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- 25/09/2025 00:00
La especificidad de cada protagonista en esta dolorosa confrontación entre palestinos e israelíes, a la vez tan actual en su inmediatez como también parte integral de su fascinante y dramática historia milenaria hace que quienes escriban sobre este emotivo tema a la vez toquen a un ser humano especifico, ya sea palestino, hebreo o de cualquiera otra procedencia.
En el presente amargo y mortífero campo de liza situado hoy en Gaza hasta personas ajenas a esta desesperanzadora disputa sienten un “temblor de lágrimas” y una profunda tristeza por el sufrimiento de estos dos desiguales contrincantes, pero en especial por el del desplazado pueblo palestino, que contrasta tanto con las frías justificaciones políticas y militares israelíes de su dominación de Gaza evidenciadas por los actuales nefastos y letales ataques de las temibles y poderosas fuerzas armadas israelís en contra de cualquier gazatí que ose defender a su gente y a su patria ancestral.
Pero todo esto tiene sus motivaciones básicas en Medio Oriente por los pasados e incompetentes mecanismos de dominación colonial de Occidente allí, especialmente los de Francia e Inglaterra, que con descuidado e intolerable cinismo, desmembraron estos territorios del antiguo imperio otomano incluyendo Palestina y se los repartieron entre ellos mismos después de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sin tomar en cuenta el delicado balance que existía allí por siglos entre sus diversas etnias, culturas, religiones y políticas regionales, tanto menos valorando los intereses manifiestos de sus entonces habitantes palestinos, víctimas de esas ambiciones y decisiones imperialistas.
Tras dicho reparto, estos reciclados dominios coloniales solo sirvieron los intereses nacionales de estas dos potencias occidentales. Peor aún, los ingleses con su acostumbrada duplicidad subsecuentemente les prometieron a los judíos la creación de “un hogar nacional para el pueblo judío” en la existente Palestina musulmana y árabe (ver la Declaración Balfour de 2 de noviembre de1917 hecha por Sir Arthur Balfour ministro de Relaciones Exteriores británico a Lord Rothschild líder de la comunidad judía inglesa) pero descaradamente ignorando y contradiciendo su previo compromiso con los árabes que igualmente les prometieron ese mismo territorio palestino a ellos, según el documento McMahon-Hussein fechado dos años antes el 24 de octubre de 1915 para asegurarse la colaboración árabe en contra del imperio otomano durante la Primera Guerra Mundial, siendo esta perversa contradicción el germen del conflicto palestino-israelí.
Sigue en este triste recuento de la cuestión palestina pero ya durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la infame “solución final” de Hitler fraguada durante la conferencia de Wannsee (20 enero 1942) que planifico la exterminación de seis millones de judíos europeos, el llamado holocausto que “finalmente” llevo a la creación del Estado de Israel en Palestina en 1948 por mandato de las Naciones Unidas, sin el consentimiento y trágico desplazamiento de los 730,000 palestinos residentes allí, hoy multiplicados y refugiados en diversos países árabes pero la mayoría todavía en Gaza, con su inhumana desposesión, dispersión y privación de derechos, que ellos llaman su propio “an-Nakba” o catástrofe equivalente al holocausto judío pero con peores consecuencias.
La política vengativa israelí de contraataques punitivos en Palestina, mejor llamados terrorismo de Estado, que se basan en matar al menos 100 palestinos por cada víctima judía, afortunadamente menos en la presente guerra de Gaza pero desproporcionadamente ya con 66,054 palestinos muertos contra 1,983 israelís (al 17 septiembre 2025), consecuencia de los ataques a judíos y otras personas que asistían al festival de música de Reim en el desierto de Neguev el 7 octubre 2023 por Hamas en dicho territorio gazatí, ocupado por Israel desde 1967.
Muchas generaciones de ambas partes en este dramático conflicto han sufrido sus consecuencias: ya es hora de crear una Palestina libre y soberana desde el rio Jordán hasta el mar mediterráneo.