• 11/04/2024 00:00

La salud y la justicia

Estos elementos (salud y justicia), junto con la educación, conforman la tríada de los principales determinantes para el engrandecimiento de una nación. Cualquier sociedad que apuntale su desarrollo social y económico en ellos hará crecer su capital humano en todos los ámbitos. La triste realidad es que difícilmente los tres armonizan en un país en el que los gobernantes usan el poder más para “servirse” que para “servir”.

Siendo médico, me centraré en la salud y el daño que la injusticia le propina cuando las autoridades no quieren, no saben o, peor aún, se autosirven, impidiendo o ralentizando el buen desarrollo de las políticas sanitarias. Para muestra, tengo tres botones:

¿Conoce la Unops? Es una dependencia de las Naciones Unidas a través de la cual el Estado panameño podría adquirir medicamentos a precios más económicos que con los proveedores locales. Lo malo es que la mecánica implícita para este proceso puede reñir con algunos aspectos de la ley de contrataciones públicas (asunto perfectible); además, podría afectar intereses de los emporios farmacéuticos locales (asunto algo más complicado de acometer, pero no imposible de atender). Correcciones ambas que sin duda apuntarían al bien común y a la reducción de los costos del Estado, sin afectar la calidad de los productos ni la libre empresa.

¿Conoce de las leyes para la asignación de directores hospitalarios? Basado en la premisa que los concursos por meritocracia ofrecen la oportunidad de postulación a los mejores candidatos, Panamá tiene leyes pertinentes para los siete principales hospitales de segundo nivel, tres hospitales con patronato y para el Instituto Oncológico (Minsa); mientras que para la Caja de Seguro Social las designaciones son “digitales”. Aunque no existe certeza que una escogencia “justa” dará por resultado un buen funcionario, al menos siempre se elegiría al postulante mejor preparado. Para ello debemos eliminar la procrastinación, tener reglas cónsonas con el objetivo institucional, exigir un perfil profesional con ejecutorias y experiencia razonables, todo a través de un concurso por méritos y oposición justo y transparente, que no implique que una sola persona entreviste caprichosamente al postulante o que se asignen puntajes absurdamente elevados por la entrevista. ¿Acaso podrían ser estas las razones de peso que expliquen gestiones mediocres de nuestras unidades ejecutoras?

¿Conoce la realidad de los médicos internos y el porqué la contratación de los mismos se requiere? ¿Será que podemos evolucionar hacia algo mejor en beneficio del país y de los jóvenes médicos? Los dos años de internado son requisito ineludible para obtener la idoneidad para ejercer en Panamá. Sin embargo, bajo la realidad de la evolución del sistema de preparación de los jóvenes médicos (salas de simulación, preceptores preparados en docencia superior, el internet y las TICS) podría replantearse la posibilidad que las rotaciones en campo o externados, que muchas de las escuelas de medicina ya desarrollan dentro de su pensum, sean robustecidas, escaladas y multiplicadas. Ello coordinándolas mejor con las instalaciones sanitarias, el Minsa y la Universidad de Panamá, de esa manera podríamos reducir la obligatoriedad de los dos años de internado a uno solo sin perder la práctica guiada de los chicos y a la vez ganar más plazas para médicos internos en todo el país. Reconozco que habría que estudiar un poco más la viabilidad de esta idea, particularmente de manera práctica, orientada a la excelencia y, sobre todo, sin exabruptos viscerales “no se puedistas”.

Pensemos y actuemos, el sistema de salud, nuestros jóvenes médicos y la población están pagando el precio.

El autor es médico
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