• 23/01/2014 01:00

Recuperemos nuestra Dignidad

El Movimiento de los Caídos del 20 de Diciembre organizó, como todos los años, los actos conmemorativos. Los actos de la mañana fueron m...

El Movimiento de los Caídos del 20 de Diciembre organizó, como todos los años, los actos conmemorativos. Los actos de la mañana fueron más concurridos que el de la tarde, al cual yo asistí. El Movimiento Ciudadano por la Identidad Nacional fue muy categórico al marcar la diferencia entre los actos del gobierno y los actos del pueblo, en conmemoración a los 50 aniversarios del 9 de Enero. Se sumaron muchas organizaciones civiles y privadas. Actores sociales del momento, relataban lo acontecido. Escucharlos, inyectaba en nuestras venas etéreas de la conciencia, amor patriótico y orgullo por todos los mártires.

La marcha en la mañana, culminó en un cabildo abierto, donde hablaron representantes de movimientos sociales, sindicatos, etc. La intuición femenina asaltó a Ana Elena Porras, cuando decidió cerrar el cabildo antes de tiempo y movilizarnos hacia el muro que, de forma maniaca, se ha ordenado borrar cada vez que los jóvenes del Kolectivo pintan. Ya estaban agentes de la policía y SENAFRONT. Rápidamente, con sus pinturas y brochas, los muchachos se organizaron, respaldados por la gente sin colores políticos ni clases sociales. He allí, todos juntos, defendiendo la soberanía del pueblo, quien quiere manifestarse a través del arte y el tirano, neciamente, pretende callarlo o reprimirlo.

Les dimos paso a los artistas, que culminaron la obra custodiados por un pueblo, que no permitió que los avasallaran. Javier ‘Patacón’ Ortega fue una de las pocas autoridades políticas que nos acompañó hasta el final. Jugó un papel fundamental en el diálogo con la policía. Porque debe quedar consignado en la historia, que intentaron reprimir.

La marcha vespertina, encabezada por las generaciones de institutores de 1964, hacia el mismo recorrido de hace 50 años. La emoción nos embargaba escuchando las consignas de aquella época.

¿Por qué razón no hemos logrado que el 20 de Diciembre lo recordemos de la misma manera? Llego a la conclusión de que la diferencia estriba en que las generaciones de los años 60 contaban con educadores de alta conciencia patriótica, quienes inspiraban a sus estudiantes en el anhelo por la soberanía. La sociedad se dividió en los últimos años del Gobierno del general Noriega, y siguió dividida después de la invasión.

Por más que el presidente Pérez Balladares trató de hacer una concertación, solo fue política, pero no llegó a la herida que tienen abierta las viudas, los huérfanos, los familiares de los caídos en la invasión, los militares humillados por las tropas invasoras. No se logró llegar a las heridas abiertas de los afectados por la represión de los últimos años de la década del 80.

¿Quién dice que uno tiene la razón y el otro no? Desde el perdón que pidió Juan Pablo II, la Iglesia Católica viene transformándose. Vivir en el pasado es morir al presente. El pasado ata, atrapa y mata. El presente libera, crea y da vida. Es el recuerdo doloroso, el sentimiento que se convirtió en resentimiento, la experiencia amarga que le llamamos culpa. El amor que se transformó en odio. Pesada carga que lleva nuestra sociedad, equipaje que no nos permite vivir, sino sobrevivir a duras penas. La tendencia a vincularnos con las penas de nuestras vidas nos recuerda lo poco merecedores que somos de recibir nada de lo que realmente nos gustaría tener, debido a que permanecemos sumidos en un estado de sufrimiento.

Esa es la razón por la cual esta sociedad escogió al dictador que tenemos... se sigue autoflagelando. El pueblo acepta que lo humillen conformándose con migajas, aceptando los altos niveles de corrupción, y el autócrata se mantiene en alta popularidad.

Como sociedad, no hemos podido avanzar mucho. La educación, la salud, la seguridad, la calidad de vida van en detrimento.

Accedemos al presente cuando perdonamos. Perdón, palabra mágica y sanadora. Perdonar no es olvidar. El perdón no justifica, pero tampoco juzga. El perdón nos libera del pasado y nos pone en tiempo presente. El ahora, momento maravilloso donde existen todas las posibilidades de cambio y transformación. En el cual comprendemos y aprendemos para crecer y no para sufrir. Es tiempo de hacer un alto y reconocer nuestros errores. Nadie está libre de culpa. Este 2014 se conmemoran los 25 años de aquella masacre, que la podemos recordar con amor y agradecimiento a tantos hombres y mujeres valientes que ofrendaron su vida por Panamá. Hagámoslo juntos y recuperemos nuestra dignidad.

ESPECIALISTA EN FINANZAS PÚBLICAS Y HUMANISTA.

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