• 31/10/2018 01:01

‘Tú me hiciste brujería'

‘[...] resulta importante crear una atmósfera de estabilidad emocional en los niños y ayudarles a estar seguros en su entorno'

La niña le pidió al padre que encendiera la luz de la recámara porque ella iba a entrar a entretenerse con sus juguetes. Me extrañó y le pregunté al papá que por qué su hija le solicitaba que iluminara esa recámara y no lo hacía ella misma. ‘Pues porque le tiene miedo a la oscuridad', contestó e hizo un gesto de resignación. Yo no comprendía que hubiera un rincón en su casa al que esa infanta no quisiera entrar por inseguridad o miedo.

¿Cómo y cuándo adquiere un párvulo esa sensación de aprensión hacia algo, alguien e integra en su consciente la idea de que lo irreal, puede estar en contacto con él y crearle algún escenario de incomodidad —por decirlo sencillamente—? Recuerdo mi propio caso cuando era de edad escolar, debía transitar con mi madre por una esquina donde una empresa de productos lácteos exhibía un letrero de una vaca con mandíbulas móviles y me espantaba.

Nunca supe por qué me era desagradable ver ese anuncio articulado dentro de una vitrina con la imagen de la vaca de cartón cuyo mecanismo le permitía el movimiento y tan solo pensar que debía circular por ese sitio, me obligaba a esconderme detrás de la falda materna. Bastaba ver los ojos risueños del vacuno y surgía una sensación de terror mayúsculo. Nadie había influido en esa relación y menos en la inquietante escena cada vez que caminaba por allí.

En ocasiones y ante la incapacidad de calmar la natural conducta inquieta de los menores, los responsables en el hogar, dicen que van a venir los extraños, la señora o el señor que se lleva los niños y que lo harán con ellos. ‘Mira allí está la bruja y si no te portas bien, te vas con ella' y mientras lo dice, señala hacia el lugar o la esquina más oscura de la vivienda y así, la mente del amenazado, empieza a imaginar lo peor y termina por aquietarse.

Edurespeta, un programa de educación para familias y profesionales, plantea que ‘las palabras de los padres son los cimientos de la personalidad de los hijos' y sustenta cómo el clima de miedo y temor que se genera en los hogares, crea consecuencias en la psicología de los chicos y esta afectación, se mantiene de manera prolongada. Muchas veces, algunas pautas de conducta o reacciones durante la vida adolescente o adulta, reflejan los estímulos infantiles.

Durante unos carnavales, cuando mi hija tenía como cuatro años, se nos acercó un resbaloso —un chico con apariencia de pordiosero y lleno de grasa de vehículo—, cuya figura era desagradable porque además exhibía un trozo de carne cruda colgando de los dientes. Antes de que llegara al sitio donde estábamos, le dije a la niña que vendría un chico disfrazado y que era eso, solamente un muchacho.

Creo que él fue el más sorprendido porque por más gestos que hacía, su aparente víctima, no dejaba de verlo con curiosidad y cada vez que venía otro, ella solo decía, ‘viene uno que parece resbaloso'. En toda su vida posterior, no tuvo temor ante nada que pareciera un brujo, monstruo o algo semejante. Había recibido una explicación sin el sesgo atemorizante, sobre un aspecto de la realidad, aunque fuera en época carnavalesca.

‘Noche', ‘policía', ‘coco', ‘bruja', son palabras detonantes de una forma de actuar en que aquellos que crecen, internamente guardan estas figuras que generan intranquilidad, malestar, desconfianza y hasta terror. Aunque la brujería está presente en nuestra cultura y se asocia con todos los hechos que no tienen una aparente explicación; resulta importante crear una atmósfera de estabilidad emocional en los niños y ayudarles a estar seguros en su entorno.

PERIODISTA

‘Edurespeta, [...], plantea que ‘las palabras de los padres son los cimientos de la personalidad de los hijos' y sustenta cómo el clima de miedo y temor que se genera en los hogares, crea consecuencias en la psicología de los chicos y esta afectación, se mantiene de manera prolongada'

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