• 15/08/2025 23:00

¿Más tecnología significa más humanidad? El trato al paciente renal en la era digital

Vivimos en una era marcada por la tecnología. Sus avances han transformado cada aspecto de nuestras vidas y, como era de esperarse, también han tocado al sector salud. Sin embargo, más allá de los titulares y los números, lo esencial sigue siendo la vida humana. Y es allí donde la tecnología debe encontrar su propósito más noble.

En el caso de los pacientes renales, la digitalización ha significado mucho más que modernización: ha marcado una diferencia profunda en su calidad de vida. Ya no se trata únicamente de máquinas más modernas, sino de posibilidades más reales de vivir mejor.

En Panamá, este salto tecnológico ha tomado forma concreta en las unidades de hemodiálisis que hoy funcionan con equipos de última generación. Estos equipos no están solo en grandes hospitales de la capital; también han llegado a lugares donde antes la atención era limitada: Colón, Herrera, Veraguas, Chiriquí... Cada una de estas regiones cuenta ahora con salas que integran tecnología de punta en el tratamiento de enfermedades renales crónicas.

Pero el simple hecho de tener tecnología no es suficiente. Lo verdaderamente transformador ocurre cuando esta se pone al servicio de las personas, y no al revés. En ese sentido, la capacitación del personal médico y técnico es tan vital como los propios equipos. Una máquina no sustituye la empatía, ni la preparación sustituye el trato digno, pero ambos elementos juntos pueden hacer una diferencia extraordinaria.

La gran tarea que tenemos por delante no es solo seguir invirtiendo en tecnología, sino también asegurarnos de que su uso responda al principio fundamental de la medicina: cuidar al ser humano. El compromiso del Consorcio Damos Vida DaVita Sintec con la formación continua de los profesionales que atienden a pacientes renales es una señal positiva de que vamos por buen camino.

No podemos permitir que los avances científicos se conviertan en una fría rutina. Deben ser una oportunidad para humanizar aún más la atención, para acompañar con dignidad a quienes viven con una enfermedad compleja, y para recordarnos que cada clic, cada pantalla, cada módulo automatizado, debe tener como centro a la persona.

Esto también implica escuchar activamente a los pacientes y sus familias, comprender sus miedos, sus dudas y sus expectativas. Una tecnología verdaderamente útil no es la más costosa o la más compleja, sino aquella que se adapta a la realidad de quien la necesita. La atención renal requiere disciplina, seguimiento y un enfoque integral que considere no solo el tratamiento en la sala, sino también la educación del paciente sobre su propia condición, la alimentación, el cuidado emocional y la importancia de la adherencia médica.

En cada sesión de hemodiálisis, no solo se filtra la sangre; también se filtran preocupaciones, esperanzas y proyectos de vida. Allí, la tecnología cumple su papel silencioso, pero el calor humano del equipo de salud es lo que marca la diferencia en la experiencia del paciente.

La tecnología no debe deshumanizar la salud. Al contrario, debe convertirse en una aliada silenciosa que potencie el lado más humano de la medicina. Porque cuando el conocimiento y la innovación se usan con propósito, se logra lo más importante: salvar vidas con dignidad.

*El autor es gerente de Relaciones Públicas de DaVita
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