• 17/07/2015 02:01

¿Núcleo o fábrica?

‘Hay que seguir siendo NÚCLEO de la sociedad y no FÁBRICA DELINCUENCIAL de MENORES'

Desde siempre me gustó la música, el baile, la poesía y, como decía mi mamá, ‘los arrepinches' propios de la edad. Cuando tenía seis años, debuté en el teatro central como ‘palomita mensajera' de Tía Licha, grupo dirigido por la colega, ya fenecida, Elida Villaláz de Pardo, luego en el Teatro Nacional, con la obra Blanca Nieves y los siete enanitos, que se programó en la escuela, cuando las veladas eran algo importante para alumnos y maestros.

Disfrazada de enanito, con gorro verde y lámpara en mano, fui quien descubrió a Blanquita tendida en una cama, medio muerta por tragarse un pedazo de manzana envenenada.

Posteriormente, los bailes o ‘sara'os' escolares no mancaban en mi itinerario, previo permiso de ‘doña Elvia', quien, como sargento de cuadra, fijaba hora y sabía de antemano con quién iba, mismo que me devolvía a la hora, NI UN MINUTO MÁS TARDE. Cumplir ese requisito era vital, era el pase para otro baile. En el CONJUNTO TÍPICO y la representación de la Escuela Profesional Isabel Herrera Obaldía no podías tener fracaso, fui cantalante con Martha Pinzón e Hilda Villaláz y bailarinas entrenadas, con rigor y amor, por Bertha de Ortega, Fulo Núñez y Cecilia de Gotti.

Los estudiantes de esa época tuvimos rigores, amores, carencias y disciplinas en el hogar y las escuelas y muy chica aprendí que ‘LA FAMILIA ES EL NÚCLEO BÁSICO DE LA SOCIEDAD'.

Para entonces, solo existía el Tutelar de Menores, donde se sancionaba a los padres irresponsables que no pagaban los gastos de sus hijos y a los jóvenes rebeldes, medio malucos y se acogía y protegía a los abandonados. Hubo muchos padres, abuelos, tíos y hermanos abusadores como los hay ahora, pero dentro de todo la figura paterna fue respetada. Lo que el padre corregía así se quedaba y se fueron formando hombres y mujeres productivos en el campo y la ciudad. Hoy, varias instituciones, profesionales, organismos internacionales están tratando de aportar y corregir a nuestros jóvenes a encaminarlos por sendas de corosas y productivas, pero EL PORTILLO SOCIAL QUE EXISTE es grande.

‘Hay que hacer más cárceles', dicen los que, como el gato, quieren tapar la caca bajo la tierra. ¿Dónde están los hogares responsables y la madre cariñosa que, en vez de mandar a los hijos a la calle a ‘que busquen lo suyo', sale a buscarle el sustento a su prole.

Es más fácil quedarse en casa y dejar que los hijos ‘hagan lo que sea', con tal de seguir pariendo con el macho de turno. Es así como la o el joven comienza a buscar lo más fácil de la vida para seguir malviviendo por una eternidad, ya sea de esquina en esquina, en el hospital o en las cárceles repobladas de nuestra bella y querida Panamá, donde es más claro el cielo y más brillante el sol.

Niñas preñadas con sida, niños drogadictos, vinculados a las pandillas o al sicariato o a la prostitución clandestina a discreción y sin capote son el resultado de ‘busca lo tuyo', sin añadirle los recientes ejemplos de corrupción y clientelismo que campean por la ciudad, el campo de la cintura de América.

Femicidios a tutiplén, cometidos por celos, revanchismo, machismo confuso o puro egoísmo son achacados totalmente al hombre, pero ¿qué hay de la mujer, por qué permite que la situación siga, dónde está la autoestima? Algunas, al igual que le pasó a sus madres, aguantan porque es el hombre el que las mantiene, no saben hacer nada, no se les da responsabilidad en el hogar, no hay valores, no hay ‘un Dios te guarde', entonces queremos una sociedad sana y robusta y a juicio de muchas, dicen ‘él me mantiene'.

En otras ocasiones, se les busca refugio para evitar el maltrato, pero cuando el frío arrecia y los moretones se borran vuelve la burra al trigo y comienza el drama, otra vez, y los malos ejemplos para los hijos, que creen que es el mejor papá del mundo y ‘cuando sea grande, voy a ser como él'.

Y cuando las autoridades logran apresar al maltratador, las muy cabezonas le llevan a los hijos a la cárcel para que vean a su progenitor. LA GRAN COSA. Sin ser socióloga o psicóloga, creo que el librito viejo debe retomarse para hacer una sociedad vigorosa, donde reunirse en torno a la mesa y darle gracias a Dios por los alimentos recibidos, por el aire, la vida, la lluvia o la letrina nueva, es volver los ojos a Él y testimoniarle nuestro deseo de ser mejores por la familia, la comunidad y el país.

Hay que seguir siendo NÚCLEO de la sociedad y no FÁBRICA DELINCUENCIAL de MENORES.

PERIODISTA

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‘... el librito viejo debe retomarse para hacer una sociedad vigorosa, donde reunirse en torno a la mesa y darle gracias a Dios ..., es volver los ojos a Él y testimoniarle nuestro deseo de ser mejores...'

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