• 27/03/2022 00:00

Innovación en salud: una agenda pendiente

“[...] nuestra agenda de innovación en salud debe comenzar por establecer un proceso de coordinación efectiva y sostenible de los servicios de salud entre el Minsa, la CSS y, por qué no, el sector privado [...]”

La semana pasada, fui invitado por la Cciap a hacer una ponencia sobre el tema “innovación en salud”, como parte del Foro Panamá como centro de innovación en salud: oportunidades para el desarrollo sostenible y económico, en el contexto de la Expocomer 2022, la primera presencial, después de dos años de pausa por la pandemia de COVID-19, con el reto de volver a la normalidad.

En ese contexto, lo primero que se me vino a la mente fue que, para innovar en salud, al igual que en cualquier otro terreno, bastaba, como señalan algunos expertos, con implementar un producto o un proceso nuevo o significativamente mejorado, utilizando un nuevo conocimiento o una nueva combinación de conocimientos existentes y entre las actividades innovadoras se incluyen todas las actuaciones científicas, tecnológicas, organizativas, financieras y comerciales.

Esa definición, como veremos adelante, tiene su complejidad, y dista mucho de ser la única opción en un país con una transformación pendiente de su sistema público de salud que viene arrastrando falencias que le impiden garantizar la Cobertura Universal de servicios de salud humanizados, integrales, inclusivos y de calidad a toda la población en todos los lugares.

Habiendo llegado a esa conclusión, decidí establecer como hilo conductor de mi ponencia la transformación pendiente, sin olvidar, por supuesto, la necesidad de incorporar en lo posible y de forma paralela, los elementos fundamentales del enfoque innovativo que nos ayudará a superar los desafíos comunes y construir un futuro mejor.

Dicho lo anterior, nuestra agenda de innovación en salud debe comenzar por establecer un proceso de coordinación efectiva y sostenible de los servicios de salud entre el Minsa, la CSS y, por qué no, el sector privado; tomando como referencia obligada los elementos planteados en el documento “Lineamientos propuestos para la mejora y fortalecimiento del sistema público nacional de salud integral en el marco de una política de Estado”, que está archivado en alguna oficina gubernamental, pues lo recibió el Ejecutivo de turno hace casi una década.

Allí están identificados, para comenzar a innovar, los siguientes problemas relevantes en el sistema de salud: segmentación y fragmentación del sistema; débil función rectora del Minsa; falta de acceso a los servicios de salud con equidad; carencia de recursos humanos, de insumos sanitarios y medicamentos; falta de coordinación institucional intra y extra sectorial; deficiente capacidad gerencial y, en ocasiones, técnica, a nivel de los establecimientos del sistema de salud panameño; carencia de infraestructuras óptimas; falta de sistemas adecuados de información técnica y sistemas financieros que sustenten los procesos de planificación para los modelos de gestión y provisión de servicios integrales y; un modelo de servicios de salud con una visión centrada en la enfermedad, deshumanizado, separándose del concepto de integralidad, que beneficie verdaderamente a la población.

Pero aquel documento no es solo una especie de “paño de lágrimas”. También propone lineamientos para la mejora del sistema, los cuales incluyen: ejes (institucionales e intersectoriales) para el desarrollo de los lineamientos; consideraciones del marco legal por etapas; modelo de gestión del sistema nacional público de salud; modelo de provisión de servicios de salud integral del sistema nacional público de salud; modelo económico-financiero del sistema nacional público de salud y; un plan de contingencia para los aspectos de atención. Para mí es claro que el camino hacia la innovación en salud pasa obligatoriamente por la corrección de las falencias antes señaladas.

Pero volvamos al otro componente de la innovación. Y para ello me referiré al documento “Índice de Innovación Global (GII) 2019: Crear vidas saludables: el futuro de la innovación médica”. Este índice es un instrumento utilizado a nivel internacional como guía para la innovación en cada país. Se basa en 22 indicadores organizados en dos subíndices, el subíndice de insumos de innovación y el subíndice de resultados de innovación; cada uno construido alrededor de sus respectivos pilares. En la última evaluación disponible, nuestro país calificó en el puesto 75 de 132 para el año 2019, y descendió a la posición 83 el año pasado, lo que hace obligatorio que también mejoremos en todos los indicadores del citado índice.

En todo caso, como se afirma en el documento citado, la innovación médica ha contribuido en gran medida a las mejoras en la atención de la salud, las cuales a su vez han impulsado un aumento sostenido de la esperanza de vida y de la calidad de vida, lo que se ha traducido en contribuciones sustanciales al crecimiento económico. Pero, como también se señala, la innovación va más allá de la innovación tecnológica: toma múltiples formas que mejoran los medicamentos, las vacunas y los dispositivos médicos y que considera la prevención, el tratamiento y la prestación y organización de la atención médica en general.

Y ese, precisamente, fue el hilo conductor de mi ponencia. Los panameños tenemos que movernos en las dos direcciones arriba descritas. Para ello contamos con abundante bibliografía y acuerdos nacionales; recursos humanos y financieros suficientes; apoyo del Sistema de Naciones Unidas, y ahora, la posibilidad real de una alianza estratégica con el sector privado.

Médico, exrepresentante de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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