• 27/02/2013 01:00

Sobre el impuesto al licor

Cuando leí que los fondos que se generen sobre el impuesto al licor serán destinados a obras sociales, me alegré muchísimo. Siempre habr...

Cuando leí que los fondos que se generen sobre el impuesto al licor serán destinados a obras sociales, me alegré muchísimo. Siempre habrá posiciones encontradas cuando de impuestos se trata. Y, definitivamente que el aumento recaerá en el consumidor. A pesar de ello, el que consume una bebida alcohólica sin control, esta medida no lo detendrá en la compra del producto. Y, buscará la manera de conseguir el dinero de más para satisfacer su ingesta excesiva. El exceso es lo perjudicial, su cuerpo le reclama ‘más y más’ hasta quedar rendido o inconsciente y hasta la intoxicación ante el néctar del dios alcohol. La botella es la que lo controla, es la que le dice ‘hasta aquí bebes’ y termina en un cansancio mental y físico, con una guerra interna debido a la adicción y con un dilema tanto personal como familiar.

No solo la bebida alcohólica tiene su aprobación social, también la embriaguez que a la larga le resulta exigente y es aquí donde se complica la cosa cuando nuestro sistema de valores es propenso al consumo de cualquier tipo. Cada individuo tiene su propia estructura de personalidad distinta a la de cualquier otro aunque tengan algunas características semejantes. Sobre todo de sus actitudes emocionales ante un determinado comportamiento. Y todo empieza desde la primera etapa de la adolescencia por imitación, curiosidad, influencia de grupo, sentir mayor autonomía, sentirse adulto antes de tiempo, o porque toman para hacer cosas que sin alcohol no se atreven, y poner a prueba su capacidad de relacionarse emocionalmente. Al parecer, el alcohol las ayuda en su búsqueda. La desinhibición que produce les da sensación de libertad: pueden hacer más cosas. Pero, la verdad es que son menos libres, porque no quieren ser conscientes de lo que hacen. Como resultado, al día siguiente no sienten culpa... ‘fue por culpa del alcohol’.

El hecho de que las fiestas sean en un lugar público, hace que todos sean iguales, ya nadie tiene ventajas por saber cómo se llaman o, de qué colegio es. Entonces hay que sobresalir por algo, tener más personalidad y, el trago ayuda. Algunos publicistas, productores y los que venden el producto interpelan a los adolescentes, porque los consideran un mercado importante y saben que mientras antes se les incorpore el hábito, más fácil será que sigan consumiendo cuando adultos.

A la vez, en el comercio se les vende alcohol como si fueran adultos, hay bares abiertos y, mayor permisividad legal al vender una droga a personas que todavía no son adultas, que aún no tienen estructurado su mundo de valores, ideológico y emocional. Para tranquilidad de algunos padres, sus hijos adolescentes tienen una vida normal, estudian, no tienen una vida sexual promiscua y, cuando toman una copa, no se emborrachan. Mientras más tardío es el consumo hay mayor autocontrol. Es muy fácil caer en la adicción, y eso destruye la vida, la libertad y la dignidad, y deshumaniza. En un buen entorno familiar, en que hay estabilidad emocional, valores claros, un mundo con sentido espiritual, hay pocas probabilidades de que el licor se convierta en un problema.

También quiero referirme a una nota periodística publicada el 24 de este mes en este diario con el título ‘Colegios privados de elite, la elección de los políticos’, referente a un anteproyecto de ley presentado en la Asamblea Nacional por un diputado, a quien felicito por su valentía, al proponer que los políticos por su falta de sensibilidad con la educación oficial tengan al menos un hijo en una escuela estatal. La manera de sensibilizar bajo esta perspectiva a los políticos no es la solución. A los que hay que sensibilizar es a los que dirigen la educación pública, que no tienen ni idea de qué se trata; y, mientras el sistema educativo esté politizado seguiremos en la mediocridad. Reconozco el esfuerzo del gobierno al implementar tecnología y herramientas modernas pero, jamás será suficiente cuando no se fomenta el pensamiento lógico, la ética ciudadana, el sentido de identidad nacional y, cuando la expresión verbal y lecto-escritura se encuentran en penurias.

El que tiene dinero hace con él lo que le parece y en el caso de los políticos o de cualquier otro ciudadano es libre de enviar a sus hijos a la escuela que quiera según sus aspiraciones e ingresos. Muchos lo harán por aparentar lo que no tienen y lo que no son. Me pregunto si en realidad los colegios privados ofrecen una educación académica de primera y de exigencia o simplemente por un estatus social. Muy pocos son los colegios privados y alguno que otro público que pienso sí cumplen con las exigencias de calidad académica.

Opino que no debieran existir diferencias en el tema de la educación académica. Todos por igual, eso haría de este país uno más democrático. El asunto no es el colegio si es privado o público. Cuántos buenos profesionales y ciudadanos no han sido egresados de colegios públicos. Y, cuántos mediocres profesionales y malos ciudadanos no han sido egresados de colegios privados. A mi parecer no es lo público o privado, es el buen desempeño del maestro, el alumno aplicado, el buen hábito al estudio y la buena crianza en el hogar, aspectos que motivan a cualquiera a superarse y el de no consumir de manera excesiva una bebida alcohólica.

ESPECIALISTA DE LA CONDUCTA HUMANA.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus