• 13/02/2020 04:00

Es necesaria la salida del director de la PN

Con la salida de Rolando Mirones no se soluciona el problema de la seguridad ciudadana. Mirones era el político, quien debía proveer los recursos para la buena marcha de los componentes que forman la seguridad pública.

Con la salida de Rolando Mirones no se soluciona el problema de la seguridad ciudadana. Mirones era el político, quien debía proveer los recursos para la buena marcha de los componentes que forman la seguridad pública. Pero el entonces ministro, en su afán por robar protagonismo en los medios de comunicación social, comenzó a aparecer en cada uno de los fracasos que sufría la Policía Nacional. Y terminó como la esponja que absorbió todos los fracasos de esta institución.

A ello habría que sumar a los pésimos asesores de Mirones, quienes, de seguridad, no saben absolutamente nada. Ninguno de esos consejeros, durante el paso por la institución, planeó, desarrolló o ejecutó una operación de inteligencia con resultados positivos. Sin embargo, el hoy exministro se rodeó de esos paupérrimos consejeros.

Considero que el actual director general de la Policía Nacional (PN) debió ser removido de su cargo, pues es el responsable directo de cada uno de los fracasos que esa institución, durante los últimos seis meses, ha venido sufriendo. Todas las encuestas se han disparado hacia números rojos. La institución está desmoralizada y dividida.

La PN no puede ser dirigida por una tríada de compadres, porque eso fomenta el problema de hoy: diversos bandos y grupos dentro de la institución, donde cada uno hala para su lado. Ello incrementa la desmoralización. No se debe comandar únicamente con diplomas y títulos; la institución requiere con urgencia una reestructuración del método operacional con el cual atacar los actos delincuenciales.

La institución ha venido adoleciendo de poca o nula información con valor de inteligencia. Esta falta de información con valor de inteligencia es tan importante al momento de planear una operación, ya que las operaciones para neutralizar las amenazas de grupos delincuenciales terminan en fracasos, sin ninguna prueba de valor que facilite a los jueces de garantías sustentar una detención. Responsabilizar a las autoridades judiciales por los fracasos de los resultados de las operaciones de neutralización de los grupos delincuencias, no es más que trasladar la responsabilidad hacia otras instancias.

Es imperativo desarrollar operaciones de inteligencia de larga duración (tiempo) que permitan acumular una gran cantidad de evidencia incriminatoria contra los líderes de los grupos delincuenciales; sin estas evidencias seguiremos fracasando al momento de sustentar una acusación. Y se seguirá trabajando solo para engrosar las encuestas. Como ejemplo podemos señalar que, durante la última semana del pasado mes de enero, se anunció que en 24 horas la Fuerza Alfa había realizado 31 allanamientos que generaron 116 detenciones. ¿Cuántas de esas detenciones se mantienen hoy en firme? ¿Cuál información cumplió el ciclo de inteligencia y pasó a ser un dato con valor para judicializar las investigaciones?

Si como país no tomamos conciencia del grave problema que atraviesa la seguridad ciudadana, los políticos nos llevarán hacia un estadio del cual nos costará mucho salir y volver a despertar. Se requiere un director de la PN que se empodere en el cargo y asuma la responsabilidad histórica de modernizar la parte operativa de la institución; que desarrolle redes de información para introducir datos con valor de inteligencia; desarrollar operaciones con larga duración contra líderes delincuenciales y que permitan al juez de garantías sustentar una detención y, posteriormente, al juez oral dictar una sentencia condenatoria rigurosa. Ello solo se logrará tras comprender que las operaciones de inteligencia no se desarrollan únicamente con uno o dos días de inversión laboral.

Militar de carrera y abogado egresado de la UP.
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