• 09/09/2023 00:00

Migración, corrupción y educación ciudadana

“[...], para nuestra nación, que nos enfrentamos al torneo electoral de mayo próximo, es probable que algo parecido a lo de Venezuela nos podamos estar jugando [...]; ya hay caldo de cultivo para gestar una situación similar, porque buena parte de nuestra población ha aprendido a vivir del Estado, [...]”

Hace unos pocos días debí cruzar la frontera entre Panamá y Costa Rica a la altura de Paso Canoas y pude observar lo que antes era un amplio patio de estacionamiento convertido en un enjambre de pequeñas tiendas de campaña con un hacinamiento de personas de diferentes edades, características étnicas y sexo, aunque, por lo que pude conocer, fundamentalmente de nacionalidad venezolana.

Pero el drama humano que se observaba en el antiguo patio de estacionamiento, al que se sumaban, además del hacinamiento, temperaturas superiores a los 30 °C y elevadísimos niveles de humedad e insalubridad, hay que señalar en adición que las personas migrantes no se circunscribían al patio indicado, sino que se observaban en las cercas de las casas, en las aceras de calles, en las instalaciones de la aduana del lado costarricense y, a medida que avanzábamos por la carretera, se podía observar a varios desplazándose a pie y al llegar a San José te percatas de que existe un gran número de ellos en diferentes calles, parques y otros espacios de la capital costarricense.

El drama descrito lastima la dignidad y ética humana, cuando te das cuenta de que sus necesidades fisiológicas deben hacerlas en cualquier sitio, incluyendo espacios urbanos, pero al aire libre.

Esta tragedia humana que describo no es más que la prolongación de lo que estos mismos seres humanos convertidos en infrahumanos han padecido previamente a su paso por la selva de Darién y su recorrido hasta las instalaciones que Panamá le ha preparado en Darién y luego en Gualaca-Chiriquí.

El hambre, el cansancio, la desmoralización y la inseguridad son parte de las características de estos hombres, mujeres y niños e incluso personas de la tercera edad, en un flujo que, lejos de concluir, parece estar en ascenso.

Para poder imaginar someramente la motivación de estas personas para someterse a tan inhumana situación en la que arriesgan todo, incluso su vida, hay que imaginarse también, aunque más detenidamente, las condiciones en que estas personas se encontraban en sus hogares y localidades en su patria de origen, amén de algunas promociones de inescrupulosos que ven en la desgracia de estas personas un espacio para hacer “negocio”.

Por aquí entonces empezamos a vincular la migración con la corrupción no solo en los personajes que hacen estos papeles de “coyotes”, sino en la que se origina en los propios países y sociedades de donde salen los migrantes y hablamos de una corrupción sostenida y creciente en la sociedad de la cual surgen y se forman los partidos políticos que se sustentan y fundamentan en personajes de esos países que van promoviendo un deterioro progresivo del sistema social económico y político que es lo que finalmente lleva a los habitantes a la condición de que cualquier cosa y lugar es mejor que seguir viviendo en estos territorios bajo esos criterios y/o condiciones.

Lo curioso es que en los países productores de migrantes en su mayoría se denominan “socialistas”, doctrina que se describe como la búsqueda de una sociedad en la cual exista igualdad política, social y económica de todas las personas; ¡qué tan lejos de esa igualdad están los migrantes que pasan por nuestro territorio!

Lo cierto es que, si podemos describir o caracterizar los Gobiernos, socialistas o no, que han generado esas “hemorragias migratorias”, podríamos indicar lo siguiente:

- Surgen producto del cansancio de la sociedad a los modelos convencionales de democracia.

- Aunque antes algunos de ellos se originaron por la fuerza de las armas, lo cierto es que en los últimos tiempos han aprendido a emerger y perpetuarse mediante un modelo singular de “elecciones democráticas”.

- Sus inicios son populistas o populacheros y se empeñan en hacer a sus sociedades dependientes de sus dádivas y de toda forma de hacer por la gente lo que a cada uno le corresponde hacer por sí mismo.

- A medida que pasa el tiempo y que los recursos del Estado van disminuyendo o cambian sus objetivos también el alcance de las entregas del Gobierno van disminuyendo, trayendo consigo de manera creciente hambre, desnutrición, desesperación y desesperanza.

- En el intermedio han propiciado que toda forma del sector productivo salga del país o entregue sus bienes al Estado.

- Se forman entonces los todopoderosos, prepotentes, abusadores y temerarios mandatarios que asumen mentalmente su condición de propietarios del país y de la vida, bienes y honra de todos sus habitantes.

A estas alturas y niveles ya controlan todas las formas de poder, incluyendo el militar y están convencidos de que la población les debe todo y por tanto deben obedecer y responder ciegamente a sus directrices; para entonces los niveles de corrupción no solo son mayores que los que motivaron a la ciudadanía a respaldarlos en sus inicios, sino que ya no es posible ni siquiera denunciar la corrupción, a menos que estés dispuesto a soportar cárcel, torturas, destierros y muerte.

Esta situación plantea un desafío extraordinario a la educación de los ciudadanos en esta materia y a comprender el compromiso con la democracia a la hora de elegir a sus autoridades, lo cual es importante, pero también a la hora de desempeñarse en cualquier rol que implique compromisos con la honestidad y la anticorrupción, ya sea en el Gobierno o desde el sector privado.

A propósito, para nuestra nación, que nos enfrentamos al torneo electoral de mayo próximo, es probable que algo parecido a lo de Venezuela nos podamos estar jugando en esta fecha; ya hay caldo de cultivo para gestar una situación similar, porque buena parte de nuestra población ha aprendido a vivir del Estado, ya sea por subsidios o por cargos bien pagados, sin mucho o ningún esfuerzo y porque parece haber un interés de sectores políticos y políticos mismos de mostrar poco respeto a la Ley, las normas, la institucionalidad y la honestidad; si uno de esos candidatos llega a la Presidencia en 2024 o en elecciones futuras, es probable que estemos allanando el camino para el panorama trágico que obligaría a los panameños a migrar; válido el momento entonces para colocar en perspectiva la responsabilidad de elegir lo mejor posible teniendo presente el futuro de nuestras generaciones.

Ex viceministro de Educación.
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