• 01/08/2015 02:00

El orgullo de ser institutor

Es mucho lo que se ha escrito y se escucha actualmente respecto a la situación del Instituto Nacional. 

Es mucho lo que se ha escrito y se escucha actualmente respecto a la situación del Instituto Nacional. Debo reconocer que se percibe durante las últimas administraciones de Gobierno un velado interés en acabar o borrar, a toda costa, la memoria histórica del panameño en general para que las futuras generaciones no se enteren de las situaciones, de las penas, sufrimientos, del alto precio en base a sangre derramada, al sudor y lágrimas que han aportado los panameños desde mucho antes de 1903; de borrar los hechos que le ha correspondido al enfrentar al coloso del norte y su eterno imperialismo, en pro de lograr la soberanía en todo el territorio nacional, como si fuera fácil.

Son bien conocidos los hechos históricos en los que ha participado el Glorioso Nido de Águilas, tales como: la Siembra de Banderas de 1958, los sucesos del 9 de Enero de 1964, que dieron sus frutos, al obligar a inicios de este nuevo milenio, a los invasores, a devolver el Canal de Panamá a sus soberanos dueños. Muchos de los que no aportaron nada, hoy ‘comen soberanía'.

¿Será que las autoridades educativas y el Gobierno Nacional piensan o pretenden que el estudiantado panameño no tenga motivaciones como las que anidábamos y proclamábamos los estudiantes de ayer? Están por lograr su objetivo, al carecer en el caso del Instituto Nacional de docentes de la talla de Magda Paredes, Ricaurte Soler, de rectores como Dídimo Ríos o Pedro Ayala, por ausencia de líderes estudiantiles idealistas como Oydén Ortega, Luis Veces, Teodosio Bernal y Víctor Ávila por parte de la FEP, los más destacados en mis tiempos de institutor. Inculcaban el derecho a luchar por una causa, defender los ideales, sin descuidar los estudios, sin hacer daño al prójimo o al propio colegio que nos albergaba temporalmente, porque comprendíamos que nuestro paso por sus aulas era efímero como lo es todo en la vida y que teníamos el deber de preservarlo para otras generaciones de institutores. Compartíamos ideales, el orgullo de ser Institutor y de que fuera nuestra escuela, la institución educativa que siempre llevaba la bandera de la dignidad del país a cualquier costo y en el lugar que fuera.

La historia del Instituto Nacional ha sido contada y cantada por diferentes escritores, por diferentes poetas, como Ricardo Miró, autor del himno, mismo que cantábamos cada vez que nos abocábamos a las diferentes manifestaciones en las calles o en los predios del colegio, a lo que nos daba la garganta, con mucho orgullo. Sería bueno para los actuales estudiantes de nuestra alma máter, un cambio de actitud, de rumbo, para que cada uno de los que cursan estudios en este memorable plantel, no solo aprendan de memoria, sino que mediten sobre el significado de las palabras contenidas en el coro, que a la letra dice:

Tranquila a la falda

Paterna del Ancón

Se yergue la mole

De un templo del saber,

En donde se funden

Los hombres que han de ser

Cariátides de bronce

De nuestra nación.

Que recuperen, mientras estudian, la historia y el papel que cada estudiante Institutor debe representar, que asuman la obligación moral de enarbolar, de preservar y de manifestar orgullosamente ante la faz del país las inquietudes de la sociedad, como ejemplo a seguir por el resto de estudiantes de otros planteles; uno de los objetivos por los cuales fue creado mediante la Ley 22 del 1° de junio de 1907, durante la administración del presidente José Domingo de Obaldía, cuya ceremonia inaugural se efectuó el 25 de abril de 1909 y se compenetren de cómo su primer rector Justo A. Facio, pudo reunir una pléyade de profesores nacionales y extranjeros para dotar del equipo de enseñanza a tono con los propósitos de esta nueva, única institución de enseñanza secundaria, para convertirla en un verdadero crisol de preocupaciones intelectuales, que despertara la conciencia y el espíritu de los ciudadanos panameños.

Por estas razones, el MEDUCA debe ser cuidadoso al escoger el personal docente, administrativo y educando en especial, para garantizar la mística educativa, la seguridad y si existen en verdad, grupos pandilleros que pretenden entorpecer el buen desempeño de esta institución educativa, erradicarlos para siempre.

ESCRITOR, COMPOSITOR Y FOLCLORISTA.

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