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- 27/07/2013 02:00
La globalización de la indiferencia
A quel cuatro de febrero de 2012 nos habíamos dormido en la madrugada escuchando las noticias de la Comarca. Todo parecía indicar que iban a reprimir a los ngäbes. Exhausta emocional y físicamente, quedé dormida hasta que me despertaron con la noticia de que la Policía Nacional había asesinado a Jerónimo.
Mi madre y yo llorábamos como si hubiésemos perdido a un familiar. Nadie nos entendía. Cuando hablaba del tema, la gente lo soslayaba, mirándolo de lejos.
‘La Policía Nacional violó dos mujeres ngäbes, una de ellas menor de edad, irrespetaron iglesias, domicilios, comercio, buses de transporte colectivo, hospitales, incluso, arrestaron transeúntes solo por tener facciones indígenas’, dice Pastor Durán Espino en La Estrella de Panamá.
Erase un niño de ojos grande y largas pestañas de 11 años, muy inteligente. Fue recluido en el Hogar Tocumen por tener un hogar disociado. Al cabo de un tiempo, escapó, creo que, por no sentirse confortablemente tratado.
Aquel lindo niño de ojos grandes y pestañas largas se fue a vivir a un cuarto en Curundú con dos amiguitos más.
Imagino que delinquían para sobrevivir, hasta que fue atrapado y llevado al Centro de Cumplimiento. No supe más de él, hasta que el 9 de Enero observamos con terror lo sucedido en aquel lugar. Ese niño fue una de las víctimas del incendio.
Nadie se siente responsable por la muerte de Jerónimo Rodríguez Tugrí, ni de las mujeres violadas... Dicen que fue el SENAFRONT. No hay un responsable, hay 952 mil 333 responsables que decidieron que ‘los locos somos más’.
¿Quién es el responsable por la sangre de los jovencitos quemados en el Centro de Cumplimiento? Todos respondemos: ‘Yo no he sido, yo no tengo nada que ver, serán los policías’. Decimos: ‘Pobrecitos, que castiguen a esos policías pervertidos!’. Con esas expresiones nos sentimos justificados. Hoy nadie se siente responsable de nada.
Es nuestra actitud ante la vida la que nos hace partícipes de todas estas desgracias. No exigimos que se haga justicia, no exigimos el esclarecimiento de los hechos. Permitimos que el monstruo vaya creciendo.
El papa Bergoglio denunció que el hombre actual está ‘desorientado, no está atento al mundo en el que vive, no cuida y no custodia lo que Dios ha creado para nosotros, ni siquiera cuidamos los unos de los otros’. Y agregó que ‘cuando esa desorientación asume las dimensiones del mundo, se producen grandes tragedias’.
Neonatos fallecidos sin explicación alguna, jóvenes asiáticos secuestrados y asesinados salvajemente, un abogado desaparecido después del escándalo de Financial Pacific, políticos corruptos que llegan al poder a través de compra de votos, cambios de residencia fraudulentos y distribución de otras cosas más que nadie investiga. Lisiados, muertos, afectados por el dietilenglicol y por la masacre de Changuinola. Sobreprecios en los proyectos del Estado, desfalcos y peculados al erario público. La canasta básica por las nubes, el sistema de salud colapsando. Se dañan los equipos, no hay medicinas, no hay reactivos. Intentan quitarnos el derecho a la vista al mar en la Calzada de Amador. Intentan vender las áreas protegidas, que es nuestra verdadera riqueza. Irrespetan las leyes de uso de suelo. Y si no nos afecta, seguimos nuestro camino. Quizás criticando al Régimen o lanzando improperios contra él. Finalmente, ¡no hacemos nada!
¿Qué hacemos todos los demás que no nos dejamos llevar por la moda o el marketing electoral en el 2009 y tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas? ¿Qué hacen las iglesias, los sindicatos? ¿Qué hacen la Cámara de Comercio, CAPAC, APEDE, el Colegio de Abogados, los maestros, estudiantes, los Partidos Políticos? He visto a algunas organizaciones hacer el mayor de los esfuerzos por reunir a todas las fuerzas vivas del país: El Frente por la Democracia, Alianza Ciudadana, Federación de Comunidades de Áreas Revertidas, y otras más. Pero las segundas agendas de muchos, las han debilitado.
Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia del llanto, de la compasión.
En una de sus homilías en, el papa Francisco dijo que ‘la globalización de la indiferencia nos hace a todos innombrables, responsables sin nombre y sin cara’.
La sociedad de hoy recuerda a Martin Niemöller cuando dijo: ‘Vinieron los nazis a llevarse a los comunistas y guardé silencio, porque yo no era comunista. Vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.’.
ESPECIALISTA EN FINANZAS PÚBLICAS Y HUMANISTA.