• 22/07/2018 02:00

Juan Carlos Varela en su remolino

En un principio Varela, siendo Vicepresidente de la República, se comentaba mucho que sería el candidato oficialista

El Presidente Juan Carlos Varela, sin darse cuenta que sus propias palabras lo han metido en un gran lío, ha entrado en un torbellino de aguas muy profundas. Entrar o caer en él es muy fácil, pero salir de él se hace sumamente difícil.

En un principio Varela, siendo Vicepresidente de la República, se comentaba mucho que sería el candidato oficialista. Después de la ruptura de la alianza se postuló como candidato presidencial de oposición y ganó. De acuerdo con la agencia de noticias EFE, en su publicación del 9 de noviembre de 2017, el Presidente Varela manifestó que recibió ayuda de Odebretcht de $700,000 a través de aportes que hizo el Dr. Jaime Lasso para su campaña Presidencial del 2009.

La agencia noticiosa también escribió que el Presidente había manifestado que ‘estas contribuciones se utilizaron como apoyo para material promocional, propagandas, juguetes y ayuda social a lo largo del país. Además, el apoyo recibido por el Dr. Jaime Lasso fue reportado al Tribunal Electoral'. Desde la ‘donación' de Odebretcht al Dr. Lasso, el Presidente Juan Carlos Varela comenzó a perder credibilidad y se dio inicio al descenso de su popularidad, lo que se puede deducir de las muchas encuestas mensuales, que hasta hace poco, hacía la prestigiosa empresa Dichter & Neira.

Varela siempre ha insistido (por más de 4 años) de los beneficios de su plan de gobierno, que tituló ‘Panamá Primero'. Lamentablemente solo una pequeña parte de dichas promesas o planes se han cumplido; el resto quedaron solo en promesas de campaña.

El Presidente Varela debe olvidarse del pasado que, cual ‘fantasma', afecta todo lo que hace de bueno su administración. Él es Presidente de todos los panameños y debe llevar a cabo, aunque sea por el poco tiempo que le queda de gobierno, los compromisos de su campaña no cumplidos y darnos a los panameños unas elecciones completamente libres en mayo del 2019. Sería un buen final de su administración.

No hay duda de que el expresidente Ricardo Martinelli abusó mucho poder que tuvo en su gobierno y también que se tomaron medidas muy impropias que lo tienen hoy defendiéndose de varios cargos. Por su parte Varela y su gobierno populista con ‘falta de transparencia' y muy malas decisiones, como por ejemplo, prorrogar cada semestre, el fracasado ‘control de precios', endeudó también al país a niveles nunca vistos en nuestra historia. La burocracia estatal aumentó en más de 200,000 funcionarios durante su gobierno.

El Dr. Roberto Reyna, eminente cirujano cardiovascular que labora en el Mercy Hospital de Miami y siempre, como buen panameño, está atento a los problemas nacionales, escribió hace poco en las redes sociales un interesante artículo del cual me permito reproducir parte del mismo: ‘Mis simpatías estaban con Croacia, por ser un país pequeño (alrededor de 55,000 km. cuadrados, menos que Panamá y poco más de 4 millones de habitantes), que hace poco más de 3 lustros (1991) logró su independencia, después de sufrir la guerra de los Balcanes, mayoritariamente católico y con un equipo esforzado, coherente, con jugadores que nunca se daban por vencidos, sencillos e igualitarios (no tiene súper estrellas, como Portugal o Argentina). Pero lo que ha cautivado la imaginación de los que creemos en la honestidad, dentro y fuera del gobierno, ha sido su presidenta: Kolinda Grabar-Kitarovic. Acudió a los partidos, volando en clase turística, pagándose el boleto de su bolsillo y solicitó a su gobierno que le descontara, de su suelo, los días que ha estado ausente de sus funciones'.

Ojalá el Gobernante de hoy y los próximos Presidentes, así como nuestros dirigentes políticos actuales y los del mañana, imiten el ejemplo de honestidad que nos dio la Presidenta de Croacia, quien, además, ante la crisis económica de su país, tomó las siguientes medidas para reducir el gasto público: vendió el avión Presidencial, vendió los 35 Mercedes Benz que estaban asignados a ella y a los Ministros y otros funcionarios y devolvió el dinero a las arcas del Estado, bajó su salario y el de los ministros a la mitad, bajó los gastos y el salario de los embajadores y cónsules al 60%, aumentó el salario mínimo para el sector privado, eliminó la jubilación para senadores y congresistas.

Que diferente sería Panamá si tomamos algunas de estas medidas y contáramos, aunque sea por pocos días, con una Presidenta como Kolinda Grabar-Kitarovic.

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