• 26/10/2023 00:00

La minería, un reflejo del modelo de desarrollo insostenible panameño

Panamá, en el siglo XXI, continúa con un modelo de desarrollo del siglo XIX, poniendo en riesgo la capacidad de progreso de las generaciones futuras

Panamá tiene un modelo de desarrollo lineal que se basa en el consumo infinito de recursos naturales. Sin embargo, Tierra solo hay una, y los recursos naturales finitos en un momento dado se agotarán. Por ejemplo, la disponibilidad del cobre y el zinc tienen fecha de caducidad en su estado natural. Y Panamá está contribuyendo al agotamiento mundial de recursos naturales a través de sus proyectos de minería y de extracción de materiales pétreos como la arena.

Para comprender en qué consiste el agotamiento de recursos, primero hay que hablar de la capacidad de regeneración de dichos recursos. Aunque la explotación de la naturaleza es parte de la historia humana, la naturaleza no puede regenerar los recursos  a la misma velocidad que son extraídos. Es decir, los depósitos de minerales no se regeneran en una escala de tiempo humana.

Investigaciones recientes indican que de continuar con el modelo de explotación actual, los depósitos de materias primas minerales (cobre, zinc, etc.) se agotarán en unos 50 años. La definición de la disponibilidad de recursos para un proyecto minero potencial tiene que ver con la viabilidad económica. Si el sistema de explotación es demasiado caro, se considera que ese recurso ya no es disponible para ser extraído. Y es entonces cuando se habla del agotamiento de recursos, aunque se encuentran físicamente en el subsuelo, no podemos disponer de ellos. Por otro lado, en estas proyecciones de rentabilidad no incluyen los costos ambientales que un territorio va a sufrir, ni los costos socioeconómicos de los pobladores que viven en esos territorios. Las afectaciones asociadas a la contaminación de los ríos, los suelos y las aguas freáticas generan serios problemas a la fauna, flora y a los seres humanos. Tampoco estos costos ambientales y sociales son internalizados en los productos fabricados que luego consumimos, pero ello no implica que no existen.

Los proyectos extractivos que Panamá tiene en marcha, y los que recientemente se han aprobado, no hacen más que contribuir al agotamiento de recursos, y a la generación de impactos ambientales y sociales que acumula el planeta.

Pero esta historia no termina aquí. Luego de la extracción de los recursos mineros, los mismos son utilizados para la producción industrial de computadoras, celulares, materiales de construcción, entre otros, los cuales son lanzados a los vertederos del país luego de finalizar su ciclo de vida útil. Así entra en escena la otra cara del problema: Los residuos no son valorados desde la perspectiva de la economía circular y son tratados como desechos, cuando en realidad son recursos valiosísimos. Además, este modelo dependiente de vertederos, provoca contaminación y degradación del ambiente.

El patrón de explotación de recursos y de descarte de residuos de Panamá no parece justificable, si consideramos el concepto de desarrollo sostenible. Este concepto fue acuñado por primera vez en el informe Brundtland de Naciones Unidas en 1987, entendiendo desarrollo sostenible, como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones.

Además, indica el informe Brundtland que el desarrollo duradero “no so´lo implica crecimiento, requiere un cambio en el contenido del crecimiento, de manera que sea menos su consumo de materiales y de energi´a y sean ma´s equitativos sus efectos”. Estos conceptos son manejados desde 1980, y desde hace algunos años se les ha denominado economía circular, un sistema económico basado en la obtención de recursos a partir del reciclaje y la reutilización de residuos. Esto es consistente con los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas, de las que Panamá es signataria. En concreto, se destaca el objetivo 8, el cual promueve un crecimiento económico sostenible, a través de la mejora progresiva, “de aquí a 2030, la producción y el consumo eficientes de los recursos mundiales y procurar desvincular el crecimiento económico de la degradación del ambiente”. Por lo tanto, es anacrónico aseverar que se necesita un modelo de explotación de recursos que pone en riesgo el ambiente y la estabilidad social de un territorio para el “desarrollo” del país. Sin embargo, Panamá, en el siglo XXI, continúa con un modelo de desarrollo del siglo XIX, poniendo en riesgo la capacidad de progreso de las generaciones futuras.

Esa continua extracción de recursos a través de la minería, y la devaluación de los residuos, van a conseguir que en un futuro se agoten los recursos naturales no renovables. Y, ¿qué recursos heredarán las próximas generaciones de panameños? O cambiamos nuestro modelo económico hacia uno circular, o probablemente no habrá recursos naturales no renovables para nuestros nietos, quienes para obtenerlos tendrán que excavar en los vertederos que heredarán de nosotros.

Doctora en medio ambiente en la arquitectura
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