• 12/08/2023 00:00

Magnicidio en Ecuador, lecciones de democracia

“El ciclo de la violencia inicia con actos que pueden ser considerados menores e ir incrementándose conforme es tolerada, por ello, debe ser erradicada desde el primer momento [...]”

El asesinato en una acción violenta que conmociona la humanidad misma de las personas como acto contra su propia naturaleza. Los comportamientos violentos, resultan de la combinación de factores individuales, familiares, y comunitarios que se convierten en una amenaza de alto calibre para un Estado. Cuando una sociedad entera se acostumbra a vivir por mucho tiempo con la violencia, puede llegar a tolerarla como una acción rutinaria y, peor aún, a menoscabar su gravedad, llegando inclusive, a considerarla legítima.

El asesinato de figuras políticas es mucho más que un ataque personal, es un ataque a las ideas que defienden. El uso de la fuerza es una demostración de impotencia, que se presenta como opción para algunos, cuando al sentir la incapacidad de cumplir sus propias expectativas, y para probar las ventajas de sus ideas, necesitan una reafirmación de poder mediante otros medios.

Los procesos electorales democráticos, desde la perspectiva más realista, surgen para que las transiciones gubernamentales se resuelvan de manera pacífica. La historia ya cuenta con suficientes golpes de Estado, magnicidios, revoluciones y otras formas violentas de transición política, que demuestran que la alternancia del poder resultado de los procesos electorales es la mejor opción.

Diferentes sucesos, atentan contra la paz social y deben ser de especial atención. Los medios tecnológicos se han convertido en un nuevo campo de intimidación, coacción o amenazas en contra de los ciudadanos que, de formas complejas, contribuyen a incrementar la tensión y hostilidad, conduciendo a la deshumanización del individuo y la polarización, lo que facilita el camino hacia la violencia física.

“Es tiempo de valientes”, lema del candidato ecuatoriano asesinado, Fernando Villavicencio, es meridianamente claro al expresar los valores que se requieren cuando se defienden ideales que amenazan a sectores poderosos o al mismo “statu quo”. Requiere valentía nadar contra la corriente para hacer llegar un mensaje, que puede no ser correcto, pero que es un derecho inalienable de quien habita en un país libre y que debe ser rebatido solo en el terreno de las ideas.

Este asesinato es un golpe más, agregado a una larga lista de mártires que murieron por sus ideas, por ello, desde la más firme convicción y determinación democrática debemos reaccionar, con la palabra, la tolerancia y haciendo una defensa comprometida de la convivencia en paz. Como muestra de solidaridad con su familia, el pueblo del Ecuador y los demócratas de todo el mundo.

No es un secreto que actualmente la democracia enfrenta una crisis de legitimidad producto de las múltiples problemáticas sociales sin resolver, la desconfianza en nuestras autoridades y la inefectividad de los sistemas ya establecidos. Sin embargo, en estos momentos, debemos ser capaces de analizar objetivamente las diferentes responsabilidades entre los mecanismos y las personas que los dirigen. No debemos confundir las responsabilidades de un sistema con quienes lo han conducido, sobre todo, porque no debemos ignorar que aquellos que nos gobiernan, han sido electos por sus propios gobernados.

La democracia no es una herencia asegurada, es un derecho que debe ser conquistado permanentemente. Es una obligación imperativa que solo podemos alcanzar con el fortalecimiento del Estado de derecho, el respeto a todos los derechos humanos, la tolerancia, la participación ciudadana y la lucha contra la corrupción. Toda agrupación que atente contra la igualdad de los ciudadanos y su derecho a participar en el desarrollo de la sociedad es por naturaleza enemiga de la democracia.

Ante un nuevo torneo electoral en Panamá debemos rechazar, sin vacilación ni duda, todo acto de violencia e intolerancia hacia las ideas de los demás, por respeto a la libertad de expresión, y como prioridad para la convivencia en sociedad. El ciclo de la violencia inicia con actos que pueden ser considerados menores e ir incrementándose conforme es tolerada, por ello, debe ser erradicada desde el primer momento, ya que es la única manera de prevenir que estas acciones se normalicen, y formen parte de nuestro diario vivir.

Diplomático de Carrera Diplomática y Consular.
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