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- 22/06/2023 00:00
Logros y desafíos
Tras el colapso económico sufrido por la mayoría de los países del mundo, a raíz de la pandemia, Panamá viene dando muestra de gran recuperación, según indicadores globales de desarrollo publicados recientemente y refrendados por ciertos organismos internacionales.
Así se indica que el PIB se incrementó por arriba del 10 % para el año 2022, con pronósticos para el 2023 mayor al 5 %. Esto se traduce a un valor real del producto, que supera con creces el logrado en el año previo a la pandemia (2019).
El déficit fiscal se contrajo a 3,8 %; es decir, a menos de 1 punto porcentual para cumplir con el normado para la vigencia del 2023. Para este año, la relación deuda/PIB aún supera el 60 %.
El índice de precios ubica al país en un estado de “desinflación”; es decir, en 0.7 % menor al del año anterior, quizá el mejor de toda la región.
Actualmente, el desempleo se aproxima al nivel del logrado en el 2019 (7.5 %). El país conserva sólidamente los grados de inversión.
En virtud de estos resultados, se da a conocer que el BM, Cepal y el BID reconocen el esfuerzo “ejemplar” de este país.
No obstante, cabe señalar que los logros señalados están condicionados, en buena medida, por un asunto metodológico, vinculado al cálculo de los indicadores de producción estimado a precios de un año base más reciente, como también a la variación de los precios, equiparados a los costos de la canasta básica de un “grupo de alimentos” y no de todos, ni de otros bienes o servicios, semejantes a los que el consumidor en general considera.
De allí que, para una parte importante de la población, estos indicadores no se compadecen con la sensación de bienestar que estos suponen, y muy particularmente, con lo relativo al poder de compra que tienen sus ingresos, como también a la poca accesibilidad a un trabajo que garantice mayor bienestar y la seguridad social.
Ciertamente, esto está en correspondencia con un incremento del empleo, que se acentúa en casi un 60 % en la informalidad. Lo último condiciona la baja productividad, la pobreza y la desigualdad económica. Los trabajadores de los países con mayores niveles de informalidad tienen cinco veces más probabilidades de vivir en la pobreza que los trabajadores de los países con menores niveles de informalidad. ¿Qué hacer?
En primer orden, tener la voluntad política suficiente para promover el aumento de la productividad, que será tan decisivo como lo es mejorar la distribución de dicho aumento. Para ello, sería oportuno un plan de acción, a diversos plazos, que contemple esfuerzos radicales en materia educativa y de formación técnica dirigida, en medio de un ambiente de mayor seguridad jurídica y de transparencia en la gestión público-privada, como condición “sine qua non” para la atracción de inversión.
Esta sería canalizada, ante todo, hacia nichos de producción del sector primario y secundario, acompañados del amplio desarrollo de caminos de penetración y sistemas avanzados de regadíos, etc. Aspectos que siguen siendo tareas pendientes de gran potencial hacia el auge de la demanda interna y externa.
Paralelamente, la iniciativa apuntaría al desarrollo de proyectos que se deriven de las oportunidades que siguen brindando la ampliación del canal y la explotación minera; de acciones que promuevan una mayor materialización del concepto Hub Panamá, la construcción de infraestructuras viales y de otro tipo que coadyuven a la diversificación de la oferta turística, vinculándola a las actividades sectoriales indicadas, al turismo étnico-artesanal y de paisajismo, entre otras. Al mismo tiempo habrá de impulsarse la micro y pequeña empresa como pilares no menos importantes para el desarrollo de cierta parte de estos proyectos, pero condicionado a su necesaria transición a la formalidad.
Ciertamente que, en una economía tan abierta como la panameña, los resultados de estas acciones estarán condicionadas a muchos factores de riesgo; entre ellos, los cambios climáticos, la vulnerabilidad de los mercados internacionales de bienes y de capitales, la creciente inestabilidad en regiones de influencia geopolítica, que, cada vez más, hacen presión en el alza de los costos de insumos y otros importados. Indudablemente, afrontar el desafío daría mayor contenido al pronóstico del FMI para el 2028, que ubica a Panamá, nuevamente y por mucho, como el país más rico de la región latinoamericana.