• 25/06/2014 02:00

Entre zapatazos y letras

Cada momento es un episodio, un capítulo de la prosa y es material en bruto para que los reseñadores de la ficción se inspiren.

Albert Camus, el célebre escritor francés, autor entre otras obras de El extranjero y La peste, alguna vez dijo en uno de sus textos que ‘... la pelota nunca viene hacia uno por donde uno espera que venga. Eso me ayudó mucho en la vida, sobre todo en las grandes ciudades, donde la gente no suele ser siempre lo que se dice derecha’. Así reflejaba las lecciones que el fútbol le había dejado en su interacción con la sociedad.

La opinión sobre las enseñanzas que este deporte fijó en el gran pensador del siglo XX, permite colegir sobre la atracción especial entre tal enfrentamiento de oncenos y los cultores de las letras. Algunos tienden a apasionarse y otros, como Borges, eventualmente lo cuestionaron; ‘... once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos’.

Es una experiencia que, a pesar de desarrollarse en una plaza, como escenario, también despierta emociones y genera metáforas, como las de Milan Kundera, el autor checo, ‘... creo que el fútbol es un pensamiento que se juega, y más con la cabeza que con los pies’ o la de Francoise Sagan, al expresar ‘... me recuerda viejos e intensos amores, porque en ningún otro lugar como en el estadio se puede querer u odiar tanto a alguien...’.

El salto y grito sucesivo de la presidenta de Brasil Dilma Rousseff, cuando fue testigo hace unos días de la anotación de la selección de su país sobre Croacia, demuestran que el nivel de la emoción no se mide por la investidura del fanático que vive en graderías las incidencias del duelo sobre la grama y que toman los cuentistas, novelistas y poetas para componer sus historias específicas o que dan al equipo, el carácter de protagonista.

Cada momento es un episodio, un capítulo de la prosa y es material en bruto para que los reseñadores de la ficción se inspiren. Por eso, José Cantero Verni escribió unos versos sobre aspectos concretos de las jugadas: ‘Yo te vi llorar casi en silencio / en aquella final de los recuerdos,/ no es muy fácil errarse dos penales / con la gente gritando tu degüello’.

Mario Benedetti recordó momentos cuando en la niñez se impresionaba con estas correrías y rememoraba: ‘Tiempos en los que hubieses dado tu alma a cambio / de un balón. Horas muertas corriendo por el césped / imitando a tus ídolos, soñando con jugadas / imposibles que siempre terminaban en gol’.

La sensación también hace pensar en el sentido místico, como consideran el español Vásquez Montalbán, al decir ‘es una religión benévola que ha hecho muy poco daño’. Y también José Luis Sampedro, al opinar ‘el culto hispánico religioso ha cedido paso a una nueva fe, en la que los sacerdotes emergen desde una cavidad subterránea y ofician con el pie’.

Otros narradores han creado escritos con argumentos que se centran en el campo. Roberto Fontanarrosa, Umberto Eco, Paul Auster, puntualizó que ‘es un milagro que le permitió a Europa odiarse sin destruirse...’.

Además, Vladimir Nabokov —autor de Lolita— y Eduardo Galeano, con el libro Fútbol a sol y sombra, quien plantea ‘en su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol’.

‘... Lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol’... decía Camus al encontrar valores en esta competencia deportiva; que deja una percepción trascendente y mantiene a una audiencia planetaria pendiente de conocer quien domina ‘futbolísticamente’ el mundo hoy.

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