• 08/07/2025 00:00

Los presidentes de
‘la democracia’

El relajo se inicia con la muerte de Torrijos en 1981. Enferman al “electo” Arístides Royo en el 82, y asume su vicepresidente Ricardo de la Espriella. Tratando de ser independiente, Noriega lo depone, quedando su vicepresidente Jorge Illueca, del que Noriega quiso zafarse a semanas del cambio presidencial, al negarse a renovar uso de la nefasta Escuela de las Américas de Estados Unidos. Su vicepresidente, Ozores, hasta se vistió para lucir la banda presidencial.

Luego de la “elección” de Nicolás Ardito Barletta en 1984, vino un maratón de presidentes. Eric Delvalle fuera. Al vicepresidente Roderick Esquivel lo saltaron, quedando ministro encargado Manuel Solís Palma. Por el resto de 1989, de septiembre a diciembre 20, estuvo el excontralor Francisco Rodríguez.

En “democracia”, desde 1989, nuestros mandatarios han durado los 5 años. Endara, Pérez Balladares, Moscoso, Torrijos, Martinelli, Varela y Cortizo.

Aunque Endara ganó la elección por el apoyo y coraje del Partido Demócrata Cristiano (PDC), poco le importó romper esa alianza a los 15 meses, entregándose al tradicionalismo político que, después del golpe de 1968, regresaba triunfante al poder. Conocí bien a Endara porque trabajé más de tres años con él. Excelente abogado laboral y comercial, muy sencillo y afable, pero sin mayor trayectoria política. Sin traumas significativos, fue clave en la transición de un gobierno autoritario a uno de corte democrático.

Pese a no tener el menor chance de recuperarse por ser cómplice de la dictadura, el PRD gana con Ernesto Pérez Balladares, economista, que sirvió en varias posiciones con los militares. Nombrando ministros al margen de la partidocracia, como Gabriel Lewis Galindo y Guillermo Chapman, desarrolló un ambicioso plan de gobierno, que su antecesor, por la crisis de donde veníamos, no llevó a cabo. Mediante reforma constitucional procuró reelegirse, la que fue negada en referéndum.

En 1999, gana la viuda de Arnulfo Arias, Mireya Moscoso, que en 1989 rechazó candidatura presidencial opositora porque su difunto esposo le aconsejó no meterse nunca en política. Sin experiencia profesional y política, sorteó las dificultades de su administración con su feminidad que la hizo agradable y simpática.

El derrotado de 1999, Martín Torrijos, regresa el PRD en 2004, en alianza con un disminuido PDC. Su juventud lo proyectó bien, aprovechándose del mal gobierno de su antecesora. Culminó la aprobación en referéndum de la ampliación del Canal de Panamá, que tanto beneficio ha dado al país.

Ricardo Martinelli, exitoso empresario que venía dando vueltas (director del Seguro Social con Pérez Balladares, ministro del Canal con Moscoso), gana en 2009 en alianza con los panameñistas. El gran problema que tuvo, al margen de las grandes obras que impulsó, fue pensar que podía hacer lo que le diera la gana como si fuera su supermercado. Con eso de “robó, pero hizo”, su legado se pierde en el lugar donde se encuentre por problemas con la justicia.

Juan Carlos Varela, vicepresidente de Martinelli y expulsado de su gobierno, marca el regreso del panameñismo. Su gestión, por una indiscreción suya, al confiarle el desecho de su celular a uno de sus guardaespaldas, queda marcada en la filtración de los mensajes de Whasttapp (VarelaLeaks) que reflejan su principal objetivo: ayudar a los grandes empresarios que decían ser sus amigos y actuar por encima de la ley. Lo mismo que sus antecesores.

Laurentino Cortizo lo reemplaza en 2019 y su gestión se caracteriza por dejar que el PRD haga lo que quiera. Desde el primer día, da las riendas de su gobierno a su vicepresidente José Gabriel Carrizo y al diputado Benicio Robinson, poderoso presidente de la Comisión de Presupuesto legislativa. Los resultados, nefastos: multiplicó por dos la deuda externa y hubo una incontrolable corrupción.

En 2024 vivimos algo inédito. Al inhabilitarse al presidenciable Martinelli, el Tribunal Electoral, por motu propio, ascendió al candidato vicepresidencial, José Raúl Mulino, como abanderado del partido. Gana la elección por 34 %, solo por el apoyo recibido de Martinelli. Nombra a muchas de sus fichas, ya que carece de gente a su alrededor. Su particular carácter y su soledad política lo convierte en un presidente que en menos de un año tiene menos de 10 % de aceptación. Que va de crisis en crisis, las cuales pretende enfrentar, no con el diálogo, sino con la permanente confrontación.

Van siete diferentes administraciones cuya principal característica ha sido el gobernar de la mano de los grandes intereses económicos y manchados por la corrupción.

Con la crisis política, social y económica que vivimos, ¿podrá esa forma de gobernar mantenerse?

Penosamente, no veo que haya posibilidad de avances con quienes prefieren seguir descalificando y confrontando, en vez de dialogar y conciliar.

*El autor es analista político
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