• 26/11/2016 01:01

Cuando los monos lloran...

‘Cómo hubiera querido, antes de aquel: ‘Les informo que he terminado mi relación (vie commune) con Valèrie Trierweiler', que la figura de primera dama no existiera...'

No terminamos de salir de una sorpresa cuando caemos en otra. Una, el reciente reportaje ‘investigativo' de Gèrard Davet y Fabrice Lhomme, periodistas de Le Monde , sobre la vida y obra de François Hollande, presidente de Francia, a unos meses del final de su mandato. Coincide aquello, a pocos días de intervalo con las elecciones del 8 de noviembre pasado en Estados Unidos. Pongámoslo en el mismo circo mediático de talk show oral o escrito... montado por uno y el otro... Un presidente no debería decir eso, titulan los dos aguerridos periodistas franceses, los resultados de su ‘investigación'... Mientras que el mundo entero se pregunta aterrado: ‘¿Dios mío... es eso lo que el pueblo ha dicho?', a propósito de la elección del Sr. Trump.

Hollande, una vez llegado a la Presidencia, se propuso ser un presidente ‘normal'. Es decir... dejar de lado lo ‘políticamente correcto' para hablar y actuar como cualquier ‘ciudadano de a pie'... y no solo él, si no también sus ministros: sacar sus bolsas de basura cada noche, separando vidrios, de papeles o basura orgánica... pasear su perrito... tomar el metro... irse de vacaciones... como todo el mundo, con la compañera de turno... Sin fastos ni nefastos. Recuerdo cómo se presentara a sí mismo, en pleno fuego de la campaña electoral, el candidato socialista: ‘No soy el marido ni el amante ni el compañero de nadie... soy un hombre libre...'. ¡!

Error grave... ¿Cómo quiere un presidente ser una persona ‘normal', cuando se trata de entrar en la figura de un súper personaje... ¿ese para el cual fue elegido? Lo triste, como sabemos, es que dicho personaje va acoplado con una figura femenina —no siempre a la altura de su versión masculina... Me refiero a las ‘primeras damas'... Hollande decidió dejar atrás mujer y cuatro hijos... No precisamente una mujer del montón... o salida del mundo del espectáculo o de los reinados de belleza. La madre de sus hijos fue, ni más ni menos, la candidata socialista perdedora de las elecciones que lo precedieron...

Luego de 31 años de sequía socialista, François Hollande llega al poder. Asesorado ahora por su nuevo amor, una periodista-analista política. Ensayará el presidente a meterse en el personaje que le toca asumir... No hará jogging ni se lucirá en ‘survêtement', prefiriendo la playa... broncearse en pareja, montar bicicleta o mezclarse con gente sencilla, agricultores, de preferencia... Organiza febrilmente ‘think tanks'. No precisamente para no sentirse solo y bromear entre ‘amigos', conectados grupalmente.

¡Pobre hombre! A contrario del recién electo presidente de EE.UU., FH, un gran comunicador, no precisamente de talk show , sino en el sentido de cercanía natural con los periodistas, llegado a la Presidencia, se convierte en un ‘mediocre comunicador', ‘incapaz de establecer una comunicación directa con su pueblo'... Le tocará entonces, definir cuál es el papel de un presidente de la República... porque le están pidiendo cuentas... ¡al presidente!... Nunca antes se había visto a un inquilino del Eliseo tocar tan alta impopularidad. No se da cuenta de que están filmando a un hombre en ejercicio del poder. ¿Ignora que los medios pueden ‘matarlo' políticamente, pintándolo como un timorato, indeciso y sin h..., aún cuando se coma seis por día?

Cómo hubiera querido, antes de aquel: ‘Les informo que he terminado mi relación (vie commune) con Valèrie Trierweiler', que la figura de primera dama no existiera... Es más, ‘pensaba que... no se vota por una pareja, sino por un presidente. Y este puede cambiar de pareja, si así lo desea... Sucedió con mi predecesor, ¿por qué no puedo hacerlo yo?'.

Un presidente debe estar solo... No digamos que en la vida corriente. Pero sí en cuanto a su responsabilidad. No debe haber ‘primera dama' en una república, como tampoco ‘primer hombre' (en el caso de Alemania, existe bien un hombre tras Angela Merkel, sin embargo, no existe ninguna función llamada ‘Señor Merkel'. Nunca se le ve, además, no por estar oculto... Sencillamente, el personaje no se expone.

¿Qué tiene que ver todo lo anterior con el llanto de un mono? Se lo debemos al humor guipuzkuano... ‘Lloraba un mono... —ellos que adoran darse en espectáculo en pareja o solos— cuando supo que ‘descendía de los hombres'... No dijo el autor si hombres presidentes o tipos de a pie...

FILÓSOFA Y ESCRITORA.

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