• 18/05/2025 23:00

La felicidad que soñó Pepe Mujica

La muerte del expresidente del Uruguay, José “Pepe” Mujica, el pasado martes 13 de mayo, deja un vacío, más que político, de sensibilidad humana, que Latinoamérica verá difícil de llenar. Reproduzco extractos de un artículo escrito en el 2012 que deja evidencia de su visión sobre la humanidad y, de cierta forma, las interrogantes sobre su destino.

Vladímir Hernández de la BBC publicó en el 2012 un reportaje titulado: “José Mujica: The World poorest president” (El presidente más pobre del mundo). Mujica asumió el poder en el año 2010. Pasó 14 años en la cárcel por sus actividades político-guerrilleras. Fue liberado cuando Uruguay retornó a la democracia y decretó una amnistía.

Hernández inicia su escrito relatando que: “La ropa cuelga afuera de la casa en el tendedero. El agua proviene de un pozo en un patio lleno de maleza. Sólo dos agentes de policía y Manuela, una perra de tres patas, vigilan el exterior. Esta es la residencia del presidente de Uruguay, José Mujica, cuyo estilo de vida difiere marcadamente de la de la mayoría de los otros líderes mundiales”.

El enfoque que da la BBC al presidente es un tanto sesgado y ligero y lo que muchas personas quedan discutiendo son las condiciones en las que ha decidido vivir y muy poco sobre su visión filosófica sobre la vida:”Me llaman ‘el presidente pobre’, pero no me siento mal. Las personas pobres son aquellas que sólo trabajan para tratar de mantener un estilo de vida caro, y siempre quieren más y más (...) Puede parecer un viejo excéntrico... Pero esto es una elección libre”, dijo Mujica.

Sobre la visión filosófica de Mujica, en su intervención ante sus pares en la Cumbre de Río+20 en el 2012, en resumen, manifestó: “... Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sostenible. De sacar las inmensas masas de la pobreza. ¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo, que es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes? ¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? (...) ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿O tendremos que darnos algún día otro tipo de discusión? Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo”.

Siguió preguntando: ¿Es posible hablar de solidaridad y de que ‘estamos todos juntos’ en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad? (...) el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política”.

“Venimos al planeta para ser felices. (...) Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental. Pero si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, —porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros— pero ese hiperconsumo es el que está agrediendo al planeta. Y tienen que generar ese hiperconsumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. (...) porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso”.

“Los viejos pensadores —Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras— definían: ‘pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más’. Esta es una clave de carácter cultural. La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir. Mis compañeros trabajadores lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la moto, el auto, y pague cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo reumático —como yo— al que se le fue la vida”.

“Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental. Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos, la felicidad”.

El camino que nuestras sociedades han escogido para avanzar la causa humana, no es el más humano del todo. Así como el recién fallecido Papa Francisco, el ejemplo y pensamiento de Pepe Mujica debe darnos luces lo suficientemente brillantes para entender que es necesario rectificar para el bien de todos y en particular para el bien de los más necesitados.

*El autor es comunicador social
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