• 13/12/2023 07:34

Montserrat Argudo de Adames: humanista práctica

Admirable mujer de entereza y decisión hasta en las circunstancias más difíciles; esposa amantísima y respetable viuda; madre ejemplar y abuela cariñosa; callada en el sufrimiento y dueña de un humor rotundo [...]

En la madrugada del 31 de octubre de 2023, recibí una aciaga y sorpresiva comunicación: había muerto Montserrat Argudo de Adames, una de las editoras más reconocidas de Panamá.

Con extraordinario estoicismo, la dama había administrado su muerte como lo hizo con su vida: con discreción, sin aspavientos. Solo contadas personas presenciaron de cerca el proceso de su despedida, realizado por ella con mesura y sencilla solemnidad.

Tal era su carácter, formado desde la cuna en lecciones primorosas de familia de origen español, presidida por don Pedro Argudo y doña Amparo Febrer de Argudo. Por ello, procuraba siempre la mejor calidad en su trabajo. De joven, como secretaria del Instituto Gorgas de Investigaciones Tropicales, se esmeraba detalladamente en la organización de los documentos, las agendas y la elaboración de las presentaciones de los expositores científicos. Desarrolló así las cualidades de disciplina, consistencia, perfección, balance estético, sinceridad profesional y confianza en sus habilidades que la acompañaron toda su vida y que se sellaron para siempre a través de sus ediciones.

La labor editorial de la licenciada Montserrat Argudo, en asocio con su hermano Pedro, se inicia en el año 1997, cuando fundaron la Casa Novo Art. Comenzaron como diseñadores gráficos, profesión recibida por ella en las aulas de la Universidad de Panamá. Con el tiempo, y habida cuenta de la demanda que tenía su excelente labor, la licenciada Argudo fue incursionando gradualmente en las complicaciones del exigente campo editorial, el cual no solo se circunscribe a la presencia artística del libro, sino que aborda los procelosos procesos de fomento de la producción de la idea; guía para el no siempre orientado escritor apoyándolo paso por paso; sugerencias para el equilibrio entre la información gráfica respecto de la escrita; corrección de la ortotipografía, la sintaxis y el estilo; detección de posibles inconsistencias textuales y contextuales; apreciación de las posibilidades de distribución; coordinación de la impresión y consejos para presentar y distribuir la obra. Todo ello en el marco de una relación estrecha con los autores, quienes, convencidos de la sinceridad y buena voluntad de su editora, tenían confianza en su habilidad y acertado juicio. El resultado de tal simbiosis han sido cientos de libros de alta calidad en todos los rangos de presupuesto disponibles y, más importante todavía, una relación sólida con alguien con cada autor, capaz de comprenderlo atendiendo las necesidades de expresión eficiente de sus pensamientos.

Estas complejidades del trabajo editorial las cumplía Montserrat Argudo de Adames con amplia cabalidad. Ortógrafa actualizada, difícilmente dejaba escapar detalle y, sin embargo, buscaba auxiliarse en tal tarea; artista gráfica consumada, junto a su hermano Pedro alcanzaba la exquisitez en la presencia física de todos sus libros. Su vasta cultura, lograda a través de innumerables lecturas de amplia diversidad de temas, le posibilitaba detectar contradicciones o errores de correspondencia texto-contexto, y lo que dudaba, lo consultaba. Su espíritu acucioso bullía en efervescencia continua. La mediocridad no figuraba en su lexicón ni la admitía su alma inquieta, que solo reposaba con la satisfacción del trabajo excelente.

Por su calidad y exigencia hacia sí misma, no a cualquiera podía esta notable dama empeñar su confianza. Pero al darla, lo hacía sin reservas. Tuve tanto la suerte como el honor de que esta gran humanista práctica confiara en mí y en mi habilidad. En nuestros acuerdos, por importantes que fueren, bastó siempre el solo valor de la palabra. El intercambio de consejos y el apoyo mutuo nimbaron nuestra relación profesional con la aureola de la simpatía y la buena voluntad.

Admirable mujer de entereza y decisión hasta en las circunstancias más difíciles; esposa amantísima y respetable viuda; madre ejemplar y abuela cariñosa; callada en el sufrimiento y dueña de un humor rotundo, doña Montserrat lega a los que le sobrevivimos la imagen de su brillante personalidad y muchísimos libros que, pasados por sus manos, leídos por sus ojos, guardados por su mente y producidos por su edición, rinden homenaje a su memoria.

El autor es especialista en español.

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