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- 17/11/2013 01:00
Las diligencias en el MEDUCA
Recientemente llevé a mi madre, de 88 años, a hacer unas diligencias a la sede del Ministerio de Educación, que queda en Cárdenas, uno de los más apartados poblados de los que gozaron los que servían al ejército de los Estados Unidos en la antigua Zona del Canal. No sé de quién habrá sido la negligente idea de mudar un ministerio tan importante a un lugar tan alejado y tan incómodo. Lo que sí es que compadezco a los docentes, a los que tienen que tramitar nombramientos, pagos y cualquier otra vuelta que demande esfuerzo, tiempo y recursos.
Lo de mi madre era sencillo: tenía que dar fe de vida y recoger unos cheques en la sección de pagos. Al llegar a ese complejo ministerial empezó la pesadilla: en la garita no sabían dónde quedaba la sección de bienestar social. Unos decían que dizque para un lado y otros para el otro. Pude ubicar un espacio de estacionamiento y ayudar a mi madre a apearse en un piso fangoso y mojado, puesto que estaba lloviendo, sin un techo donde guarecerse. Cuando finalmente dimos con el despacho que andábamos buscando, entramos en el principio del surrealismo. Escritorios mal ubicados, ficheros a mano, personas sin hacer nada y sin saber nada. Gracias a una diligente señora, que se debe haber compadecido por el cuadro tétrico que ofrecíamos, se puso a buscar en los archivos y también gracias a que mi mamá tenía un talonario viejo, supimos el número que ostenta su nombramiento. Sin ese dato hubiéramos estado perdidas.
De allí nos mandaron para la sección de pagos. Empezó otra ronda de locos, porque unos decían que por un lado, otros por otro y nosotras bajo la lluvia yendo y viniendo por esas casitas que componen el complejo. No hay aleros que protejan al peatón, que son todos los que tienen que laborar y tramitar allí y las pendientes y caminos son resbalosos y hasta peligrosos. Resultó que el departamento de pagos está en construcción, así que bajamos por una loma y tuvimos que volver a remontarla. Cuando finalmente nos indicaron por dónde era, el contratista le pidió al que estaba a punto de tirar concreto que nos dejara pasar y por un pasillo estrecho y una madeja de cables eléctricos, que casi nos electrocutan, logramos llegar a ese departamento.
Una persona que llega a dirigir un ministerio no puede solucionar estos problemas de infraestructura, debería existir una secretaría de proyectos en el Estado para que los ministros y directores se dediquen a hacer su trabajo y esa oficina se encargue de optimizar los edificios y sedes que tienen que prestar servicios, no solo a los funcionarios que allí laboran sino a los que hacen trámites de diversa índole. Me cuentan que en el Ministerio de Salud también pasan cosas similares con rasgos aterradores. El Tribunal Electoral acaba de dar un ejemplo en consolidar en una sola estructura, amigable y eficiente todas sus dependencias, de la misma forma debería hacerse con todos las oficinas estatales.
El gestionar una oficina de administración de proyectos dentro del Estado puede significar que los ministros saquen sus manos de las decisiones de infraestructuras, buscar las mejores locaciones y los mejores costos, todo bajo una estricta supervisión que no permita ni la coima ni las preferencias de ubicación para beneficiar a los allegados. Un despacho que bajo estrictas normas de costo y beneficio y tomando en cuenta el público al que le sirve, gestione las mejores ubicaciones para los ministerios y oficinas que preste servicios.
Es apenas lo que se les debe exigir a los que con tantos recursos como claman que tiene el estado, lo inviertan en lo que se debe. Para que no tengan que pasar los maestros, los profesores y otros abnegados trabajadores de la educación por lo que mi madre y yo pasamos recientemente.
ARQUITECTA Y EX MINISTRA DE ESTADO.