Los nuevos retos en la curiosa era de la ‘digitocracia’

Qué afortunados somos de vivir en este maravilloso tercer milenio, donde la imaginación de Julio Vernes y los inventos de Da Vinci se consiguen en Amazon a buen precio y hasta en ofertas. Quedaron atrás aquellas épocas que durante siglos ni tan siquiera se hablaba de derechos humanos. Donde aún no existían todos esos inventos tan sencillos como la rueda, la pavimentación de vías, la electricidad, el agua potable. Reinaba el atraso, la esclavitud y el irrespeto total de las normas de convivencia civilizada.

Ahora estamos en la era de mayor bienestar de la humanidad, a pesar de que aún sigue existiendo mucho sufrimiento en casi todas partes del mundo. El progreso y desarrollo de las instituciones es evidente aunque perfectible. El respeto al ser humano, la abolición de la esclavitud, el fortalecimiento de la libertad y de la justicia, la organización de las naciones y la generalización de las democracias en casi todos los países, nos han elevado como nunca antes las condiciones de vida.

Hoy en día la mayoría considera que la democracia es tal vez el mejor sistema de gobierno. Algunos la han tratado incluso de imponer como forma de mejorar el desarrollo de la civilización. Son muchos los países que tienen ya gobiernos democráticos.

Gracias al desarrollo de las tecnologías de comunicaciones, ahora nos enteramos también de casi todo lo que acontece hasta en el último rincón del mundo. El que tenga aquí un celular o un amigo con celular, se entera el mismo día, que esa mañana metieron preso por corrupto al primer ministro de un país en Asia que ni conocemos, por haber recibido coimas en el otorgamiento de unas concesiones petroleras.

Esta situación tiene sus ventajas, al empoderar al ciudadano para hacer sentir su voz. Gracias a las libérrimas redes sociales. Esta es una manera de ejercer la soberanía en directo en democracia. Pero también tiene sus gravísimos problemas.

No pueden ser las masas populares, a punta de protestas y cierres de vías, las que gobiernen y decidan los aspectos de la administración, legislación e incluso pretendan influir en la administración de justicia. Por medio de las redes sociales convocan a las protestas para exigir sus reclamos. Eso es excelente, cuando son reclamos justos y positivos, pero no así cuando lo que se exige no esté bien concebido. Al final no se sabe quién fue el que quiso imponer lo que sea que se esté exigiendo. Una especie de nuevo sistema que podríamos llamar “digitocracia” que pudiera asimilarse más bien a la “anarquía” cuyos resultados todos conocemos.

Ya en su famosa Política, Aristóteles, al hablar sobre el sistema democrático, advertía muy claramente sobre ese problema de las democracias. Son las mayorías los que deciden con sus votos, quienes deben ser los gobernantes. Por eso enfatizaba que un pueblo ignorante no puede tener el poder político, pues es muy peligroso.

Aquí por suerte se está tomando conciencia y cada día se oyen más voces que exigen tomar medidas urgentes, ante la necesidad de renovar y mejorar el sistema educativo del país. Ya el presidente del Centro de Pensamiento Trinka y exministro de educación, Dr. Miguel Ángel Cañizales, pidió públicamente la necesidad de declarar una emergencia educativa nacional. La educación tradicional se ha quedado estancada, hay que cambiar su orientación y enfoque hacia los nuevos retos.

Es inmenso el daño sufrido por la suspensión de clases durante el confinamiento, por causa de la pandemia. Luego vinieron las protestas por el contrato de la minera, unido a las constantes manifestaciones del magisterio por sus mejoras salariales y para más los eternos y excesivos días feriados.

Tenemos que preparar a los jóvenes para enfrentar la diversificación de la actividad económica. Se requiere ampliar la gama de actividades que generan nuevos empleos. Repensar también la minería, bajo una administración con técnicas sustentables y con conciencia ecológica, de todos nuestros recursos naturales.

Se habla mucho del turismo, y de los servicios relacionados. Hace falta formarse y prepararse para ser exitosos en ese campo. El turismo no se hace solo con lo que nos dio la generosa naturaleza; es indispensable educar, entrenar y preparar a los operarios turísticos. Pero además del turismo, es indispensable iniciar la producción de bienes de diversa índole, de tecnología de punta, con la vista puesta en las nuevas tendencias de la economía del futuro.

Panamá tiene unas condiciones prodigiosas y grandes ventajas competitivas. Tenemos que exigirle a los candidatos para las elecciones del próximo año, que expongan sus programas de gobierno. Su compromiso de honestidad y de pulcritud en el manejo de los dineros públicos. Sus proyectos de país. Que nos informen acerca de sus capacitaciones, experiencia y hojas de vida. Solo así podremos elegir quienes puedan forjar un cambio para mejorar, con la urgencia que el país exige.

El autor es abogado.