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- 16/09/2020 00:00
Mario, el poeta de la cotidianidad
Los baquianos eran conocidos como grandes hombres-toros que por su fuerza y complexión ayudaban a que las carretas y tropas cruzaran el río Negro y por eso, el poblado se denominó Paso de los Toros, ciudad del sudoeste del departamento de Tacuarembó en Uruguay. Allí nació, el 14 de septiembre de 1920, Mario Benedetti, quien desde muy joven se inspiró en esta localidad, también denominada Santa Isabel y allí dejó sus primeros poemas.
La fortaleza de sus habitantes es quizás su característica más significativa y este escritor creó una obra que, además de titánica, diversa, capaz de conciliar la profundidad y la sencillez, pudo convertirse en una lectura esencial, sensible a los problemas humanos de todos los días y fuente de alivio ante los importantes referentes cotidianos. Para ellos, siempre tuvo una palabra, un pensamiento, una idea clara y, además, fortaleza ilimitada.
Desde muy joven, Benedetti se ocupó de variados oficios, vendedor de repuestos, taquígrafo, empleado de empresa mobiliaria, funcionario y así se adentró en la vida intrascendente de humildes sectores; así como de las costumbres de la población en la capital del país primero y luego de Buenos Aires. El oficio periodístico le atrajo y se desenvolvió en tareas culturales y secciones literarias en varios diarios.
Sus páginas versan sobre cine, hizo teatro, reseñas, periodismo satírico, cuentos, poemas, novelas y dejó más de un centenar de títulos sobre el compromiso que asumió con las letras. Con su colección temprana de narraciones cortas Esta mañana, alcanzó su primera distinción y conforme se adentró en este campo imaginativo, vio recompensado su talento, pues otros premios le dieron prestigio para estimular traducciones a más de veinte idiomas.
“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas”; es una de sus frases trascendentes. A su creatividad con los textos, se unió una militancia política que le llevó al exilio en una época muy difícil. Hubo desaparecidos en una gran operación internacional que involucró a los países vecinos con vuelos sobre el mar para lanzar a quienes fueran peligrosos para los Gobiernos de corte militar en el área.
Incidentes banales pueden ser el contexto de historias de profundo significado, como el argumento de su novela La tregua, donde un viudo casi en edad de jubilación se enamora de una compañera de trabajo, mucho más joven que él. De igual forma, sus versos exploran la sordidez y aparente tranquilidad de la rutina; como en sus tempranos Poemas de la oficina y Poemas del hoy por hoy; también en Cotidianas y El amor, las mujeres y la vida.
Nada escapó a su interés de guardar los días y la realidad en su sociedad y dialogó con ella, pues hizo de las dificultades de otros, sus propios referentes; “… Es importante hacerlo/ quiero que me relates/ tu último optimismo/ yo te ofrezco mi última confianza …/”. Allí descansa la grandeza de su labor en la escritura con múltiples formatos y sin olvidar las crisis por las que navegó, siempre con el objetivo de registrar todo para la memoria.
Seis novelas, ocho libros de cuentos, 43 poemarios, 22 ensayos, once relatos periodísticos y una obra de teatro, Pedro y el capitán, es el núcleo de la responsabilidad de una pluma que no descansó: que también caminó por el cine y se sentó a componer melodías como en Canciones del más acá, con y para sus colegas Viglietti y que fue musicalizado por Serrat y Nacha Guevara.
A cien años de su nacimiento, la dimensión de Mario Benedetti es inconmensurable y su lectura se hace obligada, porque nos brindó motivos para amar la vida; “… no te pienses sin sangre ni te juzgues sin tiempo”, sería la síntesis para rescatar su vigencia.