• 19/04/2010 02:00

El miedo a la verdad

Primero, me sucedió con un viejo compañero de juveniles luchas ideológicas universitarias, cuando iniciábamos un modesto grupo de “Juven...

Primero, me sucedió con un viejo compañero de juveniles luchas ideológicas universitarias, cuando iniciábamos un modesto grupo de “Juventud Católica” en territorios de la “gloriosa” Federación de Estudiantes (FEP) y la Unión de Estudiantes Universitarios (UEU); movimientos con los cuales no compartíamos posiciones; aunque les reconocíamos un honesto entusiasmo revolucionario; sentimiento no correspondido, pues para ellos no pasábamos de ser unos “buenos muchachos reaccionarios”.

Ni ellos ni nosotros, los de entonces, somos los mismos. Ni es el mismo ese amigo, residente en los Estados Unidos. Hace varios meses descubrí su miedo a la verdad.

Detecté el mal cuando, en un escueto mensaje, me pidió que nunca jamás le enviara por el correo electrónico ningún escrito, mío o ajeno, en el cual se criticara al entonces candidato y después presidente, Barack Obama. Como es sabido, Obama presentó, siempre, posturas ideológicas anticristianas (proaborto y prohomosexualismo). Mi amigo, fervoroso católico, defensor de la misa en latín, y entusiasta admirador de la música gregoriana, no quiso saber de nada que pusiera a prueba sus buenas opiniones sobre Obama. Por supuesto que respeté sus miedos, sin alterar la amistad.

El segundo caso se refiere a una persona que ejerce el periodismo en nuestro país. Acostumbraba, con ella, comentar toda clase de temas serios, que deberían importarle a un periodista moderno, cuando me sorprende con una enérgica advertencia de que “nunca jamás le discuta ni objete” un punto de vista propio de ella, (Eran los temas del aborto y la homosexualidad), so pena de “perder la mistad” También he cumplido su deseo, y reduje nuestra amistad a la comunicación telepática, que tampoco me funciona.

El siguiente impacto negativo lo recibí de una persona de leyes y catedrática universitaria, quien me hizo saber que habla cinco idiomas y que comulga con la ideología de género, la cual, como sabe cualquier persona que habla regularmente bien un solo idioma, el del género es un lenguaje con el que hay que manejarse para hacerse entender y entenderlos..

Después de un par de comentarios sobre temas propios de esa ideología, la persona me dijo que yo no sabía escribir y que no se entendía nada de lo que quería yo decir. Opinión que respeto. Sin embargo, traté de continuar con el intercambio de textos, sin ofrecerle mis escritos.

Pero, no funcionó. Tan pronto le envié una serie de documentos de alto valor informativo sobre el tema de los curas pedófilos (homosexuales, en realidad), me mandó a freír espárragos y a sacarla de mi lista de contactos.

Si yo dijera que estas personas tienen miedo a la verdad, no estaría equivocado. Temen confrontar sus propias ideas con las de otros.

Podemos pensar que ni siquiera están seguros de sus propias opiniones y conocimientos, pues temen iluminarlos con una luz más brillante que la de sus pequeñas lamparitas de papel.

A estos atípicos ejemplos de intelectuales panameños, les dedico este mal escrito texto, que quizá no lleguen a entender.

*El autor es periodista y profesor de la Universidad de Panamá. miguelespinop@hotmail.com

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