• 13/01/2012 01:00

Lee Myung-bak, una figura plutarquiana

N o hay estadista que no sueñe, que no tenga una esperanza y la del actual presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak es la de ver algún...

N o hay estadista que no sueñe, que no tenga una esperanza y la del actual presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak es la de ver algún día la reunificación de las dos Coreas, tal como en su momento se integraron los alemanes que habían sido separados en dos Estados como una de las consecuencias trágicas de la Segunda Guerra Mundial. Mientras teje sus ilusiones, ofrece una rosa blanca a los norcoreanos mediante la paz y la palabra y con gran generosidad está dispuesto a revitalizar la maltrecha economía de sus vecinos norteños si suspenden las actividades nucleares. El gesto amistoso se ha producido a pesar de la belicosa actitud del gobierno de Pyongyang que en tercera generación dinástica preside Kim Jong-Un y cuyo estreno en la arena bilateral ha consistido en una promesa de continuación de la política de línea dura específicamente en lo militar.

Tal como el presidente Lee Myung-bak ha contado en su autobiografía titulada ‘The uncharted path’, aún no traducida al español, que tuvo a bien facilitarme el embajador de Corea del Sur en Panamá, mi buen amigo Doo Jungsoo, los orígenes de sus progenitores fueron muy humildes y por ello emigraron a Japón por varios años. Al retorno a Corea, dos hermanos menores de Myung –bak murieron durante un bombardeo en la cruenta guerra que dividió a la península coreana en dos Estados. Su padre trabajaba en una granja y su madre tenía un pequeño puesto en el mercado donde vendía pastelillos rellenos de pasta de frijoles. En la escuela, a la hora del almuerzo, Lee no tenía nada que comer y se llenaba el estómago con el agua de la fuente. Años más tarde lo rechazaron en el servicio militar por mala salud. Al término de su bachillerato, organizó su propio negocio, el cual fue la venta de palomitas de arroz. En 1959 se graduó con honores del bachillerato en la pequeña ciudad de Pohang y marchó hacia Seúl. La única manera de ingresar a la universidad de Corea, en la facultad de negocios, era combinando los estudios con el trabajo. Se dedicó durante varios años a recoger la basura del mercado, para lo cual tenía que transportar la carga en una carreta de tracción humana durante varios kilómetros con subidas y bajadas, y esta operación la hacía cuatro o cinco veces al día. Se convirtió en dirigente estudiantil contra la dictadura de Park Chung-Hee, cuyo gobierno quería restablecer sin condiciones las relaciones con Japón, país que había ocupado Corea durante treinta y seis años. En la elección para el cargo de delegado estudiantil, no se dejó sobornar por su oponente, a quien le ganó por amplio margen. Tuvo que convertirse en fugitivo por su férrea oposición a la dictadura y cuando fue apresado cumplió cuatro meses de cárcel.

Ingresó a la empresa Hyundai Construcciones en la que permaneció casi treinta años. Desde un puesto humilde, fue ascendiendo rápidamente al punto que a sus treinta y cinco años era el gerente general y después presidente de la empresa, a la que hizo ganar muchas licitaciones tanto en Corea como en el extranjero. Si algo cabe expresar de su carrera como empresario, diríamos que poseía una gran capacidad de trabajo, un carácter fuerte, una voluntad tenaz, honradez a toda prueba y excelentes facultades como mediador y como amigable componedor capaz de convencer a los clientes potenciales, ya fuesen del sector privado como del estatal, de las ventajas de otorgarle las obras a su empresa. Supo enfrentar con éxito las tentaciones, así como las solicitudes de soborno o de favorecer injustamente a empresas rivales y luchó incansablemente contra ese monstruo que es la burocracia. Prueba de su tenacidad y vocación por el trabajo quedó evidenciada cuando a pesar de haber contraído hepatitis B, continuó trabajando escapándose del hospital cada vez que podía hasta que increíblemente resultó curado. Sus misiones más difíciles fueron en Irak e Irán, pero en ambos países supo ganarse la voluntad de sus funcionarios y desde luego, importantes contratos. En Filipinas ganó para la Hyundai una importante licitación sobre un proyecto de electricidad, pero la perdió porque el país estaba dividido en dos facciones, la del presidente Ferdinando Marcos y la de su esposa Imelda, la de los tres mil pares de zapatos, y en ese proyecto triunfó la facción de la esposa. Incursionó con éxito en países con los cuales Corea del Sur no había hecho negocios, tales como Rusia y China. Le impresionó mucho la afirmación de Gorbachev cuando le dijo que hacía muchos años Corea del Norte era rica mientras la del Sur era pobre, pero esos factores habían cambiado porque la primera escogió el comunismo mientras la segunda el capitalismo.

En 1991 Lee Myung-bak dejó la Hyundai, luego de veintisiete años, pues consideró que había llegado la hora de servirle a su país, al pueblo. Fue elegido para un escaño en la Asamblea Nacional, donde el gobierno le pidió que pronunciase un discurso contra el máximo oponente de su partido, su antiguo jefe en la Hyundai, dueño de la misma. Lee se negó a ello por lealtad. Al perder en las primarias de su partido para ser candidato a alcalde de Seúl, viajó a Estados Unidos por aire, esta vez en clase turista y ya con cincuenta años, para realizar estudios en la George Washington University. A su regreso volvió a postularse para alcalde y fue elegido. En el año 2007 venció en los comicios electorales y es el actual presidente de Corea del Sur. Su vida y su obra son parte de la historia de Corea, de su independencia y del desarrollo de su democracia y de su economía, que hoy es la número trece del planeta. Si hubiese vivido en los tiempos de los antiguos griegos, habría formado parte de ‘Las vidas paralelas’ de Plutarco.

EXPRESIDENTE DE PANAMÁ

Lo Nuevo