• 19/01/2024 00:00

Lo banal de la política (1)

Estamos en la antesala de las elecciones en Panamá. La campaña electoral, formalmente, se inicia el 3 de febrero próximo, aún cuando desde hace algún tiempo se han formalizado alianzas. El panorama apunta que no habrá polarización del voto; por el contrario, todo indica que tendremos una dispersión del mismo ante la falta de contundencia en las propuestas de los candidatos, y la ausencia de un sólido marco ideológico y una bitácora de metas a cumplir.

Antecedentes. Entre 2022 y 2023, con las victorias recientes de Boric, Lula y Petro en Chile, Brasil y Colombia, respectivamente, todo presagiaba una marcada tendencia de la izquierda en América Latina.

No obstante las victorias del socialdemócrata, Bernardo Arévalo (65) en Guatemala, y de los recién electos: Novoa (35) en Ecuador y, más recientemente, Milei (53) en la Argentina, se produce un viraje de timón en la política latinoamericana.

¿Qué hay en Panamá?

En la actual policromía de partidos y aspiraciones independientes, hay que admitir que lo que acontece es un colapso de ideologías y doctrinas políticas que, desde hace algunas décadas, se derrumban ante las ambiciones de poder y corrupción de gobiernos que, en contubernio con algunos empresarios que apuestan “a dos manos”, pugnan por el manejo de la cosa pública.

El contenido ideológico fue expulsado por el personalismo en una especie de fetichismo que tomó posesión de las conciencias. Los credos y doctrinas quedaron atrás, tal vez al ser alimentadas con una literatura política de desecho, obligando a prácticas poco éticas con la pérdida de toda moral política.

Desde hace varias campañas los partidos han tirado por la borda sus contenidos ideológicos, convirtiéndose hoy en meros aparatos electorales para transacciones y alianzas políticas que desnaturalizan el colectivo.

México y Argentina, al igual que Panamá, son ejemplos de esta desnaturalización de las facciones políticas y una manifiesta indiferencia hacia el colectivo. En esta pugna y coyuntura electoral, se hace evidente una frenética lucha por ganar simpatías y adquirir canonjías con aquellos candidatos de mayor posibilidades de triunfo.

Estoy convencido de que si hacemos el ejercicio de preguntar a frenéticos seguidores de muchos partidos, cuáles son los objetivos del colectivo en el que se inscribieron, tendríamos, a no dudarlo, decepcionantes respuestas. ¡Continuará!

El autor es periodista y docente
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