• 04/07/2021 00:00

Me quedo con las frases patrióticas

“Lo malo es que la mayoría de los panameños de la generación de l964 estamos notando que los perros que antes nos ladraban de frente, ahora miran hacia arriba, como si ya no estuviéramos en esta Tierra”

La primera frase grandilocuente que marcó el camino para el patriotismo de nuestro país fue la pronunciada, cuando fuimos departamento colombiano, por el médico Mateo Iturralde, “Yo no vendo mi patria”; razonamiento dicho en ocasión de un intento nada sanctorum por la venta de parte de los terrenos del Ferrocarril, precisamente donde la empresa Panama Ports explota recursos y plusvalías panameñas en bienes recuperados con luto, dolor y mucha sangre. Al parecer la empresa está pagando muy poca plata por lo que apostamos, que, de no arreglar por las buenas este vejamen, traerá, DS no lo quiera, graves consecuencias y levantamientos, ganándose los miembros de esta compañía, sin necesidad, el odio y la antipatía de toda la nación.

La segunda frase que nos alimentó el orgullo de ser panameños fue: “Ni millones ni limosnas, queremos justicia”. El asesinado presidente Remón nunca supo que un número grande de cholos capireños, sobre todo niños y macheteros, lo admiraban, atisbándole, desde los espesos rastrojos, cómo cabalgaba por los lomeríos de Ollas Arriba, Cacao, en impresionantes corceles solo vistos por algunos en las películas mejicanas cuando bajaban al cine Rialto de La Chorrera. Y fue el 25 de enero de 1955, luego de la firma del Tratado Remón-Eisenhower, por don Octavio Fábrega y el ministro de Relaciones Exteriores, el famoso y culto gringo míster Salden Chapin, en que el caballero y presidente de Panamá, aún por el aumento anual de parte de los gringos por el uso del canal, pronunció las palabras patrióticas: “Ni millones ni limosnas, queremos justicia”. Remón, con esa postura patriótica, confirmó su sentir por Panamá y su gran respeto y amor por su tierra, ya que lo que nos remuneraba Estados Unidos era un verdadero irrespeto.

Ahora, ¿díganme? Consideran ustedes, mis venerables ancianos, que necesitamos de alguna afortunada frase patriótica más, para que se hagan las cosas bien en nuestro país, por favor, ya estamos usando pantalones largos y desde la caída de Noriega para acá solo se producen frases cajoneras de parte de nuestros gobernantes para salir del paso y de obligaciones inherentes a sus puestos públicos, tales como: “iremos hasta las últimas consecuencias”, “este crimen no se quedará impune”, “haremos una investigación exhaustiva”, “estamos trabajando en eso”, “¿qué hay pa' mí?”, o una de las más famosas, “¡caiga quien caiga!”.

Lo malo es que la mayoría de los panameños de la generación de l964 estamos notando que los perros que antes nos ladraban de frente, ahora miran hacia arriba, como si ya no estuviéramos en esta Tierra. ¡Qué vaina, ombe!

Economista, escritor costumbrista.
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