• 04/01/2013 01:00

Los independientes

Indiscutiblemente el tema de las postulaciones independientes a cargos de elección popular trata por todos los medios de cautivar a un e...

Indiscutiblemente el tema de las postulaciones independientes a cargos de elección popular trata por todos los medios de cautivar a un electorado confuso y algo frustrado por las actuaciones y desempeño de algunos políticos en función y ejercicio del poder.

Definitivamente resulta difícil tratar de, más que defender, orientar con relación a definir y valorar el verdadero concepto o carácter del término independencia o independiente. Para no caer en imprecisiones, consulté su interpretación en uno de mis diccionarios Larousse, que dice: ‘Independencia: Estado de una persona o cosa independiente; Entereza, firmeza de carácter muy independiente. Autonomía y especialmente la de un Estado que no es tributario ni depende de otro’. ‘Independiente: Que no depende de otro. Que no quiere depender de nadie. Un carácter muy independiente. Sin relación con: punto independiente de la cuestión. Independientemente’.

Bajo esta premisa considero que verdaderamente independiente es quien consciente de que lo que gira alrededor de la hermenéutica administrativa del Estado de una u otra forma le afecta o beneficia, se desliga y desinteresa de participar de forma activa o pasiva en política, dedicándose exclusivamente a su rol empresarial, profesional o cualquier carácter individual. Desde mi polémico punto de vista, salvo rarísimas excepciones, quienes por autonombramiento se catalogan independientes, no son más que politiqueros arribistas y oportunistas que buscan ascender al poder público descalificando y renegando de la política y los políticos, con el único propósito de satisfacer ego y apetitos personales. Nadie en sano juicio puede desconocer que toda sociedad moderna aún en la diversidad de ideas, exige organización colectiva, doctrina y principios ideológicos que determinen la razón de ser. Es utópico y hasta aberrante concebir gobernantes o recintos parlamentarios donde cada miembro se considere una isla o individuo omnímodo.

Pero como quiera que la experiencia y la cronología histórica en el país sobre esta materia nos produce alguna suspicacia, vale mencionar la metódica y sistemática difusión que de manera permanente, ya sea por comisión u omisión, trata de vender este producto electoral.

Más sospechoso aún es que el TE, organismo regente cuya imparcialidad debe ser garante de los procesos democráticos, tiene una propaganda alusiva a proponer el voto independiente. Aunado a ello está la mano negra del Ejecutivo, cuya ansiedad y objetivo es mantenerse a perpetuidad en el poder. Para nadie es un secreto que realiza toda clase de trucos y artimañas que le propicien un escenario favorable a los intereses del oficialista Cambio Democrático. Precisamente las reformas electorales de la Ley 54 son parte que crean las condiciones a tales pretensiones.

Ante tal coyuntura aquí no se puede pecar de ingenuos. Aquellos miembros del colectivo que por supuesto descontento con el virtual candidato del opositor PRD Juan Carlos Navarro, alegan emitirán su papeleta en blanco o no votarán con él, deben ser calibrados como tránsfugas en 2da versión.

De la misma manera, aunque no podemos arropar a todos con la misma manta, quienes por oscuros y particulares intereses se prestan para aupar y estimular proyectos aventureros que debilitan y puedan sostener al actual régimen, no queda más alternativa que llamarlos por lo que realmente son, mercenarios, farsantes e hipócritas, mercaderes sin Dios ni Patria.

¡En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario! George Orwell (1903-1950) Escritor británico.

DELEGADO PRD

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