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- 03/07/2014 02:00
El oscuro quinquenio Martinelli
Concluyen cinco años de gobierno de quien prefirió calificarse como empresario en lugar de político. Su participación en el escenario partidista desde fines del siglo pasado lo desmiente. Las pretensiones por definirse como tal, también denotan su ignorancia en el pensamiento de Aristóteles, quien concibió al hombre como político por naturaleza. Superando el canto de sus apologistas, lo cual es ineludible, impele recordar algunos de los trastornos que deja para la historia nacional el expresidente Ricardo Martinelli Berrocal.
El economista Julio Manduley, en abril de este año, dijo al periódico El País de Costa Rica, que durante este quinquenio el presidente Martinelli dispuso de un presupuesto de 70 mil millones de dólares. La cifra es alarmante, si se relaciona con los megaproyectos y sobrecostos; y escalofriante, si se contrasta con cerca de un millón de personas que viven en pobreza y medio millón en pobreza extrema o indigencia —entiéndase pobreza extrema como la incapacidad de resolver las necesidades básicas de alimentación—. Los últimos informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe —CEPAL— a marzo de 2014, demuestran que el 36.8 % de los ciudadanos vive en pobreza y de ese porcentaje, un 17 %, es decir, 508 mil 700, en pobreza extrema. En las poblaciones originarias, el 98.4 % es pobre y de esa cifra el 90 % se mantiene en pobreza extrema.
El economista asegura que durante el último trimestre del 2014, que coincidió con la campaña electoral, la deuda externa aumentó en más de mil millones de dólares. La cifra global en los cinco años se elevó a 6 mil 212 millones.
La gestión de Martinelli también consigna el retraso en la construcción de la tercera línea de transmisión. La estrechez energética por la que atraviesa el país y un regulador impalpable han dado como resultado la actual crisis eléctrica que además, incrementará la facturación del servicio en los próximos días.
Las manifestaciones de inconsciencia y manipulación del exmandatario también generan asombro. En una de esas entrevistas, tipo relaciones públicas, que algunos presidentes suelen lograr, Martinelli dijo al señor Ismael Cala de CNN que Panamá es un país sin desempleo.
Algunas promesas electorales tendrán un precio sin precedentes para la población. Los compromisos electoreros no citados durante la campaña, son zarpazos directos contra quienes le llevaron al poder y se constituyen en esas contradicciones que terminan castigando a la clase media y baja. El ITBMS (impuesto de traslado de bienes materiales y servicios) aumentó del 5 % al 7 %. Las consecuencias; aumento de precios en productos de la canasta básica de alimentos y en los medicamentos. Todas las semanas se registran incrementos en los fármacos. Lo paradójico es que Martinelli rebajó los impuestos que deben pagar las empresas del 30 % al 25 %, con lo cual siguió la tradición de sus antecesores; el finado expresidente arnulfista Guillermo Endara, los redujo del 50 % al 34 % y el perredista Ernesto Pérez Balladares, del 34 % al 30.
En el escenario diplomático, los desaciertos abundan. A inicios del 2010 dijo que Israel era el ‘guardián’ de la Ciudad Santa. Esto ofendió a la comunidad palestina y puso en ridículo al país. El caso más reciente explotó hace poco, cuando la Corte Suprema de Justicia declaró inconstitucional el indulto concedido en el 2010 a la exjefa del Departamento Administrativo de Seguridad DAS, María del Pilar Hurtado, acusada de varios delitos y funcionaria incondicional del cuestionado expresidente de Colombia, Álvaro Uribe. La procuradora de Martinelli, herencia de Manuel A. Noriega, en una descarada treta dilatoria puso en suspenso el veredicto de la Corte.
De quien se espera buena conducta y frases certeras, se observó ambivalencia, engaño, vulgaridad, ignorancia despampanante, arrogancia y ofensas, de todo tipo, como las enunciadas vía Twitter y los medios masivos.
En el quinquenio que termina, son incontables los episodios de cinismo, abuso de poder, nepotismo, manipulación, actos bochornosos, demagogia y escándalos por presunta corrupción que escuchó y vivió una mayoría y reaccionó el 4 de mayo.
El presidente entrante, Juan Carlos Varela, y sus personeros, serán observados de cerca por una masa racional, que ya empieza a cansarse de tanta mofa y engaño. Por ello deberá enfrentar el legado de Martinelli, cambiarlo e intentar no defraudar a un pueblo que podría dejar de creer en una misma clase política y poderosa que viene gobernando desde los albores del siglo XX.
PERIODISTA