• 23/12/2025 00:00

Materno Vásquez y la eticidad panameña

Juan Materno Vásquez, pensador político colonense que vivió entre 1927 y 1999, asumió el desafío propedéutico de promover un auténtico tratamiento filosófico de la panameñidad. Desde esta perspectiva, reflexionó sobre la dimensión moral de los habitantes del Istmo y su relación con la conformación del ser humano nacional panameño. Al mismo tiempo, se preguntó si los panameños poseen una verdadera conciencia de sí y una noción conceptual del Estado. En sus Meditaciones en torno a lo panameño (1970) sostiene que, pese a la constitución del Estado, el panameño permanece en un proceso ralentizado deconfiguración del ser hombre‑nacional, y apunta que el desarrollo del sentimiento de nacionalidad resultaba sistemáticamente desatendido.

La eticidad panameña: lo social y lo político

Para Materno Vásquez, la configuración del hombre-tipo panameño se entiende a partir de la vinculación entre la eticidad y el ser panameño. Para él, la eticidad es consustancial a la existencia social y se expresa en una moral, basada en una teleología orientada a la indagación de la esencia, el valor, el origen y los fines de la moral panameña.

Estos principios conforman la dimensión moral de un grupo social que, a su vez, perfila la criteriología propia de la panameñidad, delimitando y valorando el comportamiento del hombre-tipo nacional. Sin embargo, en su análisis fenomenológico de la panameñidad, nos advierte que esta eticidad se muestra en un conductismo atravesado por el descreimiento, la decepción y la frustración social que tienen como causa una débil y desigual culturización.

Esta crisis conceptual y axiológica afecta la responsabilidad del panameño, objetivizando expresiones idiomáticas como: “esto no lo compone nadie”, “Panamá, la alegre

y confiada”, “las leyes solo son para los pobres”, formulaciones que denuncian el distanciamiento entre el ideal normativo de la eticidad y su efectiva realización histórica y moral.

Eticismo político distorsionado

Materno Vásquez analiza la esfera política en la que la eticidad panameña muestra la ausencia de los principios de la filosofía práctica que deberían orientarla. En su teoría del Estado considera al panameño como un sujeto que no tiene principios como tratado de su dimensión moral y política. El político panameño tanto de la élite como el político en general están en ayunas de fundamentos teóricos que nutran su responsabilidad cívica, abriendo el camino a la proliferación de políticos profesionales.

El diagnóstico de Materno Vásquez tiende a ontologizar que la corrupción y el “juega vivo” de los gobernantes se manifiestan en la sustracción sistemática de caudales públicos y la articulación organizada de redes de influencia orientadas a fines inmorales. Entonces, la inmoralidad política forma parte de la práctica política, un flagelo que la profesionalización de la actividad pública no ha corregido, sino más bien profundizado.

Materno Vásquez reflexiona sobre esta distorsión ética expresando que: “La mengua principista ético-política en lo panameño hace síntesis en la ausencia de tendencias ideológicas que sirvan de guías al hombre-nacional en la praxis política; y la inmoralidad es tal que la política en tanto que ciencia del Estado, se le ha minusvaliado, y peyorativamente adjetivado, con la sinonimia de la deshonestidad, surgiendo la equipolencia en el lenguaje político nacional, política-improbidad, con lo que la profesionalización política conlleva la exclusión de los panameños consecuentes con sus principios de moral política” (pág. 45).

Esta carencia de principios en la constitución del Estado panameño tiene raíces históricas en: el colonialismo, el transitismo y las intervenciones extranjeras. Así, la élite social se convirtió en la clase política y económica que dominó la vida nacional a través de la discriminación, la corrupción y el privilegio.

En Materno Vásquez (1970), el hombre-nacional panameño sufrió un pathos o complejo de inferioridad desde su gestación. Por ejemplo, lasintervenciones norteamericanas y la contratación de trabajadores en el Canal, reconstruyeron el trauma segregacionista vivido en tiempos coloniales, afectando la nacionalidad, y creando un sentimiento de desamparo y de victimización frente a fuerzas extranjeras. Entonces, el panameño se halla entre la élite corrupta y la intervención foránea, así, solo la clase media y el movimiento estudiantil han demostrado un patriotismo incipiente que salvó la dignidad nacional en momentos clave, como la Guerra de Coto y los eventos del 9 de enero de 1964.

Materno Vásquez examina la revaloración ética de la nacionalidad panameña.

Sostiene que el panameño no ha desarrollado a plenitud su ser‑nacional, por tanto, no hay una conciencia efectiva del país. La eticidad panameña esta atravesada por el escepticismo social y la falta de cohesión, lo que demanda la superación de la hegemonía de la élite. La superación de esta eticidad disminuida no constituye únicamente un problema político, sino una alta exigencia de desarrollo cultural y capacidad de representación. Materno fomenta la consolidación del espíritu nacional y la autodeterminación para la construcción de un sustrato axiológico que trascienda la simple supervivencia y el interés individual.

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