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- 29/01/2023 00:00
El legado de Ibeorgun y Gikadiryai en la literatura kuna
Todos los pueblos del mundo tienen su literatura. En forma general, la literatura se puede entender como “textos escritos, hablados o cantados”. En ese sentido, en esta oportunidad me quiero referir a la literatura kuna, cuyas enseñanzas han prevalecido, a pesar del tiempo que ha transcurrido. Es una joya literaria que se debe mantener para que sus enseñanzas sean narradas y aprendidas por los jóvenes.
El kuna es un idioma rico, basado en la oralidad, interpretación de los cantos en sus diferentes manifestaciones: poesía, canto de los sailas, cantos terapéuticos, celebración de la pubertad, etc. Aparte de su gramática, su literatura es muy estudiada por investigadores nacionales y extranjeros. Estas investigaciones reposan en las diferentes universidades del país y del mundo.
Los tratados de Babigala son complejos y extensos que tratan sobre el origen de la naturaleza, sus personajes míticos que llegaron a la Tierra y cómo enseñaron a hombres y mujeres los diferentes modos de convivencia, los secretos de la naturaleza, sus grandes ríos, el mar inmenso, el universo.
En la literatura kuna se analizan muchos personajes míticos, entre otros, Ibeorgun y Gikadiryai. Según cuenta la leyenda, estos dos personajes llegaron a la Tierra para explicar la importancia de las creencias y elementos que conforma la cultura y sociedad de los kunas. Cuando los primeros pobladores no sabían cómo saludar, a reunirse para invocar a Dios, a seguir fielmente sus enseñanzas, a cuidar de la madre naturaleza, a tener poder de convocatoria para que entre todos puedan resolver sus diferencias o los problemas de la comunidad, Ibeorgun fue enviado por el Poder Supremo a enseñar a sus hermanos a ser personas de bien, respetuosas y trabajadoras. Primero, les manifestó a ellos que debían construir una casa grande que se llamaría “iddoged nega” (“casa de reuniones”), que cada parte de la Casa tendría diferentes nombres y funciones. Les dijo que esa Casa sería para invocar a Dios, pero también para construir consensos entre todos, sin distinción de ninguna clase social.
Con el abuelo Ibeorgun vino Gikadiryai. La gran abuela Gikadiryai, con su don de imaginación, empezó a enseñar a las mujeres a diseñar las molas y hamacas coloridas con sus propias manos. Las molas terminaban siendo obras de arte, llenas de belleza desigual basadas en la cultura, naturaleza, creencias e idiosincrasia. Ella también enseñó la importancia de celebrar la festividad de la pubertad, a realizar los oficios de la casa, a trabajar juntas para beneficios comunes. Gikadiryai también enseñó a las abuelas cómo preparar diferentes clases de chicha, coser y diseñar coloridos atuendos. Ella alegaba que esta práctica había que preservarla para el beneficio de las siguientes generaciones.
Gikadiryai también les enseñó a las abuelas a confeccionar cestos, tinajas de todos los tamaños y les dio nombres para que fueran utilizadas durante las festividades del pueblo, y para eso, utilizó materiales que estaban disponibles en la naturaleza. De esta forma, las mujeres Narasgunsobyai, Akuangili, Inairwesob, Wagilikua, Birwesob, junto con las demás mujeres aprendieron de Gikadiryai todos esos oficios. Les dijo que tanto las mujeres como los hombres valían igual, que ambos eran importantes.
Así se registra en la literatura kuna la historia de los hermanos Ibeorgun y Gikadiryai, pero también otras historias fascinantes de personajes como Wago, Biler, Bursob, Olowagdule, Ibeler y sus hermanos, o la gran historia de Baluwala. Cuentos como El tigre y el viejito, El mono que quería ser grande, El ñeque y el perro, Por qué la luna tiene la cara manchada, y otros, forman parte del caudal literario de uno de los grupos indígenas que conforman Panamá.
Uno de los primeros libros que publicó el Dr. Aiban Wagua (q. e. p. d.), un kuna de renombre internacional, miembro honorario de la Academia Panameña de la Lengua, fue Así habla mi gente, recoge las narraciones de sabios que apostaron en todo momento por la preservación de la historia y la cultura, como lo hicieron sus antepasados, que actualmente representan el patrimonio cultural, y el bagaje de todo un conocimiento ancestral que los jóvenes deben aprender para sentirse orgullosos de sus raíces.
La cultura kuna, al igual que su idioma, representan una de esas culturas que se han mantenido en el tiempo y espacio, a pesar de haber sufrido toda clase de marginaciones, torturas y sufrimientos desde que llegaron los primeros europeos al continente, incluso en las primeras décadas de la era republicana.
La historia de los personajes míticos como Ibeorgun y Gikadiryai, y de otros, se seguirán escuchando, porque sus grandes enseñanzas en forma de parábolas, metáforas, leyendas, son aprendizajes cuyo pueblo no los olvida. Considero que, para mantener la memoria colectiva, la identidad de un pueblo es fundamental que los pueblos indígenas sigan contando a la presente y futura generación el legado sobre diversos personajes de la literatura que de una u otra forma representan el devenir histórico de los pueblos indígenas.
Ojalá que el Congreso General Kuna siga proyectando más su visión y misión basado en las profundas enseñanzas de sus antepasados, y de esta forma, seguir generando y motivando a los jóvenes a sentirse orgullosos de sus raíces.