• 14/05/2021 00:00

El Panamá que tenemos

“Los acontecimientos suscitados en Nicaragua, Chile, Colombia y El Salvador han encendido las alarmas en Latinoamérica, producto de las políticas públicas inhumanas […]”

Hemos observado el ímpetu, el afán por lograr el Panamá que queremos en algunos foros y ponencias que se elaboran, con el correspondiente ánimo que cualquier panameño desearía. Sin embrago, al cuantificar y cualificar el grado o nivel del estadio en que se encuentra nuestra patria, todo se desvanece, ya que algunos apuntan sus objetivos hacia el Panamá que tienen y no al olvidado, rezagado, al que se le adeuda una mora social inducida, perpetrada para que no llegue esa bonanza de la cual se hacen eco los Gobiernos de partidos primos y repetitivos en más de 30 años de la falsa democracia.

Las afectaciones propias de la pandemia trajeron consigo algunas variantes fuertemente marcadas para la clase media y trabajadora, menoscabando significativamente sus ingresos mínimos, con los cuales sobrevivían y en donde mundialmente los ricos acrecentaron sus ya enormes fortunas.

Nos convertimos en el país rey de las desigualdades, donde los recursos naturales han sido puestos al servicio de las transnacionales, en donde los Gobiernos, políticos y acaparadores de riquezas las presentan como altruistas y filantrópicas, cuando en realidad son una maquinaria ininterrumpida de la devastación de nuestro medio ambiente.

Un buen estadista se hubiera plantado a promocionar la baja de los productos básicos alimenticios, desde el momento en que el barril de petróleo bajó su precio al mínimo histórico; por el contrario, se encarecieron los precios con el aval gubernamental. Las instituciones absorbidas, manipuladas por la criptocracia, se dieron a la labor de impulsar sus nefastos intereses, como la inservible Constituyente Paralela, con el padrinazgo del Tribunal Electoral, haciendo caso omiso al llamado popular, que, por décadas, ha llamado a convocar una Constituyente Originaria.

En la actualidad, a diario nos encontramos con protestas veraces solo por el derecho a los servicios básicos, como el agua y en donde los terribles intereses promueven la satanización del Idaan, para procurar su privatización.

Con los últimos escándalos de corrupción, más fuertes y temerarios que la pandemia, se empecinan en sacar provecho, provocando protestas con articulaciones a sueldo, creando una política de caos, como método de presión, para lograr que el Ejecutivo les nombre en esas instituciones a miembros provenientes de sus ejes.

Nuestro país no debe estar en este estadio de cataclismo social, en donde más de 2000 millones de balboas fueron puesto al servicio de la banca, que, a su vez, ofrecía estos dineros como préstamos. Es decir, le damos dinero para que nos preste con intereses nuestros propios dineros. Ahora, incluso exigen más de 4 mil millones de balboas para reactivar supuestamente la economía nacional. Estos gremios empresariales iluminados, que no se dan a la tarea de ser solidarios y compartir sus fabulosas fortunas con los que los han llevado a esos niveles, el cual elitistamente nos denominan: tiempo-hombre.

Los acontecimientos suscitados en Nicaragua, Chile, Colombia y El Salvador han encendido las alarmas en Latinoamérica, producto de las políticas públicas inhumanas, conducentes al hastío social. Sin ideologizar el grave problema, es deber ciudadano protestar con cautela, sin que tales protestas sean politizadas a favor de los que quieren seguir gobernando con el mismo sistema que aparenta ser participativo, pero es eficazmente dominativo, visto en foros y diálogos, con preeminencia de los sectores favorecidos, para que prevalezca el “statu quo”.

Suficiente tiempo hemos reflexionado, movilicémonos como otrora lo hicieron los verdaderos patriotas que hoy sus sueños sucumbieron por la mala voluntad de pocos en detrimento de las necesidades de los muchos este es el Panamá que tenemos. ¡Acción!

Ciudadano independiente.
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