• 19/10/2023 00:00

La Ñega

[...] ninguno de los fundadores de ese corregimiento capireño fundado por Harmodio Arias Madrid me supo decir de dónde se apareció la Ñega

Corrían aceleradamente los años sesenta del siglo 20 y en la Colonia, ninguno de los fundadores de ese corregimiento capireño fundado por Harmodio Arias Madrid me supo decir de dónde se apareció la Ñega.

Ni los santeños migrantes de Pedasí mudados con sus hachas, carretas, trapiches, vaquitas y piedras de amolar, así como tampoco los capitalinos de la huelga inquilinaria de 1935 llevados con sus trastes en camiones desde el Chorrillo y el Marañón quienes vivieron como reyes en las casas de madera con olor a pescado frito, esmirriados porque no tenían plata para pagar los alquileres (se habían acabado los trabajos para ellos en la zona canalera).

La Ñega era alta, mestiza, de pelo negro, duro y sin canas, ya que sabía convertirlo en lacio y corto con un machacado de anamú y frutas nuevas de jagua. Era flaca, muy flaca y fuerte y siempre caminó velozmente, pero con un defecto en una de sus piernas que nunca doblaba la rodilla y, a pesar de los desniveles de los caminos de tierra y lomas, jamás soltó de sus labios el cabito de tabaco al que llamaba su cocha fiel.

Esta señora no le hablaba a todo el mundo, pero a mi sí, pues era íntima de mi abuelita Juana Mendieta, migrante Santeña de Llano de Piedra, que también fumaba tabaco con la candela para adentro, y la Ñega sabía que yo mismo era el que traía las hojas de tabaco virginio del mercado de La Chorrera que conseguía barriendo en una de las ventas, a la salida del colegio.

La grandeza de esta señora tan trabajadora y poco tratable era porque hacía unas chichas alcohólicas de maíz nacido y otras bebidas de variedades de naranjas y caña que se conocían como guarapitos.

Personalidades de ese pueblo tan querido como: Humberto Tito Achón, Ket Yao Pino, Tiquio Córdoba, Cafongo Armuelles, Domiciano Córdoba, Millo Alvarado y a veces Angel H.Martínez y yo mismo, así como también tantos otros que ya no disfrutamos de esas bebidas tan fermentadas que por lo fuerte, personalmente las tomaba con cuchara. Que DS tenga a la Ñega en la gloria y realmente me acordé de ella, no por sus chichas fermentadas que se popularizaron en todos los velorios de los pueblos de la cordillera del Trinidad. Me acordé de esa dama de trabajo y honestidad porque cuando tomaba sus totumitas saboreando su tabaco, gritaba: ¡Aquí no hay con quién cogé, carajo!

Economista, escritor costumbrista
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