• 18/08/2019 02:00

Al oído del presidente

Panamá es un país pequeño, pero, en mi opinión, con la ‘suficiente riqueza' para mejorar radicalmente la calidad de vida de su gente. 

Con todo el respeto que merecen su investidura y su persona, me permito el atrevimiento de dirigirme a Ud., con el solo aval de ser un ciudadano que votó en las elecciones por las cuales los panameños lo eligieron presidente.

Antes que nada, quiero recordar que el ser humano solo posee la riqueza de un valor único y personal, no manipulable sin su voluntad o la de Dios. Se trata del tiempo, del TIEMPO de cada uno, la riqueza que se nos ha concedido al nacer sin habernos dicho cuánto. Lo que hagamos con él es nuestra responsabilidad. Hay quienes lo utilizan para obtener poder y dinero, otros para creer que son felices y la mayoría para malgastarlo, pero unos pocos lo utilizan para el bien de la humanidad.

Hace rato que vengo observando, por una gran parte de la ciudadanía, la reiterada desvalorización de la clase política y de las instituciones y quiero pensar que para Ud. no es un secreto.

Panamá es un país pequeño, pero, en mi opinión, con la ‘suficiente riqueza' para mejorar radicalmente la calidad de vida de su gente. Por lo tanto, si esto aún no se ha logrado, pienso, debe atribuirse a la deficiente gestión de esa ‘suficiente riqueza'.

Ud. ha llegado a la posición que lo obliga a administrar el bienestar que todos sus compatriotas esperan de Ud. Asumo que no es fácil, sobre todo cuando se arrastra una herencia irresponsable y no se cuenta con instituciones eficientes, y colaboradores verdaderamente fieles, capaces y desinteresados en beneficios personales.

Pero, a Ud., en ese TIEMPO que tendrá su vida, le ha llegado una oportunidad maravillosa; la de decidir, entre convertirse en el estadista que cambie la historia y conseguir que su TIEMPO se inmortalice o en una foto más en alguna pared del Palacio de las Garzas. Comprendo las posibles dificultades, pero con valor y verdadero patriotismo todo es posible.

Como constantemente asisto a la retahíla de quejas y lamentos de la gente con la que me encuentro respecto a las acciones que toman las autoridades, no deseo ser uno más de los que lloran y pretendo aportar alguna idea que pudiera servir para conseguir una mejor Patria, aunque esta parezca absurda o desquiciada, pero pienso que vale la pena considerarla.

Parto de la premisa de que como país no gozamos de una buena salud y si Ud. no lo considera así, le ruego tire este escrito al tinaco.

Pienso que Panamá, además de las conductas del juegavivo, corrupción, la penetración del narcotráfico, la falta de justicia, delincuencia, impunidad, etc., padece de dos tumores malignos y de muy mal pronóstico: la Asamblea Nacional y la Corte Suprema de Justicia, que tienen secuestrado al país. A mi juicio, el freno más importante para el desarrollo.

En estos casos se deben tomar medidas drásticas. A los tumores hay que extirparlos, por lo tanto, le sugiero cerrar la Asamblea y la Suprema Corte. Creo que estará de acuerdo conmigo en que se puede prescindir un buen rato de tales instituciones.

Con la actual Constitución y las leyes no creo sea posible, así que imagino que Ud. sabrá cómo hacerlo. Pero sin esa operación no habrá un país mejor.

Luego, y como primera medida, convocar y organizar una constituyente con la participación de todas las fuerzas vivas del país. Tomando en cuenta que el principio fundamental de las constituciones en la historia, no es más que un contrato mediante el cual la sociedad escoge su mejor forma de convivencia. Obviamente conscientes de que debemos resignar algún beneficio individual por el de todos.

Sugiero que la constituyente sea integrada por todos aquellos valores que representan la mayoría de los intereses de los ciudadanos.

Me arriesgo a proponer: un representante de todos los sindicatos de trabajadores, un representante de la Cámara de Comercio, un representante de los universitarios, un representante de Cámara de la Construcción, un representante de las iglesias, un representante del grupo de homosexuales, un representante de los deportistas, un representante de los ganaderos, un representante de los agricultores, un representante de la justicia, un representante del Ejecutivo, un representante del arte y la cultura, un representante de los transportistas, un representante de los partidos políticos, un representante de los medios y periodistas, un representante de la industria, un representante de las fuerzas del orden y/o uniformados, un representante de los bancos, un representante de los educadores... Y seguro quedaron muchos en el tintero.

De más está que señale que tal representatividad debe obtenerse por la escogencia de su corporación y/o colegas.

Y después de que el documento haya sido aprobado por mayoría de los constituyentes, le sugiero que sea ratificado mediante un plebiscito nacional.

Luego, lo más pronto posible, llamar a elecciones con las normativas de la reciente Constitución.

Y desde ya le puedo asegurar quién ganará si se postula en esa Patria nueva.

Le reitero mis disculpas y pido perdón a quien estas ideas pudieron haber molestado.

PUBLICISTA Y PINTOR.

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