• 06/03/2024 00:00

Más allá del rosa y el azul

En Panamá la brecha de género no es la sombra de un fantasma que ronda, sino una montaña escabrosa

En la resplandeciente arena política de Panamá, donde los billetes bailan al son de los varones poderosos, el lema del Día Internacional de la Mujer del 2024 resuena con una urgencia palpable: “Financiar los derechos de las mujeres para acelerar la igualdad”. ¡Y de veras que necesitamos acelerar, no vaya a ser que nos quedemos atascadas en el tráfico de la desigualdad!

En Panamá la brecha de género no es la sombra de un fantasma que ronda, sino una montaña escabrosa que cotidianamente las mujeres luchan por escalar compuesta de peñascos tales como: brechas salariales, violencia de género, baja participación en política y Techo de cristal. ¿Veamos qué nos dicen los números? El Instituto de Estadística y Censo (INEC) informa que el 41.3% de las mujeres participan en la fuerza laboral en comparación con el 58.0% de los hombres. Ahora, ¿dónde quedó eso de igualdad de oportunidades?

Las brechas salariales son un problema tan arraigado -como un roble centenario en un bosque antiguo- que en el año 2022 para intentar afrontarlo se presentó al país el Plan Nacional por la Igualdad de Remuneración 2022-2025 puesto que, evidentemente, la remuneración es fundamental para alcanzar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Con ese plan se pretende cumplir los compromisos adquiridos por Panamá con relación a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (N°8: Trabajo decente y crecimiento económico” y N°5: “Lograr la igualdad de género”) y la Agenda 2030.

Y si creen que la carrera profesional es un terreno fértil para las mujeres, permítanme desengañarlos. En el mundo laboral panameño, las mujeres enfrentan techos de cristal – barreras invisibles que impide que las mujeres asciendan a puestos de poder y liderazgo ocasionando que estén subrepresentadas en tales posiciones. A pesar de que más mujeres se gradúan de las universidades en comparación con los hombres y que constituyen el 41.3% de la fuerza laboral ocupan solo el 16.00% de los puestos directivos. ¿El motivo? Prejuicios, discriminación de género, falta de políticas de conciliación familia-trabajo y, por supuesto, una buena dosis de machismo empresarial.

Permítanme llevarlos por un viaje a través de los desafíos que enfrentan las mujeres en este país lleno de riquezas naturales, pero con una distribución de recursos tan desigual como la repartición de capitales que reciben los diputados con la descentralización paralela.

Imaginen a Juana, madre soltera de tres hijos, equilibrando trabajos precarios mientras lucha por llegar a fin de mes. En su refriega contra las olas de la pobreza se enfrenta a la ausencia de servicios básicos como agua y educación y salud de calidad. ¿Y adivinen qué? Son miles de mujeres como Juana que navegan el mismo mar tormentoso donde la falta de oportunidades las arrastra hacia la orilla de la desesperación.

Pero el naufragio de las mujeres en Panamá no se limita a la esfera económica. En el vertiginoso mundo de la política, las mujeres son como peces fuera del agua, luchando por encontrar su lugar en un estanque dominado por tiburones masculinos. Solo el 19.7% de los escaños en la Asamblea Nacional les pertenecen a mujeres. ¿Demasiado ocupadas haciendo trabajo de cuidado para ocuparse de la política? O acaso será, además, que enfrentan barreras culturales y estructurales que las relegan a las sombras del poder.

¿Cómo cambiar esta realidad? ¡Ahí está la pregunta del millón de balboas! El nuevo gobierno tiene la responsabilidad y el deber moral de impulsar políticas públicas que garanticen la igualdad de género. No podemos permitir que las mujeres sigan siendo las eternas segundonas en un país que presume de modernidad, pero arrastra cadenas de desigualdad como si fueran medallas de honor.

Necesitamos una revolución en la educación. ¿Cómo esperamos que las niñas alcancen las estrellas si las mantenemos con los pies en la tierra? La educación inclusiva y de calidad es el primer paso hacia la igualdad de género.

Segundo, debemos impulsar políticas de conciliación familia-trabajo que permitan a las mujeres prosperar tanto en el ámbito laboral como en el personal. Guarderías asequibles, licencias parentales equitativas y horarios flexibles son clave para liberar a las mujeres.

Y finalmente, es hora de que las empresas dejen de jugar a las muñecas rusas con las mujeres, colocándolas en puestos de menor responsabilidad y remuneración. La igualdad salarial y la promoción de mujeres a cargos directivos son imperativos si queremos desmontar el patriarcado empresarial.

El camino hacia la igualdad de género en Panamá está plagado de obstáculos, pero con voluntad política y el compromiso de toda la sociedad podemos construir un país donde las mujeres no solo estén presentes, sino que brillen con luz propia. Porque en la lucha por la igualdad, ¡la transformación de las normas sociales y la igualdad socioeconómica es poder, pero también es justicia!

El autor es catedrático e investigador
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