorado progresivamente.

El país —y hay que decirlo— ha estado padeciendo una grave crisis social, económica y política, al tiempo que la pobreza, el desempleo y la exclusión social se han ido extendiendo sobre capas cada vez más amplias de la población.

Desde el punto de vista económico, con la multimillonaria deuda heredada de la empresa criminal conjunta que dejaron Nito y Gaby, aún no se sabe lo que hay qué hacer, mientras que desde el campo político, los sectores clientelistas y populistas, recurren a falsos argumentos sociales nerviosos como están por las posibilidades crecientes de ver perder su capacidad oportunista, de gastar el dinero de los contribuyentes.

Para el común de la gente, las incertidumbres y dilemas que emanan de la importancia del problema fiscal se acrecientan en la medida en que no se crean puestos de trabajo, la no reducción de gastos, el aumento del costo de la vida, la quiebra y cierre de negocios y la poca inversión.

Cada día se palpa que la gente tiene miedo de consumir (v.gr: disminución de galones de combustible en las gasolineras de todo el país) y los letreros de “se alquila” o “se vende” de los bienes raíces, retratan el temor hacia los bienes durables, mientras el gobierno debe hacer frente a la baja recaudación pero sin poder aún, reducir el gasto público.

En este contexto, le corresponde a los ciudadanos y ciudadanas panameñas, y al resto de la población que no se identifica ni pertenece a las corporaciones políticas que monopolizan el escenario, irrumpir como actores reales para impulsar el proceso constituyente en aras de realizar un esfuerzo de liderazgo muy grande para que sus propuestas y sus objetivos en torno al manejo de la política económica y social logren abrirse paso, construyendo instrumentos y mecanismos que nos permitan incidir de manera efectiva en estos terrenos.

Tenemos que acercar más a la población panameña —que no ha sido secuestrada o contaminada por el gatopardismo de la partidocracia electorera— a la reflexión sobre los asuntos públicos y su apropiación de los conceptos e indicadores económicos más importantes de la coyuntura.

Debemos contribuir cada día más a la formación de una cultura democrática y participativa en torno a los temas de política económica y social, y poder así fortalecer la capacidad de intervención de los ciudadanos y ciudadanas en torno a las decisiones en materia de política económica y social.

El extraordinario dirigente Martin Luther King, enseñó: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte del vivir juntos como hermanos”. Llegó la hora para los panameños: ¡O nos unimos para y por una Constituyente o, simplemente, nos hundimos!

*El autor es abogado y docente universitario
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